Reencarnación En Un Personaje Secundario

Grace vio a un hombres robusto y muy bronceado.

Al mirarlo fijamente, se dio cuenta de que su rostro le resultaba familiar. Recordó que en la novela original se mencionaba con frecuencia al segundo tío del protagonista, quien se oponía fervientemente a la relación de Marcus con Miriam. En ese relato, él ya era el líder indiscutible de la familia.

August era un hombre serio y algo reservado, aunque esa frialdad solo la mostraba hacia quienes no pertenecían a su familia. Vivía con su esposa Claudia, una mujer enigmática y reservada que rara vez abría la boca. Aunque en la novela se oponía a la relación de los protagonistas, nunca se explicaba la razón detrás de su desaprobación.

Cuando comenzó la historia, George ya había fallecido, dejando a August como el nuevo líder de la familia. Aunque carecía de habilidades en los negocios, apenas lograba mantener a flote la empresa familiar.

Fue entonces cuando un pretendiente de la protagonista se aprovechó de su inexperiencia para engañarlo, persuadiéndolo para invertir en un proyecto turístico que, al final, condujo a la ruina de la familia.

August consumido de culpa por lo ocurrido. En un intento desesperado por salvar a su familia, comenzó a trabajar en un sitio de construcción, pero desafortunadamente sufrió un accidente fatal que acabó con su vida.

Frunció el ceño al recordar lo trágico que fue el final de los trillizos, hijos de August y Claudia.

Claudia, quien estaba al lado de su marido, notó el ceño fruncido de Grace. Sin querer ver su rostro arrugado, pasó suavemente su dedo sobre la pequeña ceja de la niña, intentando suavizarla de nuevo.

Sintió la suave y cálida piel de la niña. Esa sensación de calor le recordaba los tiempos en que sus propios hijos eran recién nacidos, aunque ahora, al crecer, esa intimidad se había desvanecido. El recuerdo de sus hijos le provocó casi un dolor de cabeza.

August al ver esa escena le preguntó a su esposa "¿te gusta?"

Ella asintió con la cabeza "¿podemos traerla a nuestra casa?"

Antes que el respondiera una voz lo hizo más rápido.

"¡No..." exclamó George con rapidez. "Mi bebé se queda conmigo", afirmó al percatarse de la mirada intensa de Sarah posada sobre él. Rápidamente, corrigió su declaración con un gesto hacia su esposa y después hacia sí mismo: "Con nosotros", subrayando la unidad familiar que formaban.

En cuestión de segundos, una acalorada discusión estalló entre George y August sobre quién tendría la oportunidad de acoger a Grace en su hogar.

"No seas egoísta", interrumpió el tercer hermano en medio de la acalorada discusión, dirigiéndose a su hermano mayor. "Tú y Sarah trabajan demasiado. No creo que tengan suficiente tiempo para atender a mi sobrina como se merece. Creo que August podría tenerla unos días en su casa."

George quedó atónito durante unos segundos, su mirada alternaba entre incredulidad y decepción antes de que finalmente pronunciara con un tono de desdén: "¡Traidor!"

"Bien, como era de esperarse de mi hermano menor, tienes buen ojo", declaró, hinchando el pecho con orgullo. Después de presumir, añadió: "¿Qué es lo que quieres?"

"Nada en particular, simplemente estoy respaldando tu causa", dijo el tercer hermano a su hermano mayor.

August aguardó unos instantes para que su hermano menor revelara sus intenciones.

Contó hasta tres en su mente: uno, dos y tres...

"Está bien, necesito desesperadamente tu apoyo en un caso muy complicado", Fernando levantó las manos con gesto de resignación.

Todos en la sala conocían al tercer hijo; Fernando era conocido por su astucia excepcional, una habilidad que lo llevó a convertirse en abogado.

Kattia, con Grace en brazos, se sentó en el centro de la sala y miró directamente a su tercer hijo. Con curiosidad palpable en su voz, preguntó: "¿Dónde está tu esposa?"

"Está ocupada; parece que ha ocurrido algo grave en el hospital", dijo, sacando de su bolsillo una muñeca de trapo adornada con incrustaciones de diamantes.

"No estarás considerando regalar esa cosa, ¿verdad?" exclamó Ericka con disgusto, señalando la muñeca. A primera vista, era demasiado extravagante y de mal gusto.

Fernando estaba perplejo ante el disgusto de su hermana. Para él, era una muñeca única y exquisita que había mandado a hacer en el extranjero. Había invertido toda su imaginación y cariño en aquel regalo. "¿Qué tiene de malo?", preguntó sinceramente, sin comprender la reacción de Ericka.

Todos en la sala negaron con resignación. Reconocían que el tercer hijo era un abogado competente, pero carecía del sentido común que la mayoría de las personas tendrían al elegir regalos.

"Es muy bonita, pero..." Sarah le dijo a Fernando con cautela, "Grace aún es muy pequeña. Está en una etapa en la que se lleva todo a la boca, y los diamantes podrían lastimarle las encías."

"Oh, entiendo. No te preocupes", respondió Fernando con comprensión. Metió las manos en su maletín de cuero y sacó unos documentos junto con una fotografía.

Intrigado por lo que podría contener el papel, George los tomó rápidamente, leyó el documento que resultó ser la escritura de una mansión. Parpadeó confundido al procesar la información, luego desvió la mirada hacia la fotografía.

Era una mansión majestuosa, situada en una zona exclusiva y pintada de un blanco resplandeciente, que le daba un aire de elegancia. Su imponente presencia se veía realzada por un jardín exuberante y bien cuidado, donde destacaba una fuente central que añadía un toque de serenidad al ambiente. Tenía una entrada principal en forma de 'u'. Ventanales, que se extienden desde el piso hasta el techo.

George, sintiéndose impotente, pasó la foto a su esposa Sarah. Al verla, ella quedó completamente sorprendida; después de unos segundos, reaccionó con incertidumbre: "Este regalo es muy costoso", le dijo a Fernando en un tono vacilante.

"Nada es demasiado caro para mi sobrina", respondió mirando a César, el esposo de su hermana. Luego añadió con curiosidad: "¿Y tú qué regalo has traído?"

Ericka sabía que su esposo y su tercer hermano no se llevaban bien; siempre estaban compitiendo por todo. Harta de su comportamiento, decidió pasar de largo de la plática. Optó por enfocarse en otros detalles de la reunión.