Un grupo diverso de guerreros humanos y elfos, una vez divididos por la desconfianza y el conflicto, ahora se une en un campamento vibrante, trabajando juntos para construir un futuro de paz y colaboración, mientras superan sus diferencias y abrazan la esperanza de una nueva era.
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Capítulo 5: El Asalto a la Cueva
El amanecer se filtraba a través de las copas de los árboles mientras Alex, Lyra y Marco se preparaban para el asalto a la cueva donde se decía que el hechicero había escondido el cristal antiguo. Las tropas elficas y humanas se habían reunido, listas para marchar juntas hacia el destino que podría cambiar el curso de la guerra.
“¿Estás seguro de que este es el lugar?” preguntó Marco, mirando el mapa desgastado que sostenía en sus manos. “No hay garantías de que el hechicero ya no haya llegado antes que nosotros.”
“Es el único lugar que sabemos que busca,” respondió Alex, sintiendo la presión de la responsabilidad. “Si no actuamos ahora, podemos perder la oportunidad de detenerlo.”
“Debemos ser rápidos y silenciosos. No podemos permitir que el hechicero se entere de nuestra llegada,” advirtió Lyra, ajustando su arco y asegurándose de que las flechas estuvieran listas.
“¿Qué pasa si nos encuentra? Necesitamos un plan de escape,” sugirió Marco, mirando a su alrededor con nerviosismo.
“Si lo hacemos con cuidado, no debería haber necesidad de un plan de escape,” dijo Alex, con confianza. “La clave es la sorpresa. Si podemos entrar, recuperar el cristal y salir antes de que se den cuenta, tendremos una ventaja.”
Los líderes de las tropas estaban reunidos a su alrededor, discutiendo los últimos detalles del ataque. “A medida que nos acercamos a la cueva, formaremos un círculo y avanzaremos en silencio. La unidad es la clave,” dijo un líder élfico, mirando a todos con determinación.
“¿Y quién liderará la infiltración?” preguntó un guerrero humano, sintiendo la tensión en el aire.
“Yo me encargaré,” dijo Alex, sintiendo que debía asumir la responsabilidad. “Si el hechicero está allí, debo ser yo quien lo enfrente.”
“No, Alex. Debemos hacerlo juntos,” insistió Lyra, mirándolo con preocupación. “No podemos arriesgarte solo.”
“Lo sé, pero si hay un enfrentamiento, quiero estar en la primera línea. No podemos permitir que el hechicero obtenga el cristal,” respondió Alex, decidido.
“Entonces, seremos un equipo. Lyra, tú te encargarás de la cobertura, y Marco, tú estarás a mi lado,” dijo el guerrero humano, asintiendo con determinación.
“De acuerdo. Pero debemos estar listos para cualquier cosa,” dijo Marco, sintiendo que la tensión aumentaba.
Con el plan en marcha, las tropas comenzaron a marchar hacia la cueva. A medida que se acercaban, la atmósfera se volvía más tensa. La luz del día se desvanecía, y la oscuridad se cernía sobre ellos como un manto.
“Recuerden, la clave es el sigilo. No hagamos ruido,” susurró Alex, mientras se acercaban a la entrada de la cueva.
Al llegar, se detuvieron en la entrada oscura, donde un guardia del hechicero estaba de pie, vigilando con desconfianza. “¿Qué hacemos con él?” preguntó Marco, sintiendo que el sudor comenzaba a correr por su frente.
“Yo me encargaré,” dijo Lyra, acercándose sigilosamente al guardia. Con un movimiento rápido, lanzó una flecha que se hundió en el costado del guardia, quien cayó al suelo sin hacer ruido.
“Bien hecho,” murmuró Alex, sintiéndose aliviado. “Ahora, entremos.”
Con cautela, el grupo se adentró en la cueva, el eco de sus pasos resonando en las paredes. La oscuridad era densa, y las antorchas parpadeaban, creando sombras inquietantes.
