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El Calabozo De Moff.

El Calabozo De Moff.

Status: En proceso
Genre:Yaoi / Comedia / Ángeles / Mundo mágico / Mitos y leyendas / Fantasía LGBT
Popularitas:1.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Xie Lian.

BL.

⚠️ Para mayores de 18, la novela puede contener escenas no aptas para menores. ⚠️

Alfred es un hombre que se dedica a desmentir leyendas junto con su hermano. Toda su vida ha sido relativamente tranquila o así lo cree él, en realidad no tiene casi ningún recuerdo. Estos parecen estar tapados con una espesa niebla blanca.
Jamás sintió demasiada intriga sobre el por qué sus recuerdos habían desaparecido, hasta que una extraña leyenda llega a sus manos, de hecho, fue muy conveniente para poder solucionar también el desastre en el cual su hermano se había metido.

Esta leyenda trataba sobre un Ángel y ofrecía una muy buena recompensa, junto con su hermano se embarca en su nueva aventura, que sin que Alfred lo supiera, se convertirá en el camino para desenvolver su pasado y encontrar a alguien que lo ha estado esperando en secreto.

Pd: La imagen de la portada NO me pertenece.
Newt y Thomas son solo una representación.

NovelToon tiene autorización de Xie Lian. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 5: La vejez se nota en su mirada.

La tarde ya caía con los suaves rayos del sol atravesando las nubes de tonos naranjas y rosas, su rostro iba adornado con una pequeña sonrisa, ni él mismo sabía por qué se sentía tan positivo al haber descubierto junto a Bea en donde quedaba la posada de Kerba, aunque tenía un sentimiento extraño alojado en su pecho. Solo esperaba que la recompensa fuera real, en el peor de los casos iría a trabajar en Arel.

Mientras su hermano estuviera bien, él también lo estaría.

Viro hacía la izquierda he inmediatamente su vista se topó con el viejo edificio gris al final de la calle. Ese era la biblioteca pública, su última parada en este día agotador.

Sus pasos resonaron en el silencio mientras él avanzaba, esta calle en particular siempre había sido muy silenciosa. En el pasado la biblioteca era la antigua residencia de verano del difunto Emperador, por lo cuál este lugar rebosaba de vida, pero ahora con el actual gobernante en el trono todo se había vuelto un poco desolado.

Los viejos fantasmas solo eran un recuerdo distante.

¿Por qué su padre había elegido un alojamiento aquí?, era simple. El fallecido gobernante amaba estar rodeado de gente, siempre buscaba mantener contacto con su pueblo de alguna manera. Se dice que el día en que dejo este mundo se llevó un luto de cuatro semanas, y aun así después de ese tiempo las personas seguían usando ropa de colores oscuros para hacer saber que el dolor aún seguía en sus corazones. Por otra parte al nuevo Emperador se le exigió que abriera una biblioteca, así que dono la antigua casa de verano de su padre para construirla. De esta solo quedaban algunos vestigios de lo que solía ser, como por ejemplo las relucientes escaleras de mármol que se encontraba pisando o la parte de afuera de la infraestructura que aún no había sido renovada. Los aleros dorados estaban inclinados y algunas lozas decorativas de la pared habían sido robadas.

Lo único que se mantenía intacto era una vieja linterna de aceite en la parte izquierda de arriba de la puerta de la entrada, la llama aún estaba encendida, al mirarla parecía que quería mostrar lo maravilloso que había sido el pasado.

Lastimosamente nada dura para siempre, el tiempo cambia todo.

Alfred estiro su mano y abrió la gran puerta con un crujido. La biblioteca estaba bien iluminada, tenía un par de candelabros de cristal pendiendo del techo y en el suelo una vieja alfombra roja desgastada, los estantes con libros llenaban el lugar y en ciertos espacios había mesas y sillas para la disponibilidad del usuario.

Camino hasta el final de la alfombra y se detuvo frente a un mostrador de tamaño mediano, este tenía una pequeña luz de lectura encendida a un lado y un par de libros apilados en otro.

—Buena tarde.

