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Caoba

Caoba

Status: Terminada
Genre:Completas / Malentendidos / Reencuentro / Matrimonio arreglado / Juego del gato y el ratón / Amor-odio / Viaje a un mundo de fantasía
Popularitas:335.3k
Nilai: 4.9
nombre de autor: thailyng nazaret bernal rangel

Cuarto libro de la saga colores.

Edward debe decidirse entre su libertad o su título de duque, mientras Daila enfrentará un destino impuesto por sus padres. Ambos se odian por un accidente del pasado, pero el destino los unirá de una manera inesperada ¿Podrán aceptar sus diferencias y asumir sus nuevos roles? Descúbrelo en esta apasionante saga.

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EL ENEMIGO A VUELTO

...DAILA:...

El baile estaba repleto de interesantes prospectos y todos jóvenes. Algunos guapos, otros agradables y uno que otro monumento.

Al entrar en la celebración las miradas curiosas no se hicieron esperar. Me sentí mucho más hermosa e interesante, con suerte y conseguía varios pretendientes con futuras propuestas. Allí en Floris podía ocultar mi verdadera personalidad, pues nadie me conocía y tenía mucha ventaja, ya que las nuevas caras siempre atraían más atención.

Lord Erick nos presentó a muchas personas y estuve muy cordial. Por supuesto que mis padres seguían impactados por mi teatro, pero no objetaron en aquellos engaños, ya que no impusieron reglas ni condiciones, estaba haciendo lo que tocaba, conseguir un esposo.

— Señorita Daila, pienso que es justo que me conceda el primer baile — Propuso Lord Erick en un momento en que las presentaciones cesaron.

Ese lord no me quitaba la mirada de encima desde que había bajado las escaleras de su mansión.

No podía rechazarlo, puesto que gracias a él había conseguido acceso a los bailes y debía actuar como toda señorita.

Era guapo, pero no me causaba nada y eso no era lo que estaba buscando. Exigía mucho para tan poco tiempo, pero no podía evitarlo, Estela siempre me decía que no permitiría un matrimonio por conveniencia, tampoco para complacer a mis padres, que debía ser con un hombre por el que sintiera amor. Estaba faltando a sus consejos, había hecho un trato con mis padres para zafarme de un horrible matrimonio con un anciano, pero a cambio debía entrar a otro matrimonio.

Pedir amor era casi imposible y era algo que no se daba fácilmente, ni se podía forzar.

El señor me observó, esperando mi respuesta. Tenía un traje negro, como los de la mayoría de los caballeros presentes.

— Encantada, mi lord.

Tomé su mano y me guió a la pista de baile.

Me coloqué fila, junto a las demás señoritas.

La melodía empezó y Erick se aproximó para empezar con la danza.

— Señorita Daila, es usted la sensación de la noche — Dijo, después de posar su mano en mi espalda — Tal vez consiga muchos pretendientes y posiblemente una propuesta de matrimonio, no me sorprende si mañana recibo a muchos caballeros con flores para cortejarla.

— No me molestaría, si uno de esos caballeros capta mi interés, aceptaría — Me giró y volví a posar mi mano en su hombro, me observó detenidamente.

— ¿Su padre estaría de acuerdo en que se case con un caballero de Floris?

— Mi padre no rechazaría tal honor.

Sobretodo porque le interesa cazar un noble con riquezas e influencias que borren la mala reputación que yo le había generado en Hilaria.

— ¿Si yo la empiezo a cortejar me aceptaría? — Se atrevió a preguntar.

No debí haber comprado ese vestido tan llamativo, tampoco usar las joyas que me traje de Hilaria. ¿A quién quería engañar? Lo había hecho con toda la intención de atraer caballeros.

Y estaba funcionando, la mayoría de los hombres estaban siguiendo mis pasos en la pista con sus miradas atentas.

— ¿No son los cortejos una forma de conocerse? — Dije, dando un paso hacia atrás y acercándome al ritmo de la música.

