Detrás de la fachada de terciopelo y luces neón de una Sex Shop, un club clandestino es gestionado por una reina de la mafia oculta. Bajo las sombras, lucha por mantener su presencia dentro de los magnates, así como sus integridad de quienes la cazan.
¿Podrá mantenerse un paso adelante de sus depredadores o caerá en su propio juego de perdición y placer?
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Mucha acción para una noche
Las cosas se habían calmado en el club, al menos en la superficie. El ambiente se había relajado en una atmósfera de indulgencia y vicio controlado, con la sofisticada música clásica de fondo entrelazándose con la presencia de bailarinas exóticas que lucían trajes de gatitas, meneando sus cuerpos contra el tubo de poledance.
Eleanor, sin embargo, había estado absorta en una discusión. Conversaba con un hombre bien trajeado y de aspecto que podría considerarse "normal" dentro de ese entorno caótico. Llevaba gafas, dándole un aire intelectual e interesante a los ojos de algunas damas. La intensidad de su conversación sugería algo más que un simple coqueteo o un trato de negocios.
Julian los observaba con impaciencia desde la distancia. Esperaba su oportunidad para hablar con ella, pero esta no parecía llegar. Por alguna razón que desconocía, se sentía profundamente perturbado por la mirada del acompañante de Eleanor, un hombre que no apartaba sus ojos de él,transmitiendo una mezcla de resentimiento y rencilla, a pesar de que Julian estaba seguro de no conocerlo. Pero el agente necesitaba respuestas sobre lo que habia pasado con Kiam. Su curiosidad y su sentido de la justicia le gritaban que debía actuar lo antes posible.
Dispuesto a ignorar la tensa mirada y a descubrir lo oculto detrás del incidente, se dispuso a caminar hacia la pareja. Sin embargo, el tono de llamada de su teléfono interrumpió su avance. Maldijo entre dientes y contestó, alejándose de cualquiera que pudiese escucharlo.
—¿Qué pasa, Rose? Te dije que no me llamaras cuando estuviera aquí.
—Lo sé, y discúlpame. Pero esto es muy importante— respondió ella con los nervios a flor de piel. Su respiración estaba agitada y tartamudeaba por la preocupación.
—¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué estás así?—preguntó Julian desesperado, pidiendo menos intriga y una respuesta directa.
—Es tu hermano. Está grave en el hospital.
La noticia lo golpeó como un puñetazo.
—¿Cómo que está en el hospital? ¿Qué carajos fue lo que ocurrió?— La preocupación comenzaba a invadirlo, desplazando temporalmente su foco en la misión.
—No lo sé, no me han dado explicaciones. John, tu amigo, lo encontró en un incidente que fue reportado al departamento de policía. Le dispararon e intentan estabilizarlo en urgencias.
—¡Maldita sea, Derek! ¿En qué se habrá metido ahora?—susurró Julian, el dilema cayendo sobre él con todo su peso.
Estaba entre la espada y la pared. Le importaba su hermano, estaba profundamente preocupado. Pero justo en frente de él, se desvanecía su oportunidad de oro para obtener información crucial sobre los Sterling. Se pasó la mano por el cabello con desesperación.
—Yo iré al hospital, ¿sí?— se ofreció Rose al otro lado de la línea—Cualquier cosa que suceda, te estaré avisando.
—¿Estás segura? Mira la hora que es. Es peligroso que una mujer ande sola por la ciudad a altas horas de la noche. No quiero que te pase nada a ti tampoco—intentó sonar convincente y comprensivo, aunque en el fondo solo quería gritar: “Por favor, no vayas, tengo miedo de perder a mi hermano y tampoco quiero perderte a ti”.
—No estaré sola. Le he pedido a John que viniera a buscarme— Julian se tranquilizó levemente. John y él eran amigos inseparables desde jóvenes, compañeros de profesión y de vida. Su lealtad trascendía la hermandad.
—Cuídate, te quiero mucho.
