Novela en emisión! No está terminada... No se impacienten.
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Cap 23
No me gustaba ni un poco la idea de tener que exponer frente a un grupo de gente que no conocía bien, así que, “genial”, pensé sarcásticamente. Esto era justo lo que menos quería hacer. Mi atención estaba perdida en mis propias quejas internas cuando Damon, mi nuevo compañero de clase, me sacó de mis pensamientos.
—¿Algún problema? —me preguntó, con esa expresión que comenzaba a identificar como típica en él, una mezcla de curiosidad y humor.
Asentí, intentando no hacerle perder el tiempo con mis dudas.
—Creo que elegí mal la materia extra —admití finalmente. Debería haberme inscrito en cualquier otra asignatura.
Damon sonrió, esa sonrisa ladeada que parecía ser su marca personal. Había algo en él, en su aire relajado, que lo hacía destacar en ese ambiente tan solemne y formal de la universidad.
—¿Por qué lo dices? No soy tan mal compañero. Aunque, debo confesar que esperaba algo más relajado en esta universidad. Un taller de música o algo por el estilo. Todos aquí son taaaan estirados.
—¿Estirados? —repetí, frunciendo el ceño, notando cómo esa palabra me disgustaba tanto antes como ahora.
Inmediatamente, le lancé mi primera mala cara del día. No me gustaba cuando la gente juzgaba a los demás tan a la ligera. Pero tenía que admitir que Damon tenía un punto. Todavía faltaban quince minutos para que la clase terminara, y ya había anotado todo lo que estaba en la pizarra. Estaba lista para largarme.
—No lo tomes a mal —continuó, con un gesto que parecía indicar que estaba compartiendo una verdad incómoda—. Soy de los pocos que no se sienten cómodos aquí. Míralos a ellos y luego mírame a mí. —Me señaló a los otros estudiantes y luego a sí mismo. Aunque ya lo había notado desde que entró y se sentó a mi lado, ahora era imposible no ver la diferencia—. No encajo aquí.
Su comentario me golpeó más de lo que quería admitir. No encajar. ¿Era eso lo que yo sentía? Me sentía fuera de lugar, no porque no estuviera a la altura de los demás, porque sabía que sí lo estaba. Pero había algo en la forma en que los demás me miraban, o peor, en cómo me ignoraban. Era como si fuera un sapo de otro pozo, extraña y aislada.
—¿Y por qué decidiste venir aquí entonces? —le pregunté, mi curiosidad natural emergiendo—. Había más opciones. Otras universidades.
Damon se detuvo un momento, como si estuviera decidiendo si compartir más o no. Luego soltó un suspiro, dejando de escribir en su libreta.
—No quería irme lejos de casa. Tengo una hermanita que me necesita... y una banda. No podía simplemente largarme y ya.
Sus palabras tenían un peso inesperado. Lo entendí. Era lo que muchos hacían, quedarse cerca de casa por las responsabilidades, por las personas que les importaban.
—Bueno, haz como yo y no les prestes atención a los demás. Desde el primer día me han estado evitando, y...
La voz del profesor Nick interrumpió mi frase.
—Nos veremos el próximo viernes. Coordinen con su compañero qué trabajo van a analizar. Trabajen juntos —dijo mientras recogía sus cosas y nos daba su habitual despedida apresurada.
Damon me lanzó una mirada cómplice, con una leve sonrisa en los labios.
—¿Me darás tu número, Cindy? En algún momento tendremos que reunirnos para hacer el trabajo —dijo, con ese tono burlón que ya estaba empezando a reconocer.
Me levanté de mi asiento, riéndome suavemente. ¿Por qué los demás no podían ser como Damon? Aunque algo en esa familiaridad repentina me ponía un poco incómoda, siempre me lleve mejor con los chicos que con la chicas, bueno a excepción de mi amiga Brenda.
—Invítame un café primero, ¿no? —le respondí, mientras me colgaba la mochila al hombro y le sonreía—. Y no es Cindy, es Cassandra. O Cassie.
—¿Un café para que me des tu número y así no reprobar esta estúpida materia? Puedo hacer ese sacrificio. ¿Vamos por uno ahora?