— Interesante, usted es una señorita dispuesta a conocer sus opciones. Me alegra que yo no sea exceptuado de ellas, no tengo malas intenciones, soy un hombre responsable y serio, un caballero — Dijo, sonriendo, sin molestarse en ser modesto, odiaba a los sujetos que hablaban de sus atributos, la mayoría eran así, ninguno contaría cuales defectos ocultaban — Con deseos de casarme y creo que sus padres tomarían mi propuesta como un honor.

— ¿Propuesta?

— Así es, si usted me lo permite, voy a cortejarla y luego proponerla como mi esposa.

Lo observé, sopesando. Ya tenía una propuesta, tan rápido, pero no podía apresurarme a aceptar, el lord no me desagradaba, pero tampoco me agradaba del todo y no sentía ni curiosidad por su persona.

Lo usaría como última opción, si no tenía más propuestas en lo que restaba del mes, me casaría con ese hombre. Al menos no era un anciano.

— Lo pensaré, mi lord.

— Tómese todo el tiempo que necesite, mi lady — Dijo, dedicándome otra sonrisa.

Entrelazamos nuestros brazos.

Observé por el salón cuando dimos el giro.

Capté a un caballero que me observaba desde la sombra de una columna, apoyando su cuerpo de ella, con un traje hermoso, de exquisita figura, un rostro bronceado, con el cabello corto y negro.

Mis nervios y el cosquilleo del enojo se encendieron cuando me percaté de quien era.

El bigote era nuevo en él. Cuando nuestros ojos se encontraron, me observó con odio.

Ese rostro arrogante lo conocía bien y aunque ya no tenía ojeras, ni estaba demacrado, lo reconocería hasta usando máscara.

Debido al giro no pude seguir observando, busqué con la mirada cuando me volví a colocar frente a Erick, pero no dí con ese hombre, había desaparecido.

Debía estar alucinando por lo de la pesadilla. Ese sujeto no podría estar allí, al menos que me estuviese persiguiendo para cobrarse lo que le hice.

El baile terminó.

— Gracias por el baile, mi lord — Dije, haciendo una reverencia, tensa y con el corazón acelerado.

Correspondió a la reverencia.

— Es un honor, mi lady.

— Voy a tomar un refrigerio, ahora vuelvo — Me excusé.

Busqué una bebida en la mesa de aperitivos.

Tomé una copa con vino.

Bebí, recatadamente y con pequeños sorbos, ya que tenía a todo el baile con sus atenciones en mí.

Volví a observar la multitud, buscando a ese infeliz.

No, no podía estar aquí, ese idiota era el único que podía dejar al descubierto mi verdadera personalidad, es que de solo verlo me llenaba de enojo e irritación.

Lo había amenazado cuando estaba convaleciente y tal vez quisiera vengarse de mí, ensuciando mi reputación.

O tal vez era una alucinación.

Un caballero carraspeó su garganta y casi tuve el impulso de lanzarle el vino al rostro, creyendo que se trataba de ese hombre, pero era un joven de piel oscura.

— Mi lady, no puede evitar sentir un poco de curiosidad por su persona, baila usted muy bien, me preguntaba si quisiera concederme la siguiente pieza.

— ¿Con quién tengo el gusto de tratar?

Odiaba actuar tan cordial y más con la irritación al tope.

— Lord Silver, hijo de...

Siguió hablando, como si me interesara o pudiera retener toda esa información al final de la velada.

— Es un honor conocerle, Lord Silver, yo soy lady Daila Jed y como anunció el anfitrión, soy hija de dos condes de Hilaria — Sonreí forzadamente.

La siguiente pieza estaba por comenzar y acepté ser guiada de nuevo a la pista de baile.

No hubo preguntas incómodas, pero una señorita se tropezó y casi termina en el suelo. Yo estaba demasiado distraída detallando a los presentes para ver si volvía a ver a ese idiota y cerciorarme de que si estaba allí, que no era cosa de mi cabeza.

— ¿No le causa irritación esas torpezas?

