Olivo

...PEPPER:...

Frío, dolor, ardor.

Mi pecho dolía, mi garganta y mi nariz ardían, sentía que la respiración me fallaba. Solo había visto una figura en la oscuridad, un hombre alto con el rostro cubierto por una máscara, ojos del mismo tono que la noche de aquel día.

¿Días? Fue un día. ¿Cuánto tiempo pasó?

No, tal vez solo estaba soñando, un mal sueño muy real.

Quería tragar, pero dolía.

Abrir los ojos.

Tenía miedo.

Iba a morir.

— Si la tocas a la fuerza, me olvidaré de que eres mi hermano, cortaré tu garganta.

La voz femenina disipó mi conciencia confundida, mis sentidos se abrieron.

Estaba despertando o tal vez muriendo.

— No soy esa clase de sujeto, Maude.

La voz ronca hizo eco varias veces en mi mente.

Me dolía la cabeza.

— ¿Qué vas a hacer con ella?

¿Una conversación? ¿Dónde estaba?

Entre abrí los ojos, me dolían.

Mi pecho dolía mucho.

— Claro, ahora te conviene que la deje cautiva.

Solo pude ver un segundo.

Dos figuras en lo que parecía ser un sótano penumbroso, sus rostros estaban oscuros.

No, eran sus pieles.

La costurera, con ropas extrañas de hombre y el cabello alborotado.

Recordé entonces que en el jardín la había visto.

Antes de que me cubrieran el rostro con un pañuelo, después de eso todo se volvió confuso.

No pude observar al sujeto que estaba con ella porque no quería ser descubierta espiando.

Volví a cerrar mis ojos.

¿La desgraciada había tramado esto para sacarme de su camino?

No podía forzarme, mis ojos aún dolían y mi garganta estaba sufriendo hasta para tragar.

— Intento prevenir que el lord pague por crímenes que no ha cometido.

¿Lord? ¿Qué Lord? ¿Lord Leandro Mercier?

— Todo lo que haces por ese hombre me sorprende tanto, jamás fuiste tan aguerrida por tu hermano — Gruñó su cómplice — Solo porque estás enamorada y no quieres abrir los ojos, espero que ese hombre no te dé la espalda.

No me sorprendía, la costurera siempre pareció querer al lord.

— No es justo lo que está pasando el lord, el duque lo ha hecho responsable del acto, tiene apoyo del rey para la búsqueda así que no tardará en peinar todas las calles — Gruñó y me desconcerté — ¿Qué vas a hacer? Este refugio no es impenetrable, está tan deteriorado que un ejército lo echaría abajo con un empujón.

¿A caso estaba intentando persuadir al sujeto? Pero, si ella era su cómplice y me había raptado. ¿No planeó esto?

— No voy a quedarme aquí.

— ¿Qué rayos harás? ¿Cargarás con ella por todas partes?

Me asusté ¿Quién rayos era el sujeto que hablaba? ¿Me iban a llevar a otra parte? Si salía de la capital no iba a poder regresar, no conocía demasiado del reino, aunque viví fuera de la capital hasta mi adolescencia, mi padre era el que sabía sobre direcciones.

No sabía andar sola.

— Quiero que el duque terminé arrancándose los cabellos de la desesperación, quiero que sufra y tenga un poco de lo que sentimos cuando perdimos a nuestros padres entre las llamas, que su agonía no acabe jamás — Dijo, la voz tenía un tono tan despiadado y rencoroso.

¿Quemados? ¿Me habían raptado para vengarse de mi padre? ¿Ese era el motivo?

— También deseo lo mismo, pero no de esta forma — Dijo la costurera — No tiene culpa alguna, Roquer, jamás hemos dañado a personas inocentes.

Ya no sabía si era una costurera.

¿Quién rayos era esa mujer? ¿Por qué hablaban de una venganza contra mi padre? ¿Él les hizo daño? Tal vez por eso la costurera estaba cerca de lord Leandro Mercier ¿El noble también estaba detrás de esto?

— Y sin embargo, estamos en este lugar de porquería, robando y matando para sobrevivir, recibiendo escupitajos de los más poderosos cuando ellos cometen fechorías para seguir teniendo fortuna y poder, no me parece justo, es hora de que las cosas tomen su lugar — Dijo el sujeto, con más enojo.

— Podemos vengarnos, pero dañar a alguien solo porque su padre es malo no es correcto.

La costurera estaba apelando por mí, no lo creía, ella solo me insultaba al verme, bueno, yo también la insulté, pero los celos por el lord me llevaron a eso.

Pensé que me querría muerta.

— No hay otra forma, nada le dolerá más que perder a su hija.

¿Perder a su hija? Me llené de más pánico, mi respiración estaba fallando cada vez más, una crisis en estos momentos me delataría.

