La Caida De Los Angeles

Después de que el chico me pidió ayuda, me encontré reflexionando sobre cómo instruirlo, ya que nunca antes había enseñado a nadie. Aunque me sentía inseguro, tenía una idea básica de lo que quería enseñarle. Decidí empezar evaluando su condición física y fuerza, así que le pedí que diera un par de vueltas alrededor del parque. Después de observarlo, noté que tenía una resistencia media y una gran fuerza de agarre, lo que pude percibir cuando apretó fuertemente sus puños y me sujetó la pierna durante nuestro combate de práctica, lo cual me dolió bastante al ser derribado.

Después de trabajar en su resistencia y darle algunos consejos sobre tácticas de esconderse y escabullirse, le dije que al día siguiente le enseñaría cómo usar un arma, en este caso un bate, ya que era lo único que podía enseñarle correctamente. Al terminar el día, nos despedimos y me fui a casa, donde revisé mi herida. Aunque sigue lastimada, parece estar mejorando. Sin embargo, noté un ligero dolor de cabeza que atribuí al esfuerzo del día.

Esa noche tuve un sueño inusual sobre uno de los pilares, como si me estuviera llamando. Desperté de golpe cuando sonaron en la puerta. Era Denis, quien estaba preocupado porque no me había visto salir en todo el día. Al preguntar la hora, me di cuenta de que había pasado la mayor parte del día durmiendo. Le pregunté por el chico con quien estuve el día anterior y me dijo que estaba entrenando en el parque. Salí para ver su progreso y me impresionó verlo esforzarse tanto.

Después de hablar con él y darle algunos consejos, regresé a casa para descansar. Al día siguiente, lo vi con sus amigos, quienes estaban decididos a ayudar al refugio de cualquier manera posible. Me alegró ver su determinación y nobleza. Pasamos tiempo juntos mientras él practicaba, y al final del día, me invitó a su casa donde compartimos una pequeña celebración.

Fue realmente gratificante sentirme parte de su grupo y ser considerado un amigo por ellos. Pasamos la noche riendo y compartiendo historias. Me contaron cómo llegaron al refugio, recordando el día en que aparecieron los pilares. Estaban de excursión en el colegio cuando sintieron el suelo temblar. Rápidamente, subieron al bus que los había llevado y se dirigieron de regreso a su colegio. A duras penas lograron llegar, ya que los infectados estaban por todas partes. Se refugiaron en el colegio durante una semana, sobreviviendo con la comida de la cafetería y lo que pudieron encontrar en las casas cercanas.

Después de un mes, escucharon por la radio sobre una zona de cuarentena establecida por los militares. Decidieron dirigirse hacia ese lugar, pero al ser lejos y con tantos infectados alrededor, planearon llegar por grupos de 5 personas: 3 niños y 2 profesores. Los primeros grupos lograron llegar sin mayores problemas, pero a medida que avanzaban, cada vez era más difícil. Al final, ningún profesor llegó y solo la mitad de los niños sobrevivieron.

Pasaron varios meses en el refugio, observando cómo el mundo había cambiado y el refugio se llenaba de gente. A medida que crecían, presenciaron una revuelta por el control del refugio, seguido de la salida repentina de los militares y el intento fallido de los delincuentes por tomar el poder. Finalmente, fueron testigos del caos cuando los infectados ingresaron al refugio, lo que los llevó a buscar otro refugio donde pudieran encontrar algo de seguridad.

Después de escuchar su historia, compartí la mía para que me conocieran mejor. Al final de la noche, nos despedimos y regresé a casa. Mientras reflexionaba sobre todo lo que habían pasado, un dolor de cabeza interrumpió mis pensamientos. Me apresuré a llegar a casa y descansar, sumido en un sueño extraño.