Saludo y al cabo de un tempo nadie le respondió, se inclinó un poco sobre el mostrador, para asegurarse que la otra parte no estuviera ahí, pero en efecto. No había nadie.

Le pareció un poco raro, en reiteradas ocasiones él ya había concurrido a esta biblioteca y siempre se encontraba con una mujer mayor, de unos sesenta años que usaba una extravagante peluca azul mientras vestía completamente de negro, su nombre era Ara, la anciana le agradaba, siempre tenía cosas diviertas que contarle.

Miró a su alrededor por última vez antes de rodear el mostrador y adentrarse hacia los estantes que estaban detrás de este, no pudo evitar abrir ampliamente sus ojos al ver la cantidad sin fin de libros. Normalmente él le pedía un libro a Ara y la mujer se lo traía, pero ahora que ella no estaba, naturalmente eso no iba a sucedes y se sentía un poco perdido.

Encontrar lo que estaba buscando le llevaría algo de tiempo.

Sus orbes color miel recorrieron el lomo de los libros, al parecer todos los de esta sección eran de cocina, esto no era lo que estaba buscando...

—Hola.

Sintió su rostro palidecer y casi deja escapar una exclamación, rápidamente se volteo y se encontró con un rostro arrugado y terriblemente pálido.

—Ara, ¿quieres que muera antes que tú?

La mujer soltó una risa con su voz carrasposa.

—Esto me trae recuerdos de mi juventud, tú te pareces mucho a él—. Mencionó con cada arruga bañada de nostalgia.

Los ojos alerta del hombre rápidamente se suavizaron al oír eso, ya sabía de qué hablaba Ara, ella siempre divagaba sobre lo mismo. La mujer hace tiempo le había contado que cuando era joven ella era tripulante de un barco y que el capitán era muy amable y confiaba fácilmente en los demás, por desgracia había muerto hace tiempo.

— ¿De tus tiempos de piratería?

—Lo sabes, eres el único que no cree que soy una bibliotecaria loca—. Alf le dio unos golpecitos en el hombro, siempre le había parecido que Ara estaba muy sola, de hecho, cuando él venía a la biblioteca luego de sus aventuras para contarle lo que sucedió se encontraba a menudo con la mujer tratando de hablar con alguna chica o chico, pero estos siempre la ignoraban.

Eso siempre había oprimido su corazón.

—Sabes que eres como mi abuela, te aprecio—. Los ojos de la vieja mujer se tornaron un poco rojos y mostro una sonrisa triste.

—Ya, ya. Basta de sentimentalismo, ¿a qué viniste?, ¿libros de historia o al fin decidiste leer algo picante? (1)

—Vengo por libros de historia y geografía—. Hablo, aclarando su garganta mientras sus orejas se volvían levemente rojas. —Sabes que ese estilo de libros jamás llamo mi atención.

—Es lo que está de moda entre los jóvenes—. Se jacto y miro al hombre avergonzado frente a ella. Ara lograba reconocer a una persona volteada con solo verla, sentía que Alfred pertenecía a ese grupo, pero jamás lo había visto demostrar el mínimo interés por alguien de forma romántica, era como si su corazón fuera un lago sin ondas. Estaba un poco confundida. —Este bien, no más bromas. Ya te traeré algunos libros. (2, 3)

—Gracias—. Alfred se acercó y extendió sus manos para acomodarle la peluca a la anciana, al cabo de unos segundos ambos rieron.

...•••°•••°•••°•••°••••°•••°•••°•••°•••°•••°•••°•••°•••°•••...

La vieja silla crujió bajo su peso, tenía la cara roja de vergüenza y temor a que se rompiera. Se acomodó un poco y observo los libros que Ara había seleccionado para él sobre la mesa, finalmente se decido a tomar uno, su tapa era de color verde claro y en palabras doradas y gastadas tenía de título "Geografía eh Historia del Mundo".

Si bien Bea le había regalado un mapa, le fue imposible poder leer siquiera una palabra. La chica escribía caracteres desconocidos.