“¿Dónde crees que podría estar el cristal?” preguntó Marco, mirando a su alrededor.
“En el centro de la cueva, probablemente. El hechicero querrá asegurarse de que esté protegido,” respondió Alex, guiando al grupo.
A medida que avanzaban, comenzaron a escuchar murmullos en la distancia. “¿Qué es eso?” susurró Lyra, deteniéndose en seco.
“No lo sé, pero parece que hay alguien más aquí,” dijo Marco, sintiéndose inquieto.
“Debemos seguir adelante. No podemos perder tiempo,” insistió Alex, moviéndose hacia el sonido.
Con cada paso, los murmullos se hacían más claros. “¿Por qué no han regresado aún? El hechicero no estará contento si no tenemos el cristal,” dijo una voz masculina.
“¡Escuchemos!” dijo Lyra, acercándose a una abertura en la pared de la cueva.
A través de la abertura, vieron a un grupo de soldados del hechicero discutiendo. “El hechicero está ansioso por obtener ese cristal. Necesitamos apresurarnos,” dijo uno de los soldados.
“Sí, pero no puedo creer que los humanos y los elfos estén trabajando juntos. Eso es un absurdo,” respondió otro, con desdén.
“Si no actuamos rápido, estarán aquí antes de que nos demos cuenta,” advirtió un tercero, su voz llena de preocupación.
“Debemos obtener más información,” susurró Alex, sintiendo que la oportunidad era demasiado valiosa para dejarla pasar. “Voy a acercarme.”
“No, Alex. Es demasiado arriesgado,” advirtió Lyra, sintiendo que el peligro se acercaba.
“Lo sé, pero si puedo escuchar más, podremos anticiparnos a sus movimientos,” respondió Alex, decidido.
Con cuidado, se acercó a la abertura, manteniéndose en la sombra. Escuchó atentamente mientras los soldados discutían sobre los planes del hechicero.
“¿Qué deberíamos hacer si los encontramos?” preguntó uno de los soldados.
“Si los vemos, debemos capturarlos y llevarlos ante el hechicero. No podemos permitir que se interpongan en nuestros planes,” dijo el líder de los soldados, su voz llena de autoridad.
“¿Y si no tenemos tiempo? El hechicero quiere el cristal ahora,” respondió otro, con un tono de preocupación.
“No hay tiempo que perder. Si no actuamos, perderemos todo,” insistió el líder.
Alex retrocedió y se unió a sus compañeros, su rostro serio. “El hechicero está ansioso por obtener el cristal. Necesitamos apresurarnos,” dijo, sintiendo que la presión aumentaba.
“¿Y si los soldados nos ven?” preguntó Marco, sintiendo que la ansiedad aumentaba.
“Debemos ser rápidos. Si podemos entrar y conseguir el cristal antes de que se den cuenta, tendremos una ventaja,” afirmó Alex, sintiéndose decidido.
“De acuerdo. Pero debemos estar listos para luchar si es necesario,” dijo Lyra, su mirada llena de determinación.
Con el grupo decidido, avanzaron hacia el centro de la cueva. A medida que se acercaban, la atmósfera se volvía más pesada, y la energía oscura parecía envolverlos.
Finalmente, llegaron a una sala amplia, donde el cristal antiguo brillaba en un pedestal en el centro. Sin embargo, el hechicero estaba allí, rodeado por sus soldados.
“¡No puedo creer que hayan llegado tan lejos!” exclamó el hechicero, su voz resonando en la cueva. “¿Cómo se atreven a interrumpir mis planes?”
“¡Estamos aquí para detenerte!” gritó Alex, levantando su espada. “No permitiré que obtengas ese poder.”
“¿Detenerme? ¿Crees que puedes hacer algo contra mí?” se rió el hechicero, levantando las manos. “Mis poderes son mucho más grandes de lo que imaginas.”