— Disculpe — Lo observé, parpadeando, sin haber oído nada.

— Le pregunté que si no le causa irritación esos comportamientos — Dijo, el muy correcto.

— ¿Qué comportamientos?

— Las nuevas aspirantes siempre cometen errores — Comentó, elevando su barbilla — Algunas ni siquiera pueden hablar con fluidez. Por eso prefiero a las experimentadas, con la mejor educación.

Mi irritación aumentó.

Vaya, típico de sujetos perfeccionista que solo veían en las mujeres a objetos en vitrinas de distinto valor.

— Es comprensible que algunas señoritas no quieran casarse y por eso traten de alejar a los hombres de muchas maneras — Dije y frunció el ceño.

— ¿Por qué una señorita querría hacer eso? Se harían un daño, casarse es lo único que pueden aspirar, sin eso, no son nada en la sociedad.

Mi rabia llegó al punto incontrolable, ya estaba suficiente de bailes por hoy y de fingir ser una señorita recatada, soportando comentarios tan crueles y despectivos sobre las mujeres.

— ¿Ninguna dama le ha dicho que tiene dos pies izquierdos? — Le pregunté y me observó ofendido.

— ¿Cómo ha dicho?

— ¿Tampoco le han dicho que tiene los ojos demasiado grandes y que parecen dos huevos que están a punto de estallar? — Me burlé, observándolo de forma cruel — ¿Y qué tal el escupir al hablar?

— Oiga ¿Cómo se atreve a faltarme el respeto?

El baile tuvo la decencia de terminar y me aparté del sujeto indignado. Lo observé como si fuese una cucaracha y me reí en su cara.

— Me alegro tanto por las damas que usted no ha escogido por torpes, se han librado de un ser tan insignificante y patético como usted, preferiría mil veces ser nada en la sociedad a casarme con alguien de su calaña — Hice una reverencia — Gracias por hacerme la noche.

Me alejé con ímpetu y volví con mis padres. Lord Erick se encontraba hablando con un grupo de hombres, a unos pocos metros.

— Hija ¿Qué has hecho? De aquí noté como espantaste a ese prospecto — Me reprendió mi madre — Si yo me di cuenta, los demás también, sabía que no podrías seguir fingiendo ser la señorita cortes y educada.

— Estoy tan aliviada de zafarme de ese prospecto, es un idiota, madre.

— Sé más educada — Me aconsejó mi padre — O vas a terminar casada con Lord Flitton.

— Es que no se puede ser educada con semejantes bestias. Ese fue mi último baile por ésta noche — Agité mi mano, alterada.

...****************...

Los bailes siguientes no fueron mejores, tenía mucha atención, pero los caballeros que se me acercaban terminaban decepcionando. Demasiado cabezas huecas, demasiado narcisistas, vanidosos, alardeaban y muchos querían una yegua que pariera hasta diez hijos.

Mi suerte estaba decayendo.

Hasta ahora la única propuesta seria era la de lord Erick.

— Mira todas esas flores — Me informó mi madre una mañana que llegué al salón de la mansión — Tienes muchos pretendientes.

— Madre, esos hombres no me interesan.

— Hija, no te puedes dar el lujo de desperdiciar el tiempo — Gruñó ella, observando las tarjetas que estaban en las flores — Todos estos jóvenes son de buenas familias, jamás había visto tanto interés, nunca recibiste ni un ramo cuando estábamos en Hilaria, pero aquí eres la sensación.

— ¿De qué sirve ser la sensación si ninguno me interesa? — Me senté sobre el sillón, elevando mis piernas para apoyarlas del cojín.

— No puedes ponerte exigente, son jóvenes y bien parecidos. Lord Lombardo tiene buena caligrafía — Hizo énfasis en la tarjeta en su mano.

— Pero su único talento es hablar a gritos.

— Hija ¿Qué es lo que quieres? ¿Un príncipe azul?

— No, quiero sentir aunque sea un chispa de algo por alguno de esos hombres.

Cerró la tarjeta y suspiró pesadamente.