—Y yo a ti, cariño. No te preocupes, solo enfócate en la misión. Hablamos mañana en casa.
La llamada finalizó. Julian soltó un suspiro cargado de estrés y, con esfuerzo, mantuvo la compostura. Retomó su plan inicial. Sin embargo, Eleanor había desaparecido.
Julian giró la cabeza en todas direcciones, buscando algún rastro de ella. Vio una estela de su vestido detrás de las luces del escenario. Caminó con prisa entre la multitud, apartándolos sin disculparse. Pero Eleanor era escurridiza; cada vez que creía haberla alcanzado, se desvanecía como por arte de magia.
Finalmente, la vio cerca de la zona de los sanitarios. Imaginó que se había metido al de damas para hacer sus necesidades. Esperó un tiempo que se sintió como una eternidad: cinco, diez, veinte minutos. Al ver que no salía, la impaciencia lo superó. Ignorando cualquier protocolo o pudor, entró descaradamente a buscarla en el baño de mujeres. Y como era de esperarse de la líder de la mafia, por más que buscó y buscó, no la encontró. Maldijo su mala suerte, cansado de jugar al gato y al ratón con ella.
Al salir, la encontró entre el montón de personas que bailaban en la pista, pero por más que se esforzaba, no lograba alcanzarla. Su rastro lo guió finalmente a un pasillo solitario y con iluminación tenue, flanqueado por puertas aseguradas sin número ni timbre. A lo lejos, se escuchaban gritos o súplicas amortiguadas que provenían de su interior.
Una puerta en particular estaba entreabierta, dejando escapar un haz de luz. Se acercó con cautela, esperando cualquier tipo de truco o trampa. Pero al asomarse sutilmente, no encontró a nadie. La estancia parecía una lujosa habitación de hotel: una cama matrimonial impecable, toallas blancas adornando el colchón, un televisor, sillones cómodos y un pequeño armario a un costado. También había una entrada que conducía a un baño sencillo.
La puerta se cerró de golpe detrás de él.
Julian se puso en completa alerta, girándose con la rapidez de un depredador. Eleanor estaba allí, recostando su sensual cuerpo sobre la madera.
—Hola de nuevo, Julian. Parece que esta noche estamos destinados a encontrarnos— comentó con una sonrisa lenta.—Parece que… el cazador resultó ser cazado. Eres un gatito muy curioso, Julian. Eso no se hace—La hipocresía en su voz era palpable, bañada en burla.
—Dime una cosa, ¿qué es lo que quieres de mí?.
—Eso es lo que yo debería preguntar, Juliancito. ¿Qué pretendes al seguirme hasta acá? ¿Crees que soy estúpida?—sus palabras ya no eran tan gentiles como al principio.
—¿Quién era el tipo de antes?.
—¿Y eso a ti qué te importa?— soltó su veneno.
—¿Eres consciente de la situación en la que te encuentras? Todos querrán ir detrás de ti. Eres muy despreocupada para ser la líder.
—Y tú muy ingenuo para ser tan curioso. No me subestimes, Julian. Kiam no será rival para mí
—Así que "Kiam"... Si eso fuese así, ¿por qué no lo terminaste de matar? Tú y yo sabemos que ese puñal es muy certero. Pudiste haber perforado su intestino, ¿por qué desviarlo a un costado a propósito? ¿Acaso será que le tienes miedo?.
Julian se acercó a ella peligrosamente, acorralándola contra la puerta. Ella sonrió con picardía antes de responder.
—¿Creíste que dejaría verte mi debilidad tan fácilmente, niño rico? Deberías dejar de ser tan confiado. Preocúpate por lo tuyo. Puede que te estés perdiendo de algo importante.
Julian arrugó la cara, confundido por la última frase. ¿A qué te refi..
En ese momento, la ventana de la habitación estalló en mil pedazos.
—Hijos de puta, ya me encontraron…—se quejó Eleanor, con un tono que mezclaba fastidio con una adrenalina salvaje