“¡No te dejaremos llevarte el cristal!” afirmó Lyra, apuntando su arco hacia el hechicero.
“¡Al ataque!” ordenó el hechicero, y sus soldados se lanzaron hacia el grupo.
La batalla estalló en la cueva, y el sonido de metal chocando resonó en el aire. Alex luchó con determinación, bloqueando los ataques de los soldados mientras Lyra disparaba flechas con precisión, derribando a sus enemigos uno por uno.
“¡Cúbreme!” gritó Alex, mientras se lanzaba hacia el pedestal.
“¡Ten cuidado!” exclamó Marco, luchando a su lado.
Mientras la batalla continuaba, el hechicero comenzó a conjurar un hechizo oscuro, y una energía oscura comenzó a llenar la cueva. “¿De verdad creen que pueden derrotarme? ¡Soy el maestro de la oscuridad!”
“¡No lo permitiremos!” gritó Lyra, lanzando una flecha que impactó en el hechicero, pero este la desvió con un gesto de su mano.
“Debemos llegar al cristal,” dijo Alex, sintiendo que el tiempo se agotaba. “Si lo obtenemos, podremos usar su poder en nuestra contra.”
“¡Vamos!” gritó Marco, mientras luchaban hacia el pedestal.
Con cada paso, la batalla se intensificaba. Alex sintió que la energía oscura lo rodeaba, y la presión aumentaba. “¡Rápido!” exclamó, mientras se acercaba al cristal.
“¡Cuidado!” gritó Lyra, observando cómo el hechicero lanzaba un ataque hacia ellos.
Con un movimiento rápido, Alex tomó el cristal en sus manos, sintiendo su energía fluir a través de él. “¡Lo tengo!” gritó, sintiendo que el poder comenzaba a envolverlo.
“¡No! ¡No puedes tenerlo!” rugió el hechicero, furioso.
“¡Ahora!” ordenó Alex, sintiéndose impulsado por la energía del cristal. “¡Usa su poder!”
Lyra y Marco se unieron a su lado, y juntos canalizaron la energía del cristal hacia el hechicero. La luz brillante se encontró con la oscuridad, y la cueva tembló con la fuerza del choque.
“¡No! ¡Esto no puede estar sucediendo!” gritó el hechicero, mientras la energía comenzaba a consumirlo.
“¡Juntos!” exclamó Lyra, sintiendo que la unidad entre ellos era más fuerte que la oscuridad.
Con un último esfuerzo, el poder del cristal se desató, y una explosión de luz iluminó la cueva. El hechicero fue empujado hacia atrás, y sus soldados comenzaron a retroceder, aterrorizados.
“¡Vamos! ¡No podemos quedarnos aquí!” gritó Marco, sintiendo que la cueva comenzaba a desmoronarse.
Con el cristal en mano y el hechicero debilitado, el grupo corrió hacia la salida, sintiendo la presión de la energía oscura detrás de ellos.
Finalmente, lograron salir de la cueva justo cuando la estructura colapsaba detrás de ellos. Se detuvieron en el exterior, respirando con dificultad, mientras el eco de la batalla se desvanecía.
“¿Lo logramos?” preguntó Marco, mirando a sus compañeros con asombro.
“Sí, pero debemos estar listos. El hechicero no se rendirá tan fácilmente,” respondió Alex, sintiendo que la victoria era solo el comienzo.
“¿Qué haremos ahora?” preguntó Lyra, sintiendo que la tensión aún permanecía en el aire.
“Debemos llevar el cristal a los líderes y discutir nuestros próximos pasos. La batalla está lejos de haber terminado,” afirmó Alex, sintiendo que su determinación crecía.
Con el cristal en mano y la unidad entre ellos más fuerte que nunca, el grupo se dirigió hacia su destino, listos para enfrentar lo que el futuro les deparara. La lucha por la paz y la esperanza estaba lejos de terminar, pero sabían que juntos podrían enfrentar cualquier desafío.