— A veces hay que tomarse el tiempo en conocer a la persona, a veces no surge rápido sino que se construye.

— Me quedan como tres semanas, madre, con tantos pretendientes tendré que dedicar un minuto a cada uno para ver si alguno me despierta algo, no tengo tiempo para construir nada — Resoplé frustrada, tomando una tarjeta de uno de los floreros.

— Te recuerdo que fuiste tu quien tuvo la ocurrencia de proponer esto.

— Pero fueron ustedes quienes aceptaron la propuesta de un vejete, así que me han orillado a esto y dándome tan poco tiempo.

Lord Erick entró y bajé mis piernas rápidamente, acomodando mi postura.

— Vaya, esto parece florería, su hija tiene muchos admiradores — Dijo él.

— Soy afortunada de ser la madre de tal joya.

¿Joya? Pensé que era una rebelde sin remedio.

— Para completar los espectáculos de flores me atreví a traerle un pequeño ramo — Dijo el hombre, acercándose con un ramo de rosas blancas.

— Muchas gracias, mi lord. Están hermosas.

La tomé y las olí.

Prefería los lirios.

Mi madre me observó con insinuación.

— He venido a informales que ésta noche no podré acompañarles a la celebración de los Johnson.

— Oh, es una pena Lord Erick, nos hubiera gustado tener su compañía — Mi madre como siempre de melosa.

— Sí, a mí también, pero deberes son deberes, he invitado a su padre a que me acompañe ¿No tienen ningún problema en asistir solamente ustedes?

— En lo absoluto, mi lord, representarlo es un honor — Dije, levantándome, para acomodar el ramo de rosas en un florero disponible — Y más después de entregarme éste ramo personalmente.

Me giré, entrelazando mis manos.

Hizo una reverencia.

— Por usted, mi lady, me tomo las molestias con gusto. Las dejo entonces, están en su casa.

Se marchó.

Mi madre me observó detenidamente.

— Ni te atrevas a decir algo al respecto.

— Pienso que Lord Erick será el caballero que te despose.

— Aún tengo otras opciones.

No le iba a mencionar que ya había dejado sus intenciones claras porque no aguantaría a mi madre queriendo empujarme a los brazos del lord.

Me preparé para la celebración.

Ésta vez con un vestido color crema y el cabello recogido en lo alto de mi cabeza.

Mi madre y yo nos marchamos en el carruaje de Lord Erick.

Cruzamos un puente en arco hasta la orillas de un río, donde tuvimos que tomar un bote hacia el jardín de una casa bastante lujosa.

Era de noche y los candelabros iluminaban un bonito espacio en el césped para el baile y los invitados.

Entrelacé la mano con mi madre y caminamos juntas por la celebración.

A mi madre no se le hacía difícil socializar y más cuando la mayoría de los invitados nos conocían por ser los condes de Hilaria, los nobles extranjeros.

Acepté dos bailes y luego me empeñé en comer un poco de aperitivos.

Mi madre se alejó a hablar con varios caballeros, muchos de ellos los responsables de mandar flores a la mansión de Lord Erick.

Observé hacia la pista de baile, disfrutando el sonido de los violines.

Sentí una ola de sensaciones cuando dí con ese hombre.

No podía creerlo.

Estaba allí, bailando como todo un caballero con una señorita. Vestía galante, con un traje negro y tenía un peinado bastante acomodado.

Ya no tenía dudas.

El baile acabó e hizo una reverencia, comportándose muy bien.

Parecía otra persona.

No ese sujeto corriente que se le había insinuado a Marta y me había insultado.

Lo observé caminar.

Todas las damas con hijas se le acercaban y lo rodeaban.

Parecía ser la sensación del baile, el sujeto más cotizado. Como si fuera un buen prospecto.

¿Cómo era posible? Sabía que tenía un hermano duque, pero no lo creí hasta ese momento.

Tomé una copa de un mozo que pasaba y la bebí.

Su mirada oscura se desprendió de las señoritas que lo rodeaban y sus ojos enmarcados por pestañas espesas se posaron en mí.

