"Fueron muchos años de maltratos y humillaciones, pero ya no más, hoy, voy a ser todo lo que yo quiera ser".
Viviana es una chica abandonada por su madre, y en quien su padre descarga todas sus frustraciones. Pero un ángel dará luz a su vida y le ayudará a cruzar las más densas tinieblas.
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Desagradable.
— Tengo hambre.
Le dije a mi hermano mientras nos subíamos en el tercer bus que ya llevábamos.
— Te traeré algo de comer, espérame aquí.
Me quedé acomodada en mi asiento, mientras esperaba que el regresara, ya era de noche, nos había tomado todo el día este viaje y aún no sabía a donde íbamos, solo veía a mi hermano preguntarle a la gente que bus tomaba para llegar a la capital.
El regreso y me trajo buena comida, pero me advirtió que no me comiera todo, que guardara para luego, porque era muy costosa y teníamos que ahorrar. Asentí mientras devoraba esas deliciosas empanadas. Luego me quedé profundamente dormida, y al despertar pude notar que ya había amanecido y seguíamos en el bus.
"Que viaje tan largo" pensé, pero al ver a Vicente dormido, me concentre en sus largas pestañas, nunca había notado que las tuviera así de largas. Y es que mi hermano hoy se veía guapo, y muy distinto, su cabello estaba rojo, también sus cejas y hasta sus pestañas, un rojo oscuro, tipo vinotinto. Tenia pequitas en el rostro que le quedaban bonitas, ¿Porque yo no había notado eso antes? Hasta ahora me fijaba en lo bien que lucía mi hermano.
Siempre me pregunte porqué Vicente era tan distinto a mis otros hermanos, Ronald, Marcos y Cruz se parecían bastante físicamente, hasta en su forma de ser, aunque Cruz era un poco mejor que los otros dos. De hecho, no siquiera yo me parecía a Vicente, porque mi cabello era crespo y muy negro, se podía decir que los tres más grandes si eran mis hermanos, pues eran así, crespos como yo, y con el cabello muy negro. Mi papá es calvo totalmente, nunca le he visto con cabello, pero al menos las cejas se que no las tiene rojizas.
— ¿Que tanto me ves?
Me sorprendí de que me dijera eso, estaba dormido, ¿Cómo sabía que yo lo estaba viendo?
— ¿Tienes superpoderes? ¿Cómo sabes que te estoy viendo si tienes los ojos cerrados?
— Porque siento como me quema tu mirada.
Él abrió los ojos y ambos reímos por eso, luego el viaje continuo y llegamos casi al anochecer a nuestro destino. Mi hermano me llevo a una casa grandota, allí una señora le dio unas llaves a cambio de dinero.
— Acabo de rentar este lugar por un mes, me ocuparé de encontrar un trabajo y tú, oras a la escuela. Pero, tendrás que esperar hasta que yo tenga 18 y te pueda matricular.
— Pero para eso falta bastante, y mientras tanto ¿Qué hago?
— Te quedarás aquí, no puedes salir, ya que no conocemos el lugar, podrías perderte o alguien podría hacerte algo, te prometo que en cuanto yo sepa cómo son las cosas por aquí y vea si es seguro, podrás salir y jugar, hacer amigas, o lo que sea. Yo no te voy a encerrar como mi papá, quiero que seas libre y que tengas una vida normal, pero, por ahora y por prevención, es mejor así. ¿Lo entiendes verdad?
Asentí, claro que sabía que mi hermano no era como mi papá, lo que me decía lo cumplía, Vicente era la persona más confiable en toda mi vida.
El lugar era como un pequeño cuarto, había una cama pequeña, un sillón, una cocinera y un baño, todo estaba allí junto, era incómodo, pero él me prometió que después conseguiría algo mejor. Esa noche me dejó la cama y él se acomodó en el sillón, mi hermano era alto y se veía bastante incómodo allí, así que muy apenada, le organice algo en el piso, pues sabía que no usaría la cama.
— Chente, ven, acuéstate aquí.
Él estaba dormido, así que no refutó, se acomodó en la cama que le improvise y se veía más cómodo. Así fue nuestra cuarta noche de libertad, habíamos pasado tres en buses, y hasta ahora podíamos dormir un poco mejor.
A la mañana siguiente me desperté y él ya no estaba, me dejó una nota diciendo que salió a buscar una dirección y trabajo, me recordó quedarme adentro y no abrirle a nadie. Afortunadamente, había una pequeña televisión, la cual use para distraerme.
Como a las diez de la mañana tocaron la puerta, me asusté, pues no sabía quién era ni que quería, si fuera mi hermano no tocaba, sino que entraba porque tenía las llaves.
— Jovencita, soy la dueña del apartamento, le vine a preguntar si va a comprar algo, el señor del revuelto está aquí, así que puede aprovechar para que compre lo del almuerzo.
La señora dijo esas cosas, y yo no lo había pensado, Vicente me dijo que no saliera, y no sabía que iba a comer, pero plata tampoco tenía, mi hermano no me dio.
— Gracias, no tengo plata.
Creo que ella se fue porque no dijo nada más.
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— Esa dirección es en el norte joven, ud está en el sur, para llegar allá tiene que atravesar toda la ciudad, fíjese, tiene que ir al portal, allí tomar el masivo que lo dejara en una estación, luego otro que lo dejara en otra estación y de allí el que lo dejara en cierto portal, allí tendrá que tomar un taxi que lo lleve a la dirección.
Me quedé frío, era muy difícil llegar a alguna parte en esta ciudad, había muchas calles, demasiados autos, gente que parecía estar afanada, era un caos. Me decepcione al saber que estaba tan lejos de la dirección, así que renuncie a ir allí por hoy y me ocupe en buscar trabajo como mecánico. Y sí, trabajo había, pero no para mí, y todo porque era menor de edad, necesitaba identificación que me acreditará como un adulto, porque no se le daba trabajo a menores.
Nunca considere esa parte, creí que con mi experiencia me darían el empleo, pero no fue así. Mire el reloj y ya era la una de la tarde, tenía que regresar, ya que deje a mi hermana sin comida. Compre el almuerzo y regrese al cuarto. La encontré dormida, y me dio pesar, tal vez el hambre la obligó a dormir.
— Vivi, ya llegué, levántate para que comas algo.
— Chente, ¿por qué te demoraste tanto?
— Lo siento, esta ciudad es muy grande y toma mucho tiempo ir de un lugar a otro. Pero mañana te dejaré dinero para que compres desayuno y almuerzo.
— Dijiste que no saliera.
— Pero ya estuve analizando el lugar, se nota que es tranquilo, más rato salimos y te muestro la tienda, así te aprendes el camino y no te perderás, solo no te detengas a hablar con nadie, vas y haces lo tuyo y te regresas a la casa.
Ella asintió obediente.
En la tarde salimos, la llevé a la tienda, le mostré el pequeño parque y también vimos más del lugar donde vivíamos, era enorme y vivían allí muchas personas, todas en cuárticos como nosotros.
— ¿Uds son nuevos? ¿Son pareja?
Un tipo desagradable se nos acercó, supe que estaba mirando mucho a mi hermana, así que se me ocurrió decir lo primero.
— Sí, somos pareja, y no me gusta que vean a mi mujer de esa manera.
— Uy que violencia, calmado macho, yo solo preguntaba.
El idiota dijo eso y se fue
—Ese hombre es muy desagradable.
Mi hermana lo dijo y le di la razón.