Nací dentro de una familia con bastante poder y recursos que por culpa mía, terminaron por perderse o cediendo a otros.
Terminé en la cárcel por fraude e intento de asesinato, extorsión y amenaza premeditado hacia la única persona que creyó en mí. Sola en mi celda pagando por mis pecados y errores, en plena oscuridad y un silencio mortal e incesante, sentí una punzada en el abdomen y la sensación de que me había mojado la camiseta, pronto percibí el olor de la sangre y pese a lo oscuro que estaba vi a través de los rayos de la luz de la luna llena que entraban por los barrotes de la ventana que daba afuera, la sangre que brotaba de mi interior, mis manos se mancharon de sangre enseguida y en ese momento de desesperación una voz retumbó en las paredes de mi celda.
"Tu destino será morir a menos de que cambies tu rumbo..."
Rogué y supliqué por cambiarlo y luego de eso la oscuridad invadió mi campo visual y supe que había llegado mi hora.
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Capítulo 4: Preocupaciones
EINAR
"—Eso no basta, además no es suficiente para que puedas decir que es evidencia suficiente para decir que un lobo blanco que nació a partir de la muestra de ADN de un lobo gris, sea un lobo blanco puro, es un híbrido. No hay más—."
Dijo Aila como respuesta a nuestro debate sobre el lobo blanco. Finalmente, me di por vencido y le otorgué la victoria, ella se rio de mí mandándome un Sticker burlándose de mí.
—Eres muy infantil, Aila Richter—. Le escribí y ella dijo:
"—Vaya..., ¿qué? ¿quieres la revancha?—"
Me preguntó y en ese momento recibí un correo de mi asistente, con información sobre Aila. Respondí con rapidez su mensaje.
—Me encantaría, pero tengo trabajo por hacer. Hablamos luego—. Ella respondió con un: "Está bien, adiós, buenas noches..."
Dejé el teléfono y me enfoqué en lo que había enviado mi asistente sobre Aila. Debía estar seguro de que los rumores sobre ella y su personalidad fueran verdad o una mentira por parte de ella o la gente.
Leí el correo con sumo cuidado, todo sobre ella era todo lo contrario a lo que vi en el evento de caridad. Sin embargo; no me atreví a confiar en lo que vi sino en lo que mis instintos me decían. Y estos me decían que debía darle el beneficio de la duda a Aila Richter, por lo que lo mejor era casarme con ella y ver con mis propios ojos qué clase de mujer era ella en realidad.
Muy pocas veces me había equivocado. Esperaba que mis instintos tuvieran razón, de lo contrario haría de su vida un infierno.
Me dejé caer en el respaldo de mi silla de mi escritorio color caoba oscuro, solté un largo suspiro, cerré los ojos un momento y pronto los abrí al ver el rostro de Aila, ella estaba sonriendo y sus ojos tenían ese brillo único y especial.
Era innegable el hecho de que era una mujer muy bella e interesante. Sin embargo... no se podía confiar en la sonrisa y la amabilidad de una mujer.
Me quedé leyendo el resto de la información en la oscuridad de mi oficina, no quería que la luz iluminara la habitación, además no quería ver mi reflejo en la ventana que había detrás de mí, cubierta con una cortina negra enorme y pesada. La luz de la pantalla de la computadora portátil era lo único que iluminaba mi rostro. Luego de un rato había leído toda la información que mi asistente había hallado sobre Aila y todo era absolutamente lo contrario a lo que ella mostró ser en el evento de caridad de la familia Württemberg.
Pero hay personas que son doble cara, y ese podía ser caso con Aila y no iba a correr ese riesgo, además... era muy extraño la manera en que ella me habló durante todo el evento. Era muy amable, conversadora, atenta y educada. Sin embargo; sus ojos por momentos reflejaban una mezcla de tristeza y arrepentimiento, hacia algo o hacia alguien.
Era como sí ella hubiese cometido algún error grave que posiblemente la hizo ser de otra forma, algo que la hizo pensar y reflexionar de tal manera que su personalidad cambió de forma muy drástica. Había algo extraño; sin embargo, no desee indagar más porque de lo contrario iba a terminar sabiendo cosas que no deseaba saber.
Vi mi teléfono y eran alrededor de las tres de la madrugada, no podía dormir y esa noche era una de ellas.
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AILA
Oía a mi hermana Anna roncar al otro lado de la pared, era fuerte y claro. Sabía que a la mañana siguiente ella tendría una fuerte resaca y Adler, por otro lado, también lo mismo, pero con la única diferencia de que el maldito despierta por la mañana fresco como una margarita, eso era impresionante en un chico de dieciocho años.
Sin embargo, Anna... era otra historia, era buena bebiendo, pero mala para procesarlo por la mañana. Típico ella.
Daba vueltas en la cama tratando de dormir. No podía dormir y no era por los ronquidos de Anna y de Adler, al contrario, estaba contenta por haber conseguido cambiar lo sucedido en el pasado, pero, por otro lado..., no estaba tranquila y algo me estaba preocupando, no sabía qué era.
Sin embargo; luego de unos minutos esa misma voz que me habló antes de morir en el pasado se hizo presente.
"Tomaste una buena decisión..."
Pronto la voz se fue y cuando menos me di cuenta ya había amanecido. Suspiré pesadamente y me dejé caer en la cama. La suavidad de la seda de mi cama era demasiado resbaladiza y peor aún con el camisón negro que traía puesto. Me levanté de la cama y me dispuse arreglarme, sabía lo que se venía y tenía que estar preparada.