¿Qué iba a hacerme ese sujeto? ¿De qué lado estaba la costurera?

Sentí como la cama se hundía.

Mi pánico aumentó.

 Escuché lo que parecía ser el roce de algo contra un metal.

— No le hagas daño a la señorita.

Tal vez esto era parte del plan, la costurera estaba fingiendo no estar de acuerdo, seguramente sabían que estaba despierta y ella quería quedar fuera de esto si yo llegaba a escapar.

¿Cómo rayos iba a escapar? Apenas y podía respirar bien.

— ¿Por qué rayos defiendes tanto a tu enemiga? Si escapa, nos delatará.

Era verdad, los iba a delatar.

— Está en su derecho, no puedes juzgarla.

— Tú no puedes encontrarle bondad a una desconocida cuyo padre es un maldito asesino, obviamente, es igual a él.

¿Qué les había hecho mi padre?

Sentí como tomaba mis muñecas, me dolieron con solo su agarre, un material rasposo se aferró a ambas manos.

Era una soga.

Reprimí la queja que se moría por salir.

— ¿Planeas solo tenerla cómo tú prisionera o le harás algo más?

Ya me estaban haciendo mal.

— Deberías volver con la pandilla, huir conmigo, no estarías hasta el cuello, pero prefieres seguir lidiando con los problemas del lord, sirviendo de desahogo para él e insistiendo en ese sueño de costurera.

— No volveré a ser una ladrona, solo me pondré estas ropas para lidiar con los ataques del duque, pero dejaré esta vida — Aseguró.

Ella protegía al lord.

— Solo estás buscando terminar en la horca... Si huyes conmigo eso no pasará.

Apretó mis muñecas con las sogas y me dolió.

— ¡No apretes tanto, sus muñecas son muy delgadas! — Advirtió la costurera, la presión se alivió un poco.

— Si huyo contigo tampoco seré libre de cargos, porque arrastrarás a la señorita Pepper y nada asegura que la guardia del rey no nos atrape en cualquier momento.

Hubo un silencio.

Olía a esencia, aunque mi olfato estaba débil.

— Hay una diferencia entre tú y yo, temes a ser ejecutada, mientras que yo no, solo me importa cumplir con mi venganza, luego de eso, moriré con gusto.

— ¿Cómo puedes decir eso? — La voz de la costurera perdió fuerza — Mi padre no nos sacó de las llamas solo para que ahora te importe poco vivir.

¿Eran familia? ¿Llamas? A mi padre le encantaba quemar cosas.

— Me arrebataron todo... Y ahora ese lord también me quitado lo único que tenía, tú, cambiaste por ese hombre — Reprochó el sujeto.

— No he cambiado, sigo siendo la misma Maude, solo que ahora tengo la oportunidad de tener una vida diferente y tú también deberías pensar en lo mismo, se que podemos salir de este lugar, hay que dejar todo atrás.

¿Maude? ¿No era Liseth? Si era una falsa costurera su nombre también era falso.

— No hay segundas oportunidades para nosotros, si dejo todo atrás, si devuelvo a esta señorita, mi destino será morir, pero sin haber cumplido mi objetivo, el duque seguirá riendo y festejando.

Tenía mucho miedo.

Este hombre me había raptado y seguramente me haría cosas horribles solo porque mi padre le hizo algo malo.

Yo iba a pagar por los errores de mi padre.

Esperaba una muerte rápida.

Pero, sé que no tendría ese privilegio en manos de un salvaje sin compasión que seguramente me torturaría.

— Volveré a la tienda de nuestros padres, la sacaré adelante... Ellos estarán orgullosos, sus memorias han quedado allí...

— Esa tienda ya no es de nuestros padres, nada puede haber allí que nos pertenezca, ellos están muertos, no pueden sentir, ni estar concientes de lo que pasa en nuestras vidas — Cortó, el colchón volvió a moverse cuando se alejó — Volver a ese lugar es tentar al diablo.

— ¡Qué lo intente el desgraciado, yo no voy a permitir que ocurra de nuevo!

— ¿Y si ocurre sin que puedas evitarlo? Maude, si terminas entre las llamas, le devolveré a su hija, pero dentro de una sarcófago.

Ellos odiaban a mi padre.

— Te pido por favor, no le hagas daño.

¿Por qué pedía por mí si me odiaba?

— No puedo prometer nada.

Oh, no.

Soltó una maldición — ¿Desde cuándo te volviste tan insensible?

— Maude, por amor te has vuelto débil.

— ¡Solo trato de evitar que eches tu vida al caño!

— No tengo nada que perder, así que por favor, vuelve con tu lord, no te preocupes por mí.

Ella iba a vivir feliz con el lord, mientras que yo...

Mi respiración estaba fallando más.