Su sarcasmo me hizo sonreír. Damon tenía un sentido del humor peculiar, pero me estaba empezando a caer bien. Abrí su libreta, que aún estaba sobre la mesa, y anoté mi número en la hoja donde había estado tomando apuntes.
—Será en otro momento, compañero. Ahora no puedo —dije, dándole un pequeño empujón amistoso con mi mochila.
Guardó sus cosas y caminamos hacia la salida en silencio, pero sin esa incomodidad que a veces acompaña esos momentos.
—Me agradas, Cassie —dijo cuando llegamos a la puerta, deteniéndose un momento para dejarme pasar primero—. Siéntete afortunada.
—Tú también me agradas —respondí, esbozando una sonrisa.
Afuera, Ethan ya me estaba esperando, apoyado casualmente contra una pared. Damon se despidió con un gesto rápido de la mano, sin siquiera notar la mirada extraña que el profesor de Biología le dirigió al pasar.
—Te enviaré un mensaje, pero si necesitas algo, estaré en Starbucks por las tardes —añadió Damon antes de alejarse.
Ethan, que no había dicho ni una palabra, arqueó una ceja con curiosidad.
—Eso no le va a gustar a tu posesivo novio. Si se entera de que le diste tu número a otro chico, le darán mínimo quince ataques de celos —dijo Ethan, divertido.
Me reí mientras tomaba su brazo, disfrutando de la ligereza del momento.
—Tengo que hacer los trabajos del semestre con Damon. Así lo decidió el profesor Nick, no es que tenga opción.
Ethan hizo una mueca exagerada, como si estuviera viendo el desastre que se avecinaba.
—¿Nick Franz? ¿Ese idiota? Eso le dará treinta ataques a Jasper. Nick y mi hermano se odian desde que eran compañeros aquí. Yo, por tu bien, mantendría esto en secreto.
Suspiré, sintiendo el peso de la situación.
—No quiero mentirle a Jasper. Si tiene problemas con Nick, ese es su asunto, no el mío. Y en cuanto a Damon, es solo un compañero. Tú mismo me dijiste que debía disfrutar más de esto, hacer amigos.
Ethan se rió por lo bajo.
—¿Le vas a decir a Jasper que te verás con otro chico para hacer los trabajos del némesis de tu novio? —Sacudió la cabeza—. Mejor dile que tu profesor de arte es Jerry Thompson y listo. Ni se te ocurra mencionar a Damon, a menos que quieras a Jasper encima de ti todos los malditos viernes de aquí al final del semestre.
Suspiré resignada mientras nos acercábamos al auto. Jasper ya estaba allí, esperándome con un ramo de rosas, claramente marcando territorio.
—Hazme caso, Cassie. Es por tu bien —murmuró Ethan, antes de separarse.
—¿Por qué me ayudas? —le pregunté, frunciendo el ceño.
Pero Ethan no respondió. Nos mantuvimos en silencio hasta que llegamos al coche. Jasper me entregó las flores y me besó suavemente.
—¿Van a casa? —preguntó Ethan, con su usual tono sarcástico, mientras me entregaba a Jasper como si fuera un paquete frágil.
—Sí —respondió Jasper, con una sonrisa controlada—. Vamos a casa a disfrutar del fin de semana.
—Solo hoy —interrumpí, intentando suavizar la situación—. Mañana voy a dar un paseo con mi Bugatti. Necesito una pausa de todo esto, de las clases, de correr todos los días. Me vendrá bien despejar la mente.
La expresión de Jasper se endureció un poco, pero mantuvo la compostura. Su sonrisa desapareció lentamente.
—Y este es mi momento de huir —bromeó Ethan, alejándose rápidamente—. No quiero que la furia de don mandón me alcance.
Vi cómo se iba mientras me subía al coche con Jasper, preparándome mentalmente para lo que seguramente sería una conversación incómoda.
La plataforma tiene algunos problemas y no puedo ingresar desde la computadora. Tengo que pasar los capítulos al celu y publicar desde ahí y es un lío. Puede que tenga errores que voy a tener que editar despues.
Si quieren más capítulos, dejenme muchos comentarios y likes. Besitos
Jess