Nico y Massimo Messina son los herederos del Cártel de Sinaloa y todos los ojos están sobre ellos; los de su familia, sus socios comerciales y sus enemigos. No pueden cometer errores, menos ahora que de ellos depende el negocio familiar.
¿Qué pasaría si dejaran que sus corazones nublen su razón? ¿Qué pasaría si cedieran su control por alguien a quien aman?
Acompáñame a descubrirlos juntos.
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¿Perfecta despedida? (+21)
Eva
–¿Qué esperas? –pregunto urgentemente.
–Estoy disfrutando de las vistas –responde con voz gruesa y ronca. La voz que me ayuda a llegar cada vez que he estado con otro hombre.
–Te necesito –insisto.
–Ya sabes que lo que más me gusta en esta vida, después de follarte, es verte desnuda, y ahora mismo no puedo apartar la mirada.
Suelto una maldición. –Toma una puta foto y fóllame, Massimo –exijo.
Necesito el olvido que solo encuentro en sus brazos.
Chasquea su lengua antes de golpear mi trasero con la palma de su mano. Suelto un gemido al sentir como todo mi vientre se incendia.
–Más –gimoteo.
–Siempre quieres más –susurra y sin verlo sé que está sonriendo, lo que me hace inmensamente feliz.
–Por favor –susurro mientras levanto lo más que puedo mi trasero y lo meneo, tentándolo.
Su respiración se vuelve más pesada y soy recompensada con una seguidilla de palmadas en mi trasero. El deseo se rasga en mi vientre y suelto un grito cuando el calor se derrama por mis venas.
–Mass –lo llamo en un suspiro.
Toma mi cabello y me obliga a incorporarme al mismo tiempo que entra en mi cuerpo con un empuje, que astilla el placer y nubla mi visión.
–Pensé que…
–Después tendré tu trasero –jura antes de comenzar a embestirme con fuerza, como me gusta y como lo necesito ahora mismo. Quiero olvidar a todos y solo tener este momento a su lado.
Me afirmo en el respaldo del sofá cuando la fuerza de sus embestidas amenaza con lanzarme lejos.
Mi boca jadea por aire y compasión que sé no encontraré en sus manos, y lo amo por ello. Amo lo que le hace a mi cuerpo.
Amo su forma de amarme.
–Tan suave, tan caliente, tan deliciosa –masculla en mi oído antes de lamer y morder el nacimiento de mi cuello.
Todo se vuelve rojo y doloroso antes de caer al vacío con un grito que irrita mi garganta.
Tiemblo a su alrededor y siento como endurece y se inflama dentro de mi cuerpo.
Estiro mi mano para poder tocarlo, pero su mano me obliga a bajar mi cabeza al sofá y antes de darme cuenta sale de mi cuerpo unos segundos para luego entrar en mi trasero.
Exploto de placer nuevamente cuando el dolor y el calor hierven en mi interior.
–Sí –sisea Massimo antes de acabar y dejarse caer sobre mi cuerpo.
Mi corazón galopa en mi pecho mientras mi mente flota en algún lugar del espacio.
Extrañaba esto.
Lo extrañaba a él.
Quiero abrazarlo y besarlo, pero no quiero ver esa mirada que siempre vi en sus ojos. No podría soportarlo, no hoy. No después de haberle entregado mi corazón nuevamente.
Amar a Massimo es lo que he hecho toda mi vida. Y sé que está mal, pero no puedo evitar pensar que esto es más fácil que respirar.
–Ven acá –susurra y luego soy levantada en brazos.
Abro mis ojos, asustada, y me recibe la visión de unos ojos grises y risueños. Los mismos ojos que me enamoraron hace tantos años.
–¿Qué haces?
–Necesitamos refrescarnos, ¿no lo crees?
Asiento antes de bostezar.
–Pesas menos –dice y todo mi cuerpo se tensa, esperando un comentario doloroso, pero lo único que recibo es un beso en la coronilla de mi cabeza–. Tengo que alimentarte, pero primero tenemos que limpiarnos.
Massimo nos mete en el cubículo de la ducha y da el agua. Pego un grito cuando el agua helada golpea mi espalda y trasero.
–Odio enfriar un cuerpo tan tentador –dice antes de tomar mi rostro y acercarme por un beso, que a los segundos me hace olvidar el agua helada.
Mass llena sus manos con jabón y luego acaricia cada centímetro de mi cuerpo, lavándome en el proceso. Se arrodilla y levanta mi pie para besarlo.
Boto una repisa cuando trato de afirmarme en algo para mantener el equilibrio.
–Ups –digo antes de reírme.
