Victoria Entre La Justicia Y El Amor

El vestido la seguía incomodando, las miradas de los hombres de Mijail la ponían nerviosa, y más que eso, sentía asco. Todos allí parecían cortados con la misma tijera, asquerosos igual que el hombre para el que trabajaban.

- Estás divina, está noche serás mi mascota.

- Así las tratas a todas, como mascotas.

Ella debió de haberse quedado callada, una bofetada la alcanzó, ya estaba acostumbrada a esos golpes, había días que le divertía sacarlo de sus cabales, así el actuaba de una manera imprudente.

Una manera, de que él pudiera cometer cualquier error, ya sabía cuáles podrían ser sus puntos débiles.

Su ego era bastante grande, no permitía que nadie hablara de su Irma de ser, para el todo lo que hacía lo envalentonaba, se sentía seguro de sí mismo.

- Estás lista. - antes de que ella pudiera responder, un callar de perro fue colocado en su cuello, algo muy humillante.

- ¿En serio?.

- Te lo dije, vas a ser mi mascota.

Mijaíl salió primero de la limusina y luego ella, pero fue jalada como un maldito animal, el flash de las cámaras la cegaron por un instante.

Quería romperlas, pero no podía era una simple mujer, sin poder alguno ante ese hombre, que tenía todas las de ganar.

Mientras él era feliz y posaba, Victoria mostraba su repudio, esto no incómodo a ninguno de los fotógrafos ni de los periodistas.

- Muestra una sonrisa, si no quieres que te golpee delante de todos.

- Hazlo, así conocerán al verdadero Mijaíl.

Su mano se levantó, pero la bajo de inmediato, sabía que si daba un espectáculo su reputación se acabaría, y quién sabe cuántos negocios más.

El ambiente dentro del salón era muy animado, había muchas celebridades, actores, modelos, políticos y hasta militares. Nunca en su vida pensó estar en un evento de estos, sus padres normalmente si asistían.

Una vez los escucho hablado de eso, decían que los mafiosos y pandilleros hacían actos de presencia para poder hacer conexiones, y poder conseguir fondos para sus actos criminales.

- Pero no pensé verlos acá.

Victoria estaba tan perdida en sus pensamientos que no se imaginó que iba a encontrarse con tres hombres, que ella conocía.

- Mijaíl conseguiste una mascota, le queda muy bien ese collar. - el muy bastardo de Ronald lo dijo con una gran sonrisa y su esposa también tenía una sonrisa de oreja a oreja, a ambos le divertía el cómo trataban a Victoria.

- Si, no es fácil domarla.

Frente a ella, estaba Ronald, Patrick y Antón. Al parecer cada uno con su esposa, se podía ver en sus anillos de boda.

Ella había cometido el error de confiar en los hombres equivocados, pera tan estúpida que no se daba cuenta de lo que pasaba frente a sus narices.

Sus emociones se habían refundido hace un mes, desde que estaba con Mijaíl, las guardo en lo más profundo de su mente, su rostro no demostraba absolutamente nada.

Patrick no era capaz de mirarla ni siquiera a la cara, esa reacción de el Victoria no sabía cómo tomarla, Ronald solo se reía y en cuanto a Antón ese era otro cuento.

Él nunca apartó la mirada, buscaba los ojos de la mujer que deseaba y que se había convertido hace un mes en su profunda pesadilla.

Antón quería matar a Mijaíl, en su mente se imaginaba miles de escenarios, pero sabía que no era el lugar ni el momento.

Vio los hematomas en el cuerpo de Vic su puño se cerraron tan fuerte que el dolor era así inevitable, Ela por su parte no quería estar ahí, pero no es porque no le gustará, sino porque no era Antón con el que quería estar, había otra persona con la que quería estar.

Ela se fijo en Victoria y era como si quisiera matarla, borrarla de la fas dela tierra, esa mirada no paso desapercibida por Victoria,preguntándose el motivo de esa mirada, no se conocían y ella no se había metido con Antón. Solo habían compartido un intenso beso.

Después de los saludos formales, todos se separaron, Mijaíl no soltaba el collar de Victoria y ella no ponía resistencia alguna.

- Tengo que ir al baño.

- Me crees estúpido.

- Estúpido no, pero...

- No termines esa frase.

- Si no quieres que me haga del dos acá mismo, déjame ir al baño, a dónde puedo ir, o quién me salvaría.

Sopesando sus opciones y viendo que en parte ella podría tener razón la dejo ir sola, todas las miradas se dirigían a ella, mientras que caminaba como si estuviera en una pasarela, donde todos te miran y puede que te reprochen muchas cosas, otros solamente murmuren el porqué estás así.

Al llegar al baño se derrumbó, pero no lloro solo quería descansar, el frío de los azulejos en su espalda, calmaban lentamente si acalorado cuerpo, y no precisamente calor de placer, sino de rabia, una rabia que se extendía a medida que pasaban las horas.

- Por fin.

Se sobresaltó al escuchar una voz masculina, no quería ver a esa persona, que la había traicionado y entregado directa o indirectamente a Mijaíl.

- ¿Qué quieres Patrick?.

- Perdóname, pero tenían amenazada a mi familia.

- Las excusas sobran.

- Yo, en serio lo lamento, tenía...

- Lárgate, no quiero escucharte, no quiero que me digas que lo que me dijiste fue porque ellos te obligaron. Que me embaucaste para llevarme a la cama y luego entregarme.

- Eso...

- Por favor, te lo pido de la manera más decente que puedo, no quiero perder los estribos y golpearte. O comenzar a gritar y que lleguen acá y vean una escena de la que te puedas arrepentir.

Patrick iba a decir algo más, pero Victoria no lo dejo, abatido salió del baño, ella soltó un gran suspiro, su cuerpo temblaba la voz de Patrick resonaba en su mente, todo lo que él le había dicho, era mentira solo la había utilizado, y ahí entendió que él no la quería, que solo lo hacía para alejarla del caso y luego para entregarla en bandeja de plata a Mijaíl.

Lentamente, se levantó y fue a lavarse la cara, no porque hubiera llorado, sino porque lo necesitaba, sus ojos se cerraron para poder controlar su respiración y poder calmar su mente.

Pero como si el destino le jugará una mala pasada otra persona se le acercó, colocando sus manos en sus caderas.