Project Universe: Explorers

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Con decisión, el trío de Explorers cruzó el enorme arco de bienvenida. Las luces holográficas titilaban sobre ellos mientras Heart mostraba una mirada que prometía un día donde alguien terminaría mal.

—Busquen a Esker... Si lo ven, díganle que acepto su reto.

El trío asintió al unísono, separándose por caminos distintos con un mismo objetivo: encontrar al hydronido.

Writz avanzaba con paso sereno, observando con curiosidad los juegos mecánicos a su alrededor. Montañas drusas que centelleaban bajo la luz, slimecolines saltando con energía, y robots animatrónicos de dudosa procedencia que parecían vigilar cada movimiento.

—Este sitio tiene demasiada... tecnología... —reflexionó Writz en voz baja, frunciendo el ceño.

—Ni que lo digas, difícil mantener la concentración con tanto ruido —respondió una voz aguda y adulta que sorprendió al elfo, quien giró para encontrarse con una figura inesperada: un escarabajo erguido sobre dos