La Santa Guerrera

"¡Hágalo de nuevo señorita!"

"¡Usted es impresionante!"

"¡Enseñenos!"

Todos los caballeros gritaban y hablaban de Laila mientras ella corría con dos espadas atacando uno por uno los nuevos troncos que habían traído.

"Lai.." El Marqués miraba asombrado la escena, al igual que el Duque y Madame estaba molesta por toda la atención que tenía ahora.

"Señorita, tenga cuidado"

Gritó Mina al ver que Laila había vuelto a subir a un tronco.

"Descuida, soy muy flexible" Laila sonrió.

"¡Lai! ¡Te caerás!" Gritó el Marqués pero el Duque lo detuvo.

Laila agitó su mano saludando.

"¡10! ¡Utilicé 10 cuchillas!" gritó un caballero.

"¡15!" Gritó otro.

"Amigos, tranquilos, utilizaré 10, no tengo muchos dedos" los tranquilizó y soltó una pequeña risa. "¿Están listos? ¡Miren bien!"

Laila se dejó caer hacia atrás de nuevo y con los ojos cerrados, lanzó de manera rápida y precisa las cuchillas, que dieron en el mismo lugar quedando al lado de las otras que había tirado anteriormente.

Giró en el aire y cayó de pie.

"¡La señorita es la mejor!"

"¡Le serviremos fielmente a la señorita!"

Comenzaron a chiflar y gritar.

Laila caminó hacia su padre, la blusa de manga larga con botones y de refinada tela blanca, conjugada de un pantalón beige con botas hasta las rodillas que eran de color negro estaban llenas de tierra.

La prenda blanca que cubría su refinado pecho, cintura y brazoss estaba ligeramente mojado del sudor.

El Duque la miró admirandole y fascinado por lo que había hecho, su cabello plateado que cubría su espalda aún estando en coleta se meneaba por el aire, la luz del sol dejaba ver el pecho un poco descubierto de Laila que también brillaba por el sudor.

"¿Qué haces? ¿Por qué no estás descansando? ¿No te lastimaste?" La tomó de las manos el Marqués.

"¿Cómo supiste que...? ah... Hola Madame Sonia." La fulminó con la mirada. "Y usted es..." Miró al Duque.

"Hija, él es el Duque Besthat" Lo miró.

Vaya, que guapo.

" Ya veo, un gusto conocerlo" se inclinó.

"Si, lo mismo va para tí." Le sonrió.

"Bueno, padre... ¿por qué me buscabas?" preguntó Laila ignorado al Duque.

"Solamente vine a verte, creí que seguías en cama." miró hacía los troncos. "Hija, tus manos están sangrando un poco" se preocupó.

"Oh, no es nada papá, lo vendaré bien y sacaré las astillas que se hayan pegado, si no necesitas nada más, me gustaría retirarme a darme un baño, cierto... ¡Mina!" Gritó Laila y Mina se apresuró.

"A sus órdenes Señorita." se inclinó Mina.

"Mañana no traigas troncos, las astillas son frustrantes, diles que se los lleven y... al tronco deshecho que lo lleven a la basura, una vez roto ya no sirve y guarda las espadas por mí "Señaló Laila.

"Bueno padre, me retiro a darme un baño, Duque Besthat un gusto, está señorita se retira." Se inclinó y caminó.

Laila entró a la casa principal y el capitán se acercó al Marqués.

"¡Saludos al Duque Besthat y al Marqués y Madame Mc'allens!" Habló fuerte el capitán.

"¿Qué sucedió aquí?"

"Verá Señor, ¿vé aquellos troncos apilados en la esquina?" El Marqués lo miro confundido. "Eran 15 pero la señorita los cortó por la mitad a todos en la primera movida, era impresionante y más al traer dos espadas. Los otros cinco troncos apilados a un lado fueron atacados por cuchillas como lo que acaba de hacer la señorita. El tronco que está hecho pedazos fue el que la señorita golpeó con las manos limpias."

Parecía que la mandíbula del Marqués tocaría el suelo.

"Mi... ¿mi Lai hizo todo eso?" El capitán asintió.