Malmcon es un hombre lleno de prejuicios al que le sale caro querer jugar con Lourdes, una joven inexperta en el amor
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Un beso salvaje
Al día siguiente de mi encuentro con el odioso, dio la orden de que yo debía entregarle las tres comidas y hasta las meriendas, no sé qué se propone.
Matilde, la chica colombiana ya no es tan amable conmigo, ahora me mira con desdén y varias veces a lanzado indirectas en mi contra. Si ella supiera que entre ese tipo y yo solo hay odio, no me mirara así.
Yo gustosa la dejaría que ella llevara el servicio de ese tipo, pero no, el cretino no permite que nadie más lo haga. A veces en el baño las he oído hablar de mi, asegurando que me acuesto con Malmcon.
Jamás en toda mi vida he besado a nadie, no confío en los hombres pues mi mamá se quitó la vida cuando mi papá la dejó por una mujer mucho más joven. Yo solo tenía 7 años cuando perdí a mi madre y fui lleva al orfanato, por fortuna Dios me llevó a conocer a mis dos hermanas de vida, si no quién sabe qué sería de mí.
El gran señor manda a pedir que le suban unos pasabocas, puras excusas para seguir molestando.
- Aquí tiene su pedido señor Lebreu - dejo el platillo en una pequeña mesa que se encuentra en una esquina de su oficina - con permiso me retiro.
-Eh... eh... ey... no te he dicho que te retires
Lo veo levantarse y caminar hacia mí como un depredador, mi piernas quieren fallar pero no demuestro mis nervios.
- ¿Qué más se le ofrece señor Lebreu? - mi voz sale plana.
- La verdad si - contesta él
Esto de ponerme contra la pared se le ha hecho costumbre, mientras estoy analizando tal situación, siento una de sus manos tomar mi cintura para atraerme más hacia él. De pronto estampa sus labios en los míos, robándome mi primer beso. Con salvajismo me besa, creo que mis labios quedarán agrietados de tantos mordiscos que me está dando. Es una sensación extraña que jamás había sentido, mi cuerpo tiembla involuntariamente ante este beso.
Una vez se separa de mi, como puedo salgo corriendo para encerrarme en la bodega que está cerca a la salida trasera del restaurante. No puedo contener mis lágrimas, mientras toco mis labios, para él quizás no significa nada, pero para mí fue muchas cosas.
Después que me calmé fui al baño y eché agua en mi rostro para volver a mi trabajo, ya solo me quedan un par de horas para salir de este infierno.
Lo veo salir arreglándose el saco, saluda muy íntimo a una hermosa mujer que venía entrando, luego se sientan en la mesa más apartada y da la orden para que los atienda. Con toda la calma del mundo me acerco a la parejita, saludo y ofrezco mi servicio.
- Ah sí, yo quiero como entrada una crema de calabazas con vieiras, como plato fuerte mero con berenjenas, no deseo postre y para acompañar un vino blanco - dice la estirada mientras yo anoto.
- ¿Y usted señor Lebreu? - trato de sonar cortez.
Me mira con una media sonrisa y relame despacio su labio inferior, y mi estómago se vuelve un nudo que llega hasta mi vientre bajo.
- Yo deseo lo mismo que la señorita, quiero probar para ver qué tan bien sabe - me mira de pie a cabeza.
¿Serán ideas mías o lo dijo con segunda intención?
- Para tomar el vino de siempre y yo si quiero postre, quiero fresas con crema - dice con voz ronca.
Salgo prácticamente corriendo a la cocina huyendo de esa mirada tan penetrante
una historia admirable que te lleva de la mano, es la segunda ves que la leo he igualmente me atrapó.
Y yo tengo el mismo problema de dislexia y ante mi familia y sientas personas juzgan sin saber el significado y lo difícil que es saberlo y cinfrintarlo cada escrito con el pendiente de equivocarme.
un diluvio de bendiciones y nuevamente felicidades 👏 👏 👏 👏