Federico Belmonte, hijo menor de Brandon y Marisol; ha vivido solamente para trabajar y ser el tío soltero que malcría a los niños.
Sin embargo, todo eso cambia cuando accidentalmente lastima a una linda mujer de ojitos tristes, logrando por primera vez, despertar su interés en alguien y decide indagar en su vida; aunque no sabe si es por curiosidad o algo más profundo.
Ella, pocos minutos atrás, fue informada de una noticia que cambiará su vida para siempre y se siente muy mal para afrontarlo frente a su familia.
¿Qué será lo que la ha dejado así?
¿Será que el accidente fue orquestado por el destino para brindarles una oportunidad?
¿El médico más prestigioso de España podrá curar ese afligido corazón, o Alma levantará un muro que los separe, cerrándose a esa posibilidad?
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Pensamientos pervertidos.
Luego de una exhaustiva revisión y controlar sus instintos carnales; Federico se dignó a hacer las preguntas que corresponden para llenar el historial médico.
—Señorita Alma, ¿qué edad tiene?
—30 años— responde ella acostada en una camilla, ya internada en una habitación VIP que el causante decide pagar.
Y sí, todo el escenario es inventado por el doctor, para su propio beneficio, ¿y cuál es? Estar con ella un par de horas; ya que en realidad no precisa seguir en bata o internarse, puesto que solamente tiene una leve cortada en la frente, la cual no es profunda, ni necesita puntos. Con una bandita, ya estaría bien. Además, le ha realizado exámenes de Rayos X, ecografías y algunos más para asegurarse que no se haya lesionado internamente, pero todo está bien con ella. Solo un leve dolor de cabeza.
Aquí, claramente, podemos notar lo exagerado que es nuestro Federico para aprovecharse en consentirla; sin embargo, ella está muy cómoda y no se da cuenta.
—¿Estado civil?— cuestiona dirigiendo su mirada a los carnosos labios de su paciente.
—Sol... soltera—tartamudea Alma por culpa de ese hombre que la pone nerviosa
El uniforme de casaca blanca le queda espectacular y se ajusta alrededor de sus músculos, haciéndolo ver más apetecible.
—Interesante...— anota en su tablet muy feliz.
—¿Por qué?— ella escupe la pregunta sin darse cuenta. Es algo que solo quería pensar, pero su gran bocota no pudo evitar emitirlas.
—¿Quieres la verdad o no?— cuestiona él cruzando los brazos, dispuesto a decirle que le parece atractiva.
Ella se siente tentada a decirle que sí, esperando que se acerque o algo parecido, pero el reciente fantasma de lo que se enteró, la acobarda.
—¡No, olvídalo!— niega con su cabeza—No me interesa.
—¡Que lástima!— susurra para sí mismo, volviendo a la posición inicial, de pie con su tablet en la mano para llenar los datos.
El mensaje ha sido recibido. Entiende que HOY no tendrá oportunidad, aunque no se rendirá.
—¿Hijos?— esto no es algo que tenga que dejar registrado, pero está decidido conquistarla o por lo menos hacer el intento.
Según el doctor, no permitirá que esa mujer salga de su vida con facilidad. Es única, linda y quiere conocerla, ya que se ha dado cuenta que lo ha mirado y le da la idea de que es recíproco a lo que él desea.
—No— niega ella con los ojos lleno de lágrimas y aunque las retiene, comprende que hay dolor.
No está claro qué pasó para que reaccionara así, pero sabe que es malo.
Federico suspira y deja las cosas en una pequeña mesa, para centrarse en su paciente y cambiar de tema.
—Disculpa que mi hermana haya venido— dice.
—No importa, parece buena mujer y se preocupa por ti— responde sin mirarlo.
—También te pido perdón por lo que dijo.— se avergüenza de solo pensar mencionarlo en voz alta.
—Tranquilo; sabemos que no existe ningún fetiche— ella ríe tratando de sonar indiferente, pero no puede porque algunas ideas ya han pasado por esa pervertida mente.
—No hables por mí— niega Federico con una sonrisita burlesca—No me conoces.— finaliza acercándose para quedar a centímetros de la camilla.
—¿Qué?—Alma no comprende, aunque se sorprende por el cambio de actitud.
—Eso mismo. Tal vez tú no tengas fetiches, pero no sabes de mi parte— responde seriamente haciendo estremecer a la pelinegra.
—¿Tienes?— consulta nerviosa.
—¿Realmente quieres saber?— contraataca con otra pregunta.
—Sí— responde de inmediato por culta de su subconsciente — ¡EH, NO!— grita alertada, mientras un sonrojo tiñe sus mejillas.
—Interesante— se ríe Federico alejándose de la camilla y dejando a Alma muy confundida, aunque también temblando y no justamente de miedo, sino algo más... "vergonzoso".
Ella no puede pensar con claridad porque justamente ese hombre parece que nubla todos sus sentidos y teme por lo que la hace sentir, pero le gustaría al menos un besito del doc.
—¿Qué es lo interesante?— cuestiona ya harta de escuchar esa misma palabra.
Es consciente de que él se está divirtiendo con lo que provoca en ella y la exaspera no poder evitarlo o disimularlo mejor.
—No te preocupes que por ahora no haré nada.—le guiña el ojo— No me aprovecharé de mi paciente, aunque no prometo lo mismo cuando tengas tu alta médica.
—¡Pero...!— sorprenderse con sus palabras es muy posible y más aún quedarse muda, pero, ¿Qué podría decir cuando lo desea y no quiere parecer atrevida?
—Pero nada. Sé esperar— interrumpe confiado. Agarra sus cosas y se dirige a su consultorio, dejándola unos minutos sola.
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¿CUÁL SERÁ LA NOTICIA QUE HA DESTROZADO A ALMA?😔