Quédate Conmigo

Morgana lo primero que hizo fue marcarle a Ronald intentando guardar la compostura. En esos momentos odio que su mejor amigo se hubiera convertido en el hombre que es ahora mismo.

Ronald era la mejor persona hace algunos años, Morgana se divertía lo suficiente con él para permanecer juntos todo el tiempo, desde niños fueron inseparables y aquello había jugando en su contra, de un día para otro, sus padres los obligaron a casarse sin importarle la opinión de ambos.

Ronald pensaba negarse, ya que por dentro él sabia que las mujeres no eran lo suyo y menos ella, que la quería como un hermana. Pero para Morgana era una perfecta oportunidad para conseguir sus sueños, Ronald era su mejor amigo, por lo que vivir una vida a su lado era fácil incluso satisfactoria.

Pero ninguno espero que en su camino cambiaran lo suficiente para hacer que la unión fuera totalmente insoportable.

Así que tomo las llaves de su auto y manejo hacia su penthouse, las pequeñas luces se encontraban tenues y era más que obvio que Ronald se encontraba adentro de la casa. Jacob se encontraba en un viaje con el colegio por lo que el niño no se encontraba para escuchar lo que estaba a punto de hacer.

Los deportes en la television se escuchan lo suficiente alto cuando abrió la puerta, los gritos eran suficientes para saber que Ronald no se encontraba solo... excepto que ella sabía porque había tal alboroto.

Ella misma había ideado la idea para mantener la apariencia de las entradas de Shawn al departamento.

Ella apagó el televisor y camino hacia la puerta del fondo del pasillo, golpeó con un ruido sordo.

—Tienes cinco segundos para ponerte algo decente, Ronald. Si no, entraré y no me importara lo que vea.

Después de un segundo, apareció Ronald con cara de pocos amigos y con una toalla envuelta en sus caderas.

—Crei que no me ibas a molestar esta noche.

—Pues creo que te equivocaste—Morgana camino hacia la barra y tomo un vaso de agua— ¿Que hacías en mi oficina?

Ella estaba guardando la compostura para no explotar en su cara, entendia a Ronald hasta cierto punto pero ahora mismo solo era una molestia que debía aguantar por el bien de su propio hijo.

—Quería que supieras de la cena con Shawn hoy.

—¿Y crees que diciendo "Mi esposa está ocupada esta noche" iba a ayudar?—grito— Estaba a punto...

—Sé quien es ese hombre, Morgana. Es el padre de Jacob, no soy un tonto.

—¿Y tu punto es...?—Morgana cruzo los brazos y lo miro con enfado, Ronald no se lo estaba haciendo facil— Y sabes que Jacob no tiene nada que ver con esto.

—Si pero... —su rostro cambio— ¿y si viene por Jacob? No permitiré que me quite a mi hijo.

Ronald amaba a Jacob a pesar de que sabía que el niño no llevaba su misma sangre pero ahora que Edgar estaba alrededor no iba a permitir que lo separaran de Jacob.

—¿Y tu crees que voy a dejar que Edgar se lo lleve?—Miro hacia otro—Pero eso no es importante, si querías que no estuviera merodeando aquí, porque impediste que estuviera con Edgar.

—Por Jacob, no lo quiero cerca de mi hijo.

—¿Y que tiene que ver el niño aquí?

—Vaya vaya, pareces frustrada. ¿Esta noche tu...?

Morgana lo miró y casi quiso tirarle el vaso encima, no tenía la paciencia para aguantar a Ronald y aunque tenía razón, no podía involucrarse con Edgar, su hijo estaba en riesgo por ello.

Pero eso no significaba que podía solo disfrutar de los placeres que Edgar podía darle.

—Si, quería esta con Edgar, pero ahora, que le dijiste que estoy casada, ni siquiera mirará en mi dirección.

—Oh, vaya. No pensé que pudiera llegar a esta situación.

—Bueno, ya que yo no tendré nada, tu tampoco.—Así que dejo a Ronald en la cocina y camino hacia la puerta donde sabia que se encontraba el novio de su esposo—¡Shawn es hora de irse!

—¡No puedes hacer esto! ¡Shawn me matará!

—Eso hubieras pensado cuando interrumpirste mi cita de esta noche.

Después de unos segundos un hombre de traje salió de la habitación con cara de pocos amigos, sabia Morgana que Shawn la odiaba, pero esa noche no le importó, se encontraba tan enojada que ni siquiera pensó que él era el hombre que mantenía a su esposo lo más alejado de ella.

—¿Quieres empezar una guerra? ¡Porque soy capaz..!

—A mi no me amenazes, son consecuencias de tus actos. No me molestes.

Y dejó ahí, en medio de la sala a Ronald que miraba con odio donde Morgana se había ido. Tenia que hacer algo para que la mujer lo dejara en paz y el divorcio no era una opción.

Edgar miró la puerta con pesar, era obvio que Morgana no se iba a presentar esta noche y aunque el hombre guardaba la compostura delante de sus invitados, no pudo evitar despegar los ojos de la puerta.

—Te vez extraño, amigo— Douglas, su mejor amigo apareció a su lado, él hombre era el que más se daba cuenta de las expresiones que había mantenido su amigo toda la noche—Pareciera que se te perdió algo en la entrada. ¿Quieres huir? ¿Una amante se topó con la otra?

—No estoy de humor para tus bromas, Douglas.

—Nunca estas de humor—Hizo un exagerado puchero— Pero sé que te alegrará, atrás vi una rubia preciosa, si pides primera, te prometo que jugaré rudo...

—No estoy de humor de nada.

—Vaya, pensé que jamás iba a escuchar eso de tu boca ¿Estas grave? ¿Enfermedad terminal? ¿Gripe? ¿Tienen tus bolas en la mano?

—Solo cierra la boca, Douglas. Esperaba a alguien.

—Y no llegó, lo capto. Tu expresión de mal genio ha estado toda la noche ahí, ni siquiera se han acercado las bellezas.

Pero Edgar ni siquiera quería pronunciar en voz alta el motivo por el cual Morgana no se presentaba aquella noche. Estaba claro que ambos sentían la atracción que jamás mencionaron en voz alta, incluso con solo las dos veces que se habían observado de cerca sus cuerpos respondían a la pasión del otro sin siquiera un toque.

Pero ahora, que la mujer se encontraba casada no podía permitirse fantasear con ella.

—¿Que te parece, ir por ella? Será divertido...

—¡No!—Grito y recibió las miradas a su alrededor— ¡No nos iremos de aquí sin un brindis!

Él levanto la copa y todos lo siguieron después de todo lo de Morgana y él no iba a ser nunca nada, aunque solo quisiera una sola noche.