Para ser guerrera no se necesita tener una armadura, tampoco tener super poderes y mucho menos una espada mágica, para ser guerrera, necesita tener humildad, decisión, amor propio y mucho carácter, para poder enfrentaras adversidades que la vida le presenta, con esa armadura se viste todos los días Cristina Mejia para salir adelante junto a su pequeña hija de ocho años.
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Embarazada.
Maura quedó estática, no sabía si había escuchado bien lo que le decía su sobrina, la miro sorprendida, Cristina lloraba esperando la respuesta de su tía, que no demoro mucho tiempo en reaccionar, que lo único que hizo fue cachetearla, una y otra vez y su vez unos cuantos manotones por la espalda mientras la maldecía.
Maura---: Muchacha estúpida, maldita como pudiste, ahora te vas a buscar a ese hombre que te empreño, te irás a vivir con él.
Cristina---: No puedo tía el no me quiere(llora)
Maura---: No puede ser, tienes que irte a vivir con él.
Cristina---: No tía, él tiene novia, él no me quiere.
Clemente---: ¿Que pasa cuál es el escándalo?
Jorge--: ¿Mami porque le pegas a Cristina?
Maura---: Está maldita está preñada, y no quiere ir a buscar al hombre que le desgracio la vida
Clemente---: Si está preñada tiene que irse de aquí, ya bastante tenemos con ella y ahora otra boca más, no puedo aceptar eso.
Cristina—-: Por favor no me voten no tengo a donde ir, tía por favor ayúdame (llora desesperada)
Clemente---: Tú decides, Maura tu sobrina o yo, porque si ella se queda yo me voy.
Maura---: Tienes que irte de aquí, fuera ya no eres mi sobrina, como te fuiste a enredar con un hombre, significa que ya no te hago falta, sal de esta casa Cristina y ya vuelvas nunca más por aquí, porque no serás bien recibida.
Cristina---: Tía no, te prometo trabajar duro, pero no me votes de aquí te lo suplico (llora).
Maura se encerró en su habitación, empezó a llorar en silencio, no podía creer que la historia de su hermana se repetía, ella juró cuidar a su sobrina hasta que ella forme un hogar, pero lamentablemente tenía escoger a su marido. El llanto de Cristina estrujaba su corazón solo esperaba que aquel hombre verla desamparada se conmueva y la acoja en su casa. En la sala Jorge reía al ver la desgracia de su prima, Clemente salió con una pequeña funda donde había guardado la ropa de Cristina, la tomo del brazo y jalo hacia afuera a él no le importo las súplicas de Cristina.
Clemente---: Lárgate y no vuelvas, maldita mojigata.
Jorge---: Por andar de rabo caliente ahora te toca marcharte de nuestra casa.
Clemente cerró la puerta, se sentó en la hamaca con una sonrisa en su rostro, él jamás estuvo de acuerdo que su esposa se hiciera responsable de ella, pero como estaba su suegra viva tuvo que hacerse el tonto y aceptarla porque el chalé y la finca era de su suegra, ahora que Cristina no está todo le quedará a sus hijos, no es gran cosa la finca, pero siempre es bueno tener tierras decía en su mente.
Por su parte Cristina, caminaba con lágrimas en sus ojos hacia la carretera principal, necesitaba llegar al centro de la parroquia y buscar a dónde pasar la noche, temía por su vida, pero tenía que ser fuerte por su hijo, después de dos horas de camino, pudo llegar hasta la iglesia parroquial El Retiró que lleva el mismo nombre de la parroquia, la iglesia estaba cerrada, lo único que pudo hacer era ocultarse entre los anchos pilares y descansar esperando estar a salvo durante la noche.
A medida que pasaba las horas y la noche más oscura se volvía, Cristina no dejaba de llorar, como estaba tan lastimada no sintió el frío en su cuerpo, solo quería un milagro y que su tía vaya por ella y la perdone, ya que ella era su único familiar.
Mientras tanto en el aeropuerto Simón Bolívar de la ciudad de Guayaquil, en un viaje en primera clase desde Chile llegaba un hombre de mediana edad con ojos negro, alto de bien parecer aquel hombre llegó acompañado a dos jóvenes que aparentemente son sus hijas, Renato Azin había vuelto al país, él había enviudado y decidió regresar con sus hijas mellizas de 14 años, al aterrizar recordó al gran amor que tuvo que en su juventud cuando él era pasante de ingeniera agrónomo en una hacienda él la parroquia rural del cantón Machala.
