Ana vive una vida monótona y sin sabor. ¿Estará dispuesta a dejarse llevar por la tentación?
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EL DÍA DESPUÉS
Lo observo perderse entre la gente que ya comienza a acumularse a la espera de su transporte.
Mi cara no expresa en absoluto la noche en vela que pasé. Sonrío ampliamente con este sentimiento tan refrescante y pienso que es lindo sentirse deseada y sobre todo que alguien nos mire realmente.
La verdad es que mi matrimonio, mi vida entera está marcada por segundos, horas y minutos. Nada se sale del esquema programado y así voy viviendo sin vivir.
Lo sucedido esta noche es una inyección de adrenalina. No suelo ni siquiera pensar en otros hombres, no miro ni me deleito de la belleza ajena. Pero con Gabriel siento una conexión increíble.
Acomodo las cosas en el banco. Vuelvo a recoger mi pelo y me dispongo a esperar que llegue Gonzalo. ¿Notará que otro hombre me ha besado con pasión? Me pongo nerviosa, seguramente que sí lo hará, me conoce como nadie. Trato de actuar lo más normal posible. "Tranquila, Ana, fue solo una beso", la voz de mi cabeza suena calmada. "Tampoco tuviste sexo con él", "No, claro, no tuvimos relaciones. Pero me he pasado las últimas noches soñando con un fulano idéntico a Gabriel que me ha hecho gozar como nunca. Ya sé que no cuenta pero pareciera que ya he tenido sexo descontrolado con él. Gonzalo lo notará, estoy segura"
Sumida en mis pensamientos me sobresalto cuando Gonzalo se sienta a mi lado y me saluda.
__ Cariño, no te asustes, soy yo.
__ Lo siento, estaba distraída.
__¿Como ha ido la noche?
"Fantástica, besé a una desconocido y si hubiera tenido la oportunidad me acostaba con él" Pienso con sarcasmo. Pero me limito a responder:
__ Bien, tranquila, nadie se acercó a molestarme.
__ Qué bueno escuchar eso. Estuve muy preocupado.
Observo a Gonzalo, veo que habla sin parar pero no escucho lo que dice. Hace tiempo que hemos dejado de ser atractivos el uno para el otro. Más bien siempre ha sido una cuestión de comodidad más que de atracción, ambos estábamos cómodos en la relación que tenemos. Pero hoy siento que una gran venda ha caído de mis ojos. Lo quiero, sí, llevamos mucho tiempo y muchas cosas compartidas, sin embargo nunca me hizo vibrar.
__ Vamos a desayunar, querida. Seguramente necesitas un buen café.
__ Lo siento, cariño, pero debo correr a la oficina así puedo asearme y cambiarme de ropa. No quiero darle a Pablo la satisfacción de verme hecha un desastre y poder reprenderme por eso también.
__ Está bien, entiendo.__ Hasta el momento no ha notado nada, su expresión es la misma de siempre.
__ ¿Nos vemos esta noche en casa?
__ ¡Seguro! Yo cocinaré hoy.
__ Perfecto, gracias. Debo marcharme. Que tengas un lindo día en el trabajo.
Le doy un suave beso y me marcho con el bolso de ropa.
Dios, qué difícil ha sido eso. Me apena tanto no sentir nada cuando lo beso, me apena que no note nada diferente en mí.
Al llegar a la oficina me recibe el portero
__ Señora D'angel, qué sorpresa verla llegar tan temprano.
__Buenos días, Carlos, tuve un contratiempo ayer y perdí el tren. Mi esposo acaba de traerme ropa. ¿Cree que habrá algún problema si utilizo los baños con ducha para refrescarme?
Carlos sabe perfectamente cómo es Pablo, pero es un hombre bueno y no duda en ayudarme.
