La Esposa Del Archiduque

Cuando ya había llegado la tarde, se apresuró en realizar sus últimos deberes y cuando al fin todo estuvo terminado, pudo dirigirse al lugar que había acordado el día anterior con la maga Kiara.

Cuando llegó, pudo darse cuenta que de verdad era un lugar hermoso, campo abierto, con flores alrededor y una cascada pequeña, se sorprendió de no haber sido ella quien haya descubierto dicho lugar.

Estuvo esperando por un largo rato y la pequeña no aparecía, pensando que le habían tomado el pelo, se dispuso a retirarse del lugar, no quería seguir perdiendo su tiempo. Sin embargo, cuando dio la vuelta, se encontró con una joven golpeada y a punto de desvanecerse.

—¿Qué sucedió?— sus ojos no podían creer lo que estaban viendo, corrió hacia ella y la sostuvo en sus brazos.

—Señorita lo lamento. Intenté venir antes, pero el general Donor supo que la ayudaría con algo relacionado con la magia y envió a alguien para que me hiciera cambiar de opinión, como pude escapé, aunque no creo aguantar mucho— el frágil cuerpo de la pequeña, estaba hecho trizas, tenía golpes por todos lados y de la boca solo podía salir un líquido rojo.

—¿Cómo se inicia en la magia?, si me lo dices y tengo suerte, quizás pueda ayudarte— no podía dejar morir a una niña que tenía toda la intención de ayudarle y si no fuese por un ser tan maldito como aquel general, ahora no estaría sufriendo.

—Solo… tsk, debe tener un cristal como este tsk, yo… se lo regalo señorita— con la poca fuerza que tenía, le entregó un cristal transparente, pues reflejaba el don que tenía Kiara, el viento.

—¿Debo decir algo?— terminó de recostarla en el pasto.

—Qoy sənin gücün dərimə nüfuz etsin, bundan sonra mən sənə aidəm.— Fue lo último que dijo y sus ojos se cerraron, dejó de respirar.

Sin esperarlo, Valien sintió como de sus ojos caían lágrimas como una lluvia en un día triste. Aunque el día fuera hermoso y estuviera soleado, algo en su corazón le hacía sentir no tener ganas de nada, más que odio hacia esa persona que terminó con la vida de un ser inocente.

Pronto y sin hacerse esperar, pronunció las palabras que la pequeña Kiara le había dicho y no podía creer lo que veían sus ojos. Una sombra oscura salió de su cuerpo, por supuesto que la asustó un poco, pero siguió adelante, al ver qué el cristal se tornó negro de una mitad.

—Supongo que este es mi poder, ¿para que servirá?— comenzó a hacer varios tipos de movimientos con sus manos y dedos, en cada movimiento, la sombra se movía hacia ese lugar, entonces Valien tuvo una muy mala idea. Dirigió la sombra hasta el cuerpo de Kiara y esa pequeña sombra, entró al cuerpo sin vida de la jovencita.

—«Seria increíble que con esto volviera a la vida»— sus ideas eran ingenuas, pues por más poderoso que fuera su don, nadie podría traer de nuevo a los muertos.

Su sorpresa fue que cuando volteó a ver de nuevo el cuerpo en el suelo, este ya no estaba. —¿Qué diablos pasó?— no daba crédito de lo que veía.

—Mi señora, le juro eterna lealtad, de ahora en adelante, mi espíritu le pertenece— una voz dulce, se escuchaba, pero Valien no podía ver de quién se trataba.

—¿Quién eres?, ¿de qué hablas?, no entiendo nada— daba vueltas y buscaba por todas partes, pero seguía sin encontrar a nadie.

—Soy yo, Kiara— una luz blanca bajó desde lo alto y estando flotando, se puso frente a Valien.

Claro que esto sobrepasaba los límites de las cosas fantásticas que ella podía creer, jamás se imaginó que algo así podría suceder. Retrocedió un poco y se quedó observando esa luz frente a ella.

—¿Cómo es esto posible?— más que intrigada, preguntó.

—Al parecer tiene el don de las sombras, no importa si son oscuridad o luz, las podrá dominar todas— intentaba explicarle, pues la experta en magia era ella.

—No entiendo nada— su impaciencia, era evidente.

—Me refiero que a cada enemigo o aliado que haya muerto y sea poco el tiempo que haya pasado, podrá usted traerlos de nuevo en forma de espíritu, así como a mí— ahora su explicación fue más entendible.

—¿Hay muchas magas con este poder?— necesitaba saber si por alguna razón existía alguien con quién pudiese hablar sobre eso.

—Después de la primera mujer en obtener magia a través de la doctrina, usted es la segunda persona que obtiene este don, esa es la verdad según los libros— el haber estudiado, le daba credibilidad a sus palabras.

Valien solo se desanimó un poco, ya que si no podía hablar sobre ese don con alguien más, no sabía cómo utilizarlo.

—¿Sucede algo mi señora?— se escuchaba la preocupación del espíritu Kiara.

—No se como podría utilizar este don, ni siquiera se si es bueno— se sentó en el pasto, con desánimo y frustración.

—Eso es fácil mi señora, en el campo de batalla, cualquiera que usted quiera tener como espíritu, podrá poseer el cuerpo de alguien a quien quiera muerto y esa persona terminará con su vida por si misma, no hará falta que usted mueva un dedo— al escuchar esta información, los ojos de Valien brillaron como si hubiese recibido la mejor noticia de toda su vida.

—«Ya entiendo, será de gran utilidad». Entonces, ¿estás segura que quieres servirme?— no era la mejor manera, pero si podía tenerla nuevamente, lo haría, claro, siempre y cuando la pequeña estuviera de acuerdo.

—Yo la admiro mi señora, servirle ahora que ya no estoy viva, me hará realizarme como maga, permítame hacerlo— en ese momento, esa pequeña luz se expandió, era la forma de suplicarle a Valien que la aceptara.

—Muy bien, antes de darte la más grande misión, debes decirme cómo hacer que los espíritus acepten obedecerme— no podía quedarse con dudas antes de hacer lo que estaba planeando.

—Para los seres de luz, ellos tendrán que decidir si quieren quedarse con usted o no, por el contrario, los seres oscuros, serán dominados en el momento en el que usted diga “vuelve a la vida”, así de fácil. Aunque si piensa mandarme lejos de usted, siempre puede hablarme telepáticamente, ya que estoy conectada a usted, puedo obedecerla incluso estando lejos— esas palabras reconfortaron a Valien, haría que su proceso a convertirse en una gran maga, fuese más fácil.