Mi chico se empalma con solo verme reír y eso es algo que sigue sorprendiéndome, a pesar de haberlo visto cientos de veces.
Se incorpora y me empuja contra la pared.
Nos reímos cuando lucha por levantarme, pero el jabón en nuestros cuerpos lo hace imposible.
–Pensé que sería romántico –se excusa cuando vuelvo a resbalar por su cuerpo.
Ambos reímos cuando al intentar levantarme vuelvo a resbalar.
–En las películas se ve demasiado fácil –me quejo con un mohín.
Massimo se sienta en el suelo de la ducha con una hermosa sonrisa. –Ven acá, preciosa.
Me siento a horcajadas y resbalo por su cuerpo nuevamente mientras ambos reímos. Sin embargo, cuando se entierra profundamente dentro de mí las risas cesan y solo hay fuego y un amor tan profundo que es una lástima que no hayamos podido cuidarlo.
El agua cae a nuestro alrededor, ahogándonos, pero no nos detenemos, ni siquiera cuando el vapor y el jabón hacen que todo sea más difícil.
Lanzo un grito cuando todo mi cuerpo explota lanzándome al mismísimo planeta marte.
Es incómodo, es caliente, es mi hogar.
Este es el hombre que me enseñó a besar y a disfrutar de mi cuerpo. Este es el hombre que debo arrancarme del corazón.
Escuchamos un estruendo y luego explotamos en una risa cuando todos los envases de shampoo caen sobre nosotros.
–¿Y ahora cómo nos pararemos? –pregunto.
–Quizá este es el destino diciéndonos que debemos quedarnos así toda la vida, ¿no lo crees?
Enredo mis dedos en su cabello y lo beso.
–Tengo hambre y esa comida olía muy bien –me quejo.
El estómago de Mass ruge y volvemos a reír.
Trato de incorporarme, pero cuando sigo resbalando me arrastro gateando fuera de la ducha seguida de mi chico, que no puede parar de reír.
–Sexo en la ducha, sobrevalorado –digo.
–Estoy de acuerdo –coincide mientras acaricia su frente, que comienza a enrojecer por el golpe del envase de shampoo.
Mass se incorpora y corta el agua antes de tomarme en brazos y llevarme a su habitación y dejarme sobre su cama.
Se sube a horcajadas sobre mi cuerpo y luego comienza a hacerme cosquillas hasta que mis ojos lagrimean.
–Basta –le pido–. ¡Mass!
–Me encanta verte reír –susurra antes de besar la comisura de mi boca y pasarme una de sus camisetas–. Iré por la comida –dice antes de salir corriendo completamente desnudo.
Me estiro en su cama y sonrío. Me merecía esto.
Cubro mi rostro y no puedo evitar reírme como una adolescente. Hace mucho tiempo que no hacía algo que me hiciera feliz.
Massimo aparece con la comida y mi estómago ruge. Se sube a la cama y deja todo sobre el edredón y ambos comenzamos a comer, disfrutando de todo lo que probamos.
–Está exquisita.
–Lo sé –devuelve–. Es un lugar que descubrí hace unos meses y queda muy cerca. Su pollo a la naranja es de otro mundo.
Asiento de acuerdo.
Mass besa mi hombro. –Me encanta verte feliz.
Sonrío y me subo a horcajadas a su cuerpo sin dejar de comer. –Fue perfecto, Massimo. Gracias.
Acaricia mi cabello y me besa. –Lo fue.
–Fue la perfecta despedida –digo–. Y gracias por no mirarme como lo hacías antes.
–¿Perfecta despedida?
Asiento.
–¿Sigues con esa tonta idea de casarte? –pregunta mirando mi mano sin la argolla en él.
Sonrío y me encojo de hombros. –Supongo que lo veremos –digo antes de levantarme.
Se levanta también. –¿A dónde vas?
–A casa –digo–. Gracias por enseñarme lo que sí quiero en mi vida –agrego y me levanto en la punta de mis pies para besarlo–. Nos vemos, guapo.
–¡Eva! –me llama, pero tomo mi ropa y salgo de su casa, todavía vistiendo solo su camiseta.
Tengo cosas que hacer.
migajera jamás... ahora solo reciba lo q se merece, xq vos vales mucho ...
se cree la última coca del desierto...
es al revés contigo jamás sería feliz...
eso si fue un buen golpe...
derechito al orgullo ...
te pasaste querida...
cuantas veces te despedirás Evita...
y basta q no de frutos la despedi 😅
se portara bien Matteo... 🤔
todos los jefes de la Mafia lo estarán ayudando a cuidar del pequeño... 😊
Stefy no se iba a quedar tan tranquila con lo q paso con Travis...