Alfred entendió de inmediato que el libro que sostenía se podría romper en cualquier momento cuando volteo para ver su contra tapa o en su defecto, para ver el lugar en donde se suponía debía de estar la contra tapa. Con cuidado lo abrió y una cantidad anormal de polvo salió de este, lo que lo hizo fruncir la nariz a punto de estornudar, por lo cual llevo el dorso de su mano a su nariz y la froto un poco.

La primera página del libro poseía solo el título de este, ya la siguiente tenía el índice. Recorrió con sus ojos cada letra hasta detenerse en "Moet", sus labios se abrieron y cerraron múltiples veces repitiendo ese nombre en silencio, le parecía tan familiar y desconocido a la vez.

Era como una niebla espesa en su cabeza, por más que intentara no podía pasarla o disiparla para hacer todo más claro. Todo terminaba en un dolor insoportable.

Finalmente suspiro dándose por rendido y fue hasta la página que marcaba el índice, era la mil dos, grata fue su sorpresa al notar que las hojas parecían pegadas. Así que a su trabajo de investigación se añadió despegar con cuidado las hojas de un viejo libro. Si lo rompía seria el fin por el momento. Aunque siempre podría recurrir a Bea por información.

Unos minutos después, que se le hicieron una eternidad, por fin pudo despegar parte de las hojas y comenzó a leer, sus ojos recorrieron los renglones centímetro a centímetro.

"Moet es un país ubicado al Sur de Arel, es conocido por su riqueza fluvial, lo cuál lo convierte en uno de los primeros y más importantes exportadores. Miles de turistas llegan a los muelles cada año, ya que no solo destaca por sus riquezas, sino también por sus increíbles vistas, lo más llamativo es un lugar remoto, una pequeña montaña enana que en tiempos antiguos fue usada para hacer sacrificios en su cima, es un lugar prohibido, por lo cual las personas no pueden subir a esta. Es considerado un delito para el Emperador, que por cierto, gracias a él, Moet se ha convertido en un lugar más seguro para todos."

¿Era necesario alabar al Emperador en un libro de geografía?

Alfred no pudo evitar fruncir el ceño ante lo que estaba leyendo, ¿por qué parecía un texto para atraer turistas y curiosos?

Que ridículo.

Leyó un poco más por arriba, todo era información demasiado irrelevante.

Volteo la página y miro las imágenes que esta tenía: Diferentes puertos con aguas turbias que resplandecían a la luz del sol, bosques espesos y una clase de montaña pequeña, claramente desgastada por los años y extrañamente tenía un camino.

Definitivamente eso era raro, pero no le dió mucha importancia. Siguió mirando las imágenes de los pueblos y finalmente sintió que no se había topado con información muy útil.

Ni siquiera estaban los nombres de los puertos.

Aunque siendo sinceros ni él mismo sabía que buscaba con exactitud, ¿quizá la posada de Kerba?, pero el libro no mostraba nada sobre los alojamientos.

Decidido saco el trozo de diario de su bolsillo y lo desdoblo con cuidado, una vez más se tomó su tiempo para leer el texto, algo pareció hacer "ding" en su cerebro cuando leyó "...decidieron encerrarlo en las profundidades de una calabozo ubicado en una montaña".

¿Un calabozo en una montaña?

Su vista se dirigió nuevamente al libro, más específicamente a la imagen de la pequeña montaña, entrecerró sus ojos tratando de captar los detalles de esta. Finalmente vio un pequeño camino que no parecía haber sido formado naturalmente.

¿Esta era la montaña que el libro en el texto nombraba antes, la cuál tenía su acceso prohibido?

Se sintió un poco más curioso mientras dejaba con suavidad el diario sobre la mesa, volvió a concentrarse en el libro, descubriendo que esta montaña se llamaba Moff, y en efecto, era una montaña enana. Según el libro no era difícil subirla, de hecho, no poseía picos montañosos, parecía muy desgastada, pero no naturalmente. Pudo observar en otras imágenes signos de explosión. Muchas veces él y Hugo habían trabajado con explosivos, por lo cual se le hacía muy fácil identificar un cráter provocado por uno. ¿Quién había hecho eso deliberadamente?

Definitivamente esa montaña en Moet era la más segura para encerrar algo.