Me tensé, maldición, me vió.

Desvié la mirada, manteniendo una postura recta. No tenía porque huir.

Yo no era culpable de nada.

Bebí de mi copa, fingiendo neutralidad cuando noté por el rabillo del ojo como se acercaba y mi maldito corazón empezó a tomar un ritmo tan acelerado que me dolía el pecho.

Lo ignoré hasta que se posicionó frente a mí.

— Vaya, la niña problemas.

Su voz con acento elegante y seductor me taladró el cuerpo.

Fingí que nada de eso sucedió y elevé mi mirada, observando esos ojos oscuros y llenos de malicia.

— Señor... — Me quedé en blanco, sin recordar su nombre, era Javier — ¿Juan? — Lo hice al propósito.

Apretó su boca.

— Lord Edward — Enfatizó — ¿Y usted es? ¿Dolores? — Arqueó las cejas, jugando el mismo juego.

¿No se llamaba Javier? Edward, ese hombre si causaba impacto. Como si su apariencia no fuera suficiente.

— Lady Daila Jed — Elevé una ceja.

Uy, ya me estaba ardiendo la sangre.

Me evaluó y un cosquilleo me recorrió, pero fingí que no sentí nada y también le dí una mirada, detallando su traje, su figura alta y masculina.

Yo era de pequeña estatura, pero ningún hombre me hizo sentir tan indefensa.

Se tensó ante mi mirada.

Sonreí para mis adentros.

— Pensé que estaba cruzando el mar, devuelta a su de reino para ahorrarme de la desgracia de toparme con su presencia.

— Curioso, yo pensé que usted había tenido la decencia de morir.

Apretó su mandíbula.

— Mucho lujo, muchas prendas, pero sus horribles modales dejan al descubierto su forma de ser — Me observó con despectiva.

— Puedo decir lo mismo de usted.

— ¿Me está persiguiendo? — Se apresuró a decir. Respirando pesadamente por la furia.

— ¿Cómo? — Resoplé con indignación — Yo no persigo a los hombres y mucho menos a sujetos como usted.

— Procure decir su excelencia al final de cada frase, hábleme con respeto.

Me reí irónicamente — Ni que usted fuera un rey.

— No, no soy un rey, pero si soy un duque.

1
Angeles Godinez Jacinto
Excelente
Cami Carrizo
😊
JJBN 🌚🌞
Maravillosa saga, he leído todas las novelas de Colores, ahora comenzaré con las siguientes. Te felicito, excelente todas las historias 👏🏽 👍
JJBN 🌚🌞
uffff sabía que el primo Erick se iba a adelantar a contar su versión, espero que Edwuart confíe en Daila
JJBN 🌚🌞
Espero no deje pasar más tiempo, debe decirle todo antes que se adelante el primito con mentiras
Magdalena Huentenao
Excelente
JJBN 🌚🌞
🤣🤣🤣🤣 el primer encuentro con Dorian siempre es memorable
ꨄʟᴜɴᴀ ᴋᴜɴꨄ QwQ
Excelente
ꨄʟᴜɴᴀ ᴋᴜɴꨄ QwQ
Bueno
Pomposa Vasquez
Excelente
Gloria botero
Espectacular toda la saga muchas gracias por deleitarnos con tus historias 💋💋💋💋💋💋
MONICA DIAZ
me encantó el cuarto libro
Edit Campregher
me gustó mucho tu novela,la trama muy interesante!!!! y esos amigos-familia me encantó.
Mica RM
Excelente
Carolina Magdaleno
cómo me hizo sentir triste 😭 todo lo que el vivió
Mary Barrera
Excelente
Yesika Bastidas
nunca lo superó jajajaj cada que lo leo me río Chama que increíble es Dorian
Lau Méndez
Excelente
ismeira ferrebus
Me e reído sola como loca durante la lectura jejejeje🇻🇪🇻🇪
Lau
Jajajajaja esos hombres y sus deudas!!!
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