__ Aún faltan 40 minutos para que llegue el señor Pablo. ¿Cree que es tiempo suficiente?
__ Más que suficiente para mí. __ Digo sonriendo.
__ Pase entonces... Y recuerde: jamás tuvimos esta conversación. __ Me guiña un ojo y me brinda una sonrisa cómplice.
__ ¡Muchas gracias!
Me dirijo a toda prisa a la zona de aseo y tomo una rápida ducha. Todavía no hay nadie en la empresa, solo la gente de limpieza y el portero. Me cambio, me peino y me maquillo un poco. Guardo todas mis cosas con cuidado, miro el reloj: aún faltan 20 minutos para que llegue mi jefe. Perfecto, tendré tiempo de ir a desayunar y volver como si nada.
Al salir de la empresa vuelvo a agradecer a Carlos su amabilidad y camino hacia el café de la esquina.
Hoy me apetece desayunar bien, pido café cortado, pan y mermelada, jugo de naranja y una dona. Mientras miro por la ventana vuelvo a revivir ese apasionado beso. Me toco los labios con las yemas de mis dedos, definitivamente quiero más, más besos, conocerlo más, quiero descubrir qué es esto que me pasa.
Pienso en mi vida y descubro que jamás he hecho nada fuera de las reglas, nada excitante. ¿Será la crisis de los 30's? No lo sé, pero sí estoy segura que quiero descubrir, explorar, sentir, vivir.
Pienso en llamar a Gabriel pero recuerdo que mi teléfono está muerto y que debo conectarlo. A demás mostraría excesivamente mi ansiedad ya que solo han pasado algunas horas desde que nos despedimos. "Quisiera volver a verte... Llámame" sus palabras suenan claramente en mi cabeza.
El día laboral comienza y transcurre tranquilamente. Pablo ha encontrado a otra empleada para molestar, la pobre muchacha lleva unos meses trabajando en la empresa y su grave error fue confundir los documentos de dos grandes marcas con las que trabajamos, por lo que Pablo se puso furioso y la tiene de arriba a abajo haciendo mil cosas. Si tuviera la oportunidad de ver al jefe de jefes le mostraría como trata a sus empleados ese desgraciado de Pablo. Quizás sea un hombre razonable y lo eche a patadas de la empresa o quizás sea peor que Pablo.
En fin me dispongo a terminar mis últimos informes para poder salir a almorzar.
Vuelvo a café de la esquina para buscar algo de comer, tengo una hora. Por lo general pido para llevar y como en mi escritorio, pero hoy no. Quiero tener ese momento para relajarme... Mejor dicho, quiero ese momento para pensar en Gabriel.
Sus palabras vuelven a resonar en mi mente... "Llámame", pienso en tantas cosas. Al final decido llamarlo. Busco su tarjeta en mi bolso, marco y espero.
__¿Hola?__ Del otro lado de la línea suena esa voz profunda y yo descubro que la energía también se transmite a la distancia. Bastó una sola palabra para que me diera ese choque eléctrico.
Aclaro mi garganta y digo:
__ Hola Gabriel, habla Ana... de la estación... __ Hago mi mayor esfuerzo por no sonar tan nerviosa.
__¡Ana! que agradable sorpresa. ¿Cómo estás?
__ Bastante bien, gracias. Hoy es un día tranquilo para mí.
__Me alegra escuchar eso. ¿Has tenido algún problema después que nos despedimos en la estación?
__ No, no, ninguno.
Hubo una pausa incómoda. ¿Qué debía decir? Como una idiota me lancé a llamarlo y no tengo nada para decir. Por suerte él toma la iniciativa y con su profunda voz me dice:
__ Lo pasé muy bien anoche, eres una mujer fascinante.
__¡Oh no! No lo soy __ respondo entre risas__ Yo también lo pasé muy bien. Hace años que no pasaba una noche tan hermosa.
__Me gustaría volver a verte. ¿Quieres tomar un café conmigo cuando salgas del trabajo?
Pienso en ello, me demoraría un poco en llegar a casa. Tomaría el último tren.
__ Está bien. A mí también me gustaría. ¿Donde?
__ En el café que está antes de llegar a la estación, a las 17 te espero.
__ ¡Perfecto! Nos vemos entonces. Adiós.
__ Espero con ansias. Adiós, hermosa.
La comunicación se corta y me quedo con mi cara de boba, sonriendo a la nada.
Tengo una cita, tenemos una cita Gabriel y yo... ¡Qué lindo suena!