⚠️𝗔𝘃𝗶𝘀𝗼 𝗜𝗺𝗽𝗼𝗿𝘁𝗮𝗻𝘁𝗲⚠️
𝗖𝗼𝗻𝘁𝗶𝗲𝗻𝗲:
🔺Faltas de ortografía
🔺Palabras vulgares
🔺Escenas sensibles para algunos lectores
𝙎𝙞 𝙪𝙨𝙩𝙚𝙙, 𝙣𝙤 𝙡𝙚 𝙜𝙪𝙨𝙩𝙖 𝙚𝙨𝙩𝙚 𝙘𝙤𝙣𝙩𝙚𝙣𝙞𝙙𝙤𝙙, 𝙖𝙝𝙤𝙧𝙧𝙚𝙨𝙚 𝙡𝙖𝙨 𝙙𝙚𝙣𝙪𝙣𝙘𝙞𝙖𝙨 𝙮 𝙨𝙪 𝙩𝙞𝙚𝙢𝙥𝙤. 𝙔 𝙨𝙞 𝙖 𝙪𝙨𝙩𝙚𝙙 𝙡𝙚 𝙜𝙪𝙨𝙩𝙖, 𝙗𝙞𝙚𝙣𝙫𝙚𝙣𝙞𝙙𝙤 𝙨𝙚𝙖 ❤
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Ojalá Mi Sueño Hubiera Sido Realidad
𝐸𝑀𝐼𝐿
—¿Y si el alfa es un político corrupto que intenta silenciarte con flores? —preguntó Paul con esa seriedad de documental que da miedo.
—O un narcotraficante que se enamoró perdidamente y ahora quiere redimirse —añadió Alex, tirado boca abajo en mi cama, comiéndose mi última galleta.
—O ustedes están más locos que yo, y eso ya es decir mucho. —Suspiré, dejando caer mi cara contra el colchón.
Estábamos en la habitación de Paul, en plena sesión de "Teorías Que No Llevan A Ningún Lado". O como Alex la llamó: Operación Florero Misterioso.
—Escucha, Emil. Fui a la floristería. Me costó, pero la señora me dejó ver el recibo del pedido —dijo Paul, mostrándome su celular como si tuviera el código de los Illuminati.
—¿Y? ¿Quién fue?
—Solo dejaron unas iniciales: “A.K.”, pedido en efectivo, entrega personalizada.
Fruncí el ceño.
—¿A.K.? ¿Qué es eso? ¿A-ké demonios me importa?
—A-ké vamos a encontrar al desgraciado —Alex hizo una pose de héroe con una escoba. Le lancé un cojín.
Suspiré, echando mi cabeza hacia atrás.
—Ni siquiera recuerdo su cara, Paul. Estaba ebrio. Borracho perdido. Solo recuerdo que era un alfa… eso, y que tenía un olor… fuerte. Muy fuerte.
—¿Fuerte cómo? ¿Gasolina? ¿Carne asada? —preguntó Alex con interés culinario.
—No sé... dominante. Intimidante. Como si el aire se volviera más pesado a su alrededor.
Paul me miró con atención.
—Ese dato puede servir. El olor, Emil. Si lo vuelves a sentir, podrías reconocerlo.
Asentí, aunque con pocas esperanzas. No es como si los alfas poderosos fueran comunes. Y tampoco andaba oliendo gente por la calle como perro rastreador.
...
Ya en casa, la paz no duró ni medio segundo.
—¡Papá, llegó el inservible! —gritó Karen desde el sillón.
—Qué escándalo haces, Karen. Seguro tu reflejo te asustó —solté, cerrando la puerta con fuerza.
—No sé por qué no te vas de esta casa —intervino Nicol, tomando su copa de vino como si fuera la reina del drama. —Eres una vergüenza, Emil. Lo que se dice por ahí…
—Ah, ¿te duele el chisme que no puedes controlar? Qué lástima —la ignoré y subí las escaleras sin más.
Mi vida en casa era así: una película de terror psicológico mal actuada.
...
Esa noche me costó dormir. La cabeza me daba vueltas. No por culpa de la marca… sino por esa incertidumbre. Por la sensación extraña que llevaba días sintiendo: un calor en el pecho, sensibilidad, como si algo dentro mío estuviera cambiando. Pero lo atribuí al estrés. No podía ser otra cosa.
Finalmente, cerré los ojos. Y el sueño llegó.
Estaba en una habitación oscura, elegante, con cortinas largas y una lámpara tenue colgando. El aire olía a madera, tabaco y algo… masculino. Dominante.
Una sombra se acercaba. Alta. Fuerte. Imponente.
Yo estaba contra la pared, nervioso. Pero no con miedo. Era como si ya conociera ese cuerpo. Esa voz.
—Emil... —susurró, su voz grave envolviéndome como humo cálido—. ¿Todavía no me recuerdas?
Se acercó tanto que sentí su aliento rozando mi cuello. Mis piernas temblaron. Su mano acarició mi cintura, y un escalofrío me recorrió. Quise alejarme, pero no lo hice. No podía. No quería.
—Eres mío...
Sus labios rozaron mi hombro, apenas un roce, y desperté con un jadeo, empapado en sudor y... con el corazón latiendo a mil.
Miré alrededor. Mi cuarto. Mi cama. Mi respiración entrecortada.
Un sueño.
Solo un maldito sueño.
Pero lo peor... es que por un segundo, quise que fuera real.
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¿Qué piensan?
Espero haber mejorado. Por supuesto que vine preparada, y muchas ideas y mejorías.