Renata---: ¿Que pasa papi te fuiste por un segundo?
Regina---: ¿Te acordaste de algo verdad?
Renato---: Solo de un gran amor que deje aquí cuando me fui, pero ya es tarde ella debe estar casada y con hijos.
Regina---: Y si está sola esperándote..
Renato---: Imposible fue hace diecisiete años, debe tener su familia.
Renata---: ¿Era guapa?
Renato---: Si era muy hermosa.
Regina---: Por suerte mi madre murió si no te arrancará los cabellos.
Renato---: (ríe) Tu madre también era hermosa, vamos que la ciudad de Machala no queda cerca.
Regina---: Donde queda la casa de la abuela.
Renato---: En Puerto Bolívar, espero que esté adecuada, le pedí a mi tía que me ayude, con la limpieza.
Renato tomó un taxi, para retornar a su casa, mientras tanto en la ciudad de Machala parroquia "rural El Retiro" en la casona Muñoz, José no podía conciliar el sueño, tenía las miradas puestas en el techo, la confesión que le hizo Cristina no lo dejaba dormir y además no podía sacar de su mente la escena cuando él la golpeó, el hermoso rostro cubierto por lágrimas de Cristina le carcomía el corazón…
José---: Dios, me siento tan miserable ¿por qué la golpee no tenía que actuar así? Que hago sé que yo soy el único en su vida y si de verdad está embarazada, "seré papá" (sonríe) será un hijo muy hermoso porque esa niña es realmente hermosa bella como la flor de Liz, soy un imbécil yo amo a mi novia porque tengo que pensar en esa niña chantajista, mañana hablaré con ella seriamente, lo bueno que me iré a España, pero antes dejaré las cosas en claro, si eso haré.
Al día siguiente, cuando los rayos solares estaban por salir, Cristina despertó asustada, sintió que la tierra empezó a moverse, ella se puso de pies de inmediato, algunas personas salieron asustadas de sus viviendas, era un temblor que tenía como epicentro al Cantón Huaquillas que en la ciudad de Machala se sintió fuerte, ella se asustó, tomo su funda donde tenía su ropa, miro su bolsillo de lo cual contaba con solo ochenta mil sucres, esa cantidad no le alcanzaba para muchas cosas, preferido ahorrarlos y se sentó en el parque esperando aclarar su mente y decidir a dónde ir.
Cristina---: Diosito ayúdame, mira que tengo un pelado en mi barriga, no permitas que nada nos pase, cuidanos. Mamita cuídame por favor, ya que mi tía no me quiere y el señorito José tampoco, ahora me alejaré de ellos y tengo mucho miedo.
Ella estaba sentada en el parque orando, y un empleado de la hacienda la llamo, la había reconocido y sorprendió al verla sola muy de mañana.
Empleada----: Cristina, ¿que haces a la seis de mañana aquí en el parque y sola?
Cristina---: Yo buscaré trabajo en otro lugar, ¿vas a Machala?.
Empleado----: Si, iré a comprar unos fertilizante.
Cristina---: Me puedes llevar, necesito ir a otra ciudad.
Empleado----: Claro sube, no crees que estás muy niña para ir sola y tu tía sabe de esto.
Cristina---: Tuve una discusión con mi tía y decidí irme de la casa, por favor me dejas en el terminal y no le digas a mi tía dónde me dejaste, claro si te pregunta.
El empleado obedeció y dejo a Cristina en el terminal, ella miró a su alrededor se sentó en un asiento de espera y lloro angustiada verse sola y sin protección, ahora estaba sola enfrentándose a la vida sin que nadie la ayude y con un bebé creciendo dentro de su vientre.
En la casona Muñoz, Maura llegó sola, y un poco tarde, Cantina ya estaba preparando el desayuno un poco enojada porque realmente ese no era su trabajo, su trabajo era cuidar de la casa y no cocinar.
Cantina---: Al fin llegas ¿dónde está Cristina?
Maura---: Ella ya no vendrá, la heche de la casa (reteniendo las lágrimas).
Cantina---: ¿Porque la votaste de su casa?
Maura---: ¡Porque está embarazada!
Yolanda---: ¡Embarazada!
Maura miro a su patrona que estaba parada junto a José en la entrada de la cocina, que enseguida José sintió un vuelco en su pecho y se preocupó.