¿Entonces Moff era su objetivo?, no estaba muy seguro y tenía un mal presentimiento. Nunca había estado en un lugar que el Emperador había prohíbo deliberadamente.

Buscar a un Ángel era una cosa, romper la ley era otra.

La amargura lleno su boca mientras cerraba el libro y suspiraba, ¿Qué hacer?, si o si necesitaba el dinero, ¿pero cuál era el castigo por desobedecer una orden del Emperador?

Lo peor sería la muerte, ¿ir a un lugar prohibido la ameritaba?

Alfred sentía que no, en el peor de los casos seria llevado a juicio y después recibiría una leve condena.

Eso era mejor que ir a Arel.

Estaba decidido.

El Emperador no detendría su expedición.

—Alfred—. La suave, pero carrasposa voz de Ara lo saco de sus pensamientos, giro un poco su rostro y vió los ojos amables de la mujer. —No creo que sea buena idea lo que planeas hacer.

Su ceño se frunció un poco, ¿Ara lo había estado vigilando?

La anciana camino a un paso inusualmente rápido y se sentó a su lado, sus arrugados ojos se dirigieron al pedazo de diario sobre la mesa y un extraño brillo paso por ellos.

— ¿Cómo conseguiste eso?

—Apareció en mi casa—. Alfred no planeaba ocultarle nada, la mujer frunció sus labios, pensaba que era extraño, Alf también, esa era una de las razones por las cuales también quería ir a Moet, llegar a Kerba. Quería averiguar quién había entrado en su casa y dejado el diario.

Al final Ara solo suspiro.

—Moet no es un mal lugar, solo no deberías ir.

— ¿Por qué?

—Yo...—. Apretó sus labios, como si hubiera estado a punto de decir algo que no debía, esto solo hizo sospechar a Alfred, quien la observaba sin pestañear. — No lo sé.

— ¿No lo sabes?—Esas palabras salieron con cierta incredibilidad. —Ya que no es nada, iré.

— ¿A qué parte de Moet planeas ir?— Pregunto a pesar de saber la respuesta. — ¿En qué asunto te metiste?

—Buscare la posada de Kerba, no sé en qué puerto de Moet este, planeo subir a Moff—. Los ojos de la mujer se movieron para verlos, parecía querer refutar, pero al final no lo hizo, solo lo miro con la tez pálida. —Hugo se endeudo, debo de conseguir el dinero.

—No deberías estar con él.

—Es mi hermano.

Ara no sabía cómo tratar con esta situación, miro los ojos tranquilos de Alfred y suspiro, al parecer el hombre frente a él, independientemente de cual fuera el resultado de su búsqueda de información, iría a Moet.

—Menguante.

— ¿Eh?

—La posada de Kerba..., tienes que descender en el puerto Menguante—. Los ojos color miel de Alfred se abrieron con sorpresa y antes de que pudiera preguntar la mujer continúo. —Estuve por esos lugares cuando era joven, me aloje en esa posada y en otras más de Moet.

—Gracias—, Alf saco su mapa y Ara lo tomo, a la anciana no le tomo demasiado tiempo localizar el puerto, así que del bolsillo de su delantal saco un tarro de tinta roja, lo abrió, mojo su dedo he hizo un punto indicando el lugar.

Ara después negó, no quería aceptar esa gratitud.

Alfred la observó, sus ojos cargados de añoranza y amor por esta vieja mujer que tanto lo había cuidado antes.

—Respecto a Moff, ten cuidado. Esa montaña es extraña, por algo está prohibida.

— ¿Extraña en qué sentido?

—Dicen que siempre es primavera.

Alfred estaba realmente confundido y no se atrevió a hablar, solo abrió nuevamente el libro y volvió a leer una y otra vez la poca información que estaba en este.

—Es inútil, ese libro es basura—. Ara se lo arrebato y lo arrojo a un lado por sobre la mesa. Alfred seguía aturdido. — No sé si sea cierto, pero hace muchos años, antes de que la zona fuera prohibida un grupo de montañistas fue, esperando ver nieve y grandes picos, para su sorpresa se encontraron con un lugar prácticamente llano y floreado. Era como si la primavera se hubiera detenido en ese lugar para jamás irse. Aún más extraño, una sombra negra los echo de la montaña. Creen que fue un fantasma.