— Por tus decisiones, arrastrarás a muchos al vacío y lo lamento, pero no pretendo pagar por tus errores — Gruñó — Me estás cansando con tus argumentos grises.

— Vete, Maude.

— Espero que te arrepientas y hagas lo correcto.

— Esto es lo correcto — Escuché un golpe seco.

— ¡Espero que recuerdes que tu prisionera es solo una señorita que jamás a vivido fuera de un palacio y nunca a tenido encuentro con rufianes ni nada del bajo mundo, no la trates como un maldito déspota, no la dañes, es una mujer, como tú hermana lo es! — Escuché los pasos y luego una puerta abriéndose.

— Disfruta de tu nueva vida, Maude — Dijo.

Era cierto, jamás estuve fuera del palacio, solo para celebraciones y paseos.

No conocía esto.

Me aterraba y todo porque mi padre se metió con gente que no debía.

...****************...

Volví a despertar.

Me dolían los brazos.

Sacudí mis manos y abrí los ojos por completo.

El sótano estaba vacío, no había ventanas.

El fuego en la antorcha estaba quieto.

Sacudí mis brazos.

La soga solo me raspó la piel.

Observé hacia arriba, estaba atada contra el espaldar de la cama.

Empecé a toser, tenía la garganta tan seca y me sabía extraño, la sustancia que usaron para dormirme seguía en mi boca.

Quería tomar agua.

Giré para poder levantarme, quedé arrodillada, muy mareada.

Tiré, no cedió.

Observé a todas partes.

La puerta estaba lejos de mi alcance.

No podía arrastrar la cama.

Empecé a llorar de la desesperación.

Confiaba en que mi padre me sacaría de este infierno, él lo haría. Aunque fuese el causante de esto de forma indirecta, yo era su hija, lo único que tenía, así que debía recuperarme antes de que a mi raptor se le ocurriera hacerme algo horrible.

Volví a toser.

Sacudí más la soga.

Empecé a jadear.

Escuché un ruido y me quedé quieta, observando a todas partes.

Volví a toser.

Eran pasos.

Me acosté nuevamente y cerré mis ojos.

La puerta se abrió.

Los pasos se escucharon.

— No te hagas la dormida, tus malditos lloriqueos se escuchan arriba — Gruñó esa voz ronca.

Mantuve los ojos cerrados.

Sentí un agarre fuerte en la mandíbula.

— Tal vez debería arrancar tu lengua.

Tenía tanto miedo.

Mi respiración se hizo casi imposible.

Abrí los ojos.

Se alejó.

Una máscara negra cubría el rostro del sujeto.

Era alto y fornido.

Las ropas me parecieron conocidas, pero mi mente estaba tan bloqueada por el miedo.

Las armas expuestas aumentaron mi pánico.

Sacó una de las dagas, sus manos estaban cubiertas por guantes de cuero.

Me tensé, levantándome, alejándome hacia la pared, la soga no me permitió huir.

Empecé a llorar.

— Deja de llorar o cortaré una parte de tu cuerpo que menos necesites — Amenazó, girando la daga en su mano.

— Por favor, déjame ir — Jadeé.

— No me gustan las súplicas, son aburridas — Se aproximó y tiré de la soga — Hazlo mejor.

— ¡No, no me haga daño!

Cerré mis ojos cuando aproximó la daga.

Tiró un poco de mi cabello y abrí mis ojos.

Cortó un mechón.

— Eres una cosa tan cobarde — Aventó el mechón en mi regazo, empecé a temblar con más fuerza — Ya no tienes un maldito escudo que te proteja ¿Qué se siente ser indefensa? — Enterró la mano en mi nuca, sollocé, observando hacia la abertura de la máscara donde estaban sus ojos oscuros.

— Es fácil someter a alguien débil — Dije, arriesgando mi cuello, acercó la hoja a mi rostro y me estremecí, la rozó cerca de mi mejilla, sentí el frío del hierro.

Las lágrimas cayeron de mis ojos.

— Tan fácil que lo disfruto — Rozó la hoja por toda mi mejilla — Tendrás que dejar de temblar si no quieres que te corte.

Paseó la hoja hasta mi cuello.

Mi pecho se estremeció por contener la respiración.

Alejó la daga, empecé a toser y me soltó.

— Agua — Pedí.

— No soy tu maldito sirviente, la princesa no está en su castillo donde todos hacen lo que demandan, te daré agua cuando me apetezca, tal vez nunca lo haga.

— Maldito — Siseé.

Jamás solté una mala palabra, era la primera vez.

Me dolía el pecho lo suficiente para decir lo primero que me pasaba por la mente.

Hizo un corte en la falda de mi vestido y solté un sobresalto.

Mis piernas cubiertas por medias quedaron al aire.

El sujeto se alejó y volvió a marcharse, azotando la puerta.