—Suena ridículo, ¿cómo es posible?

—Alfred, en este mundo muchas cosas son posibles, independientemente de si creas en ellas o no—, Ara se rasco la cicatriz que tenía en el brazo.

Ella creía en cosas como esta, pero él no, siempre se había mostrado escéptico, por lo cual no estaba de acuerdo, quería burlarse, pero por alguna razón no pudo, en cambio su corazón se encogió.

—Comprendo..., solo me resulta difícil aceptarlo.

—Niño, por tu propio bien no vayas. Si necesitas dinero yo puedo prestártelo.

—No habría manera de que te lo pudiera devolver.

—Puedes trabajar en la biblioteca para pagarme.

—Mil quinientas monedas de oro.

— ¿Qué?, ¿eso quieres de sueldo?

—No, esa es la deuda.

El silencio reino entre el hombre y la anciana. Ara sabía que no tenía esa cantidad, por lo cual su intención de ayudar a Alfred fue en vano.

—Aun así agradezco que quisieras ayudarme, pero no es posible.

Los ojos de la mujer se volvieron de un tenue rojo mientras Alfred se ponía de pie, la miro por unos segundos y le ofreció una pequeña sonrisa.

—Estaré bien, te traeré un recuerdo. ¿Si?

Alfred por primera vez en mucho tiempo pudo notar lo agotada que se veía Ara, en su arrugada piel tenía grandes ojeras y estaba ligeramente encorvada hacia adelante, había perdido mucho peso. Sintió que si regresaba más tarde de Moet ella ya no estaría aquí, sus ojos ardieron un poco, pero oculto esto cuando le volvió a sonreír.

—Procura descansar bien, tienes que esperarme.

Ara finalmente volvió a levantar sus ojos hundidos, pareció entender un poco el significado detrás de sus palabras y asintió.

—Tráeme chocolates con miel, los de Moet son deliciosos. Te estaré esperando con té para poder comerlos.

Ambos se sonrieron con esta promesa silenciosa en sus corazones.

...•••°•••°•••°•••°••••°•••°•••°•••°•••°•••°•••°•••°•••°•••...

Cuando Alfred llego a casa ya era muy tarde, Hugo se encontraba dormido en el sofá, sobre la mesita frente a este descansaban dos tazas, una ya había sido vaciada y la otra tenia café, ya frío. Su corazón se ablando, fue hasta la habitación por una fina manta y cubrió a su hermano, segundos después tomo la taza y se bebió todo el café frío.

—Descansa—. Le murmuro a su hermano mientras él mismo se dirigía a la habitación. Pensando en cómo llegar a Moet, Layare estaba al Este, mientras que el otro país estaba al Sur, había un mar de por medio, necesitaban cruzarlo.

Bostezo, había sido un día largo. Ya mañana pensaría en que hacer, por el momento solo quería dormir.

...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...

Notas:

1. Leer algo picante: Erótico.

2. Persona volteada: Gay.

3. Lago sin ondas: Sin perturbaciones.

1
𝑳𝒖 𝑮𝒖𝒂𝒏𝒈
Elast y Alfred logran interponerse en el camino del Príncipe y así evitar que este fuera a un destino atroz.
¿Esto solo logro facilitar o dificultar más las cosas?
¡Te invito a seguir leyendo para descubrirlo! 💗
𝑳𝒖 𝑮𝒖𝒂𝒏𝒈
Finalmente Elast y Alfred se embarcaron en la verdadera aventura. ¿Sus lazos se fortalecerán o se volverán aún más flojos?
¡Te invito a leer para descubrirlo!
Annx
Me encanta me está cautivando mucho está historia🥰
𝑳𝒖 𝑮𝒖𝒂𝒏𝒈
Alfred está a nada de encontrarse con el amor de su vida, aunque nada asegura que después de eso las cosas sean más fáciles. 🕺
🥦🐞chatbug💥🐈‍⬛
amooo hermoso
𝑳𝒖 𝑮𝒖𝒂𝒏𝒈: Muchas gracias. 💗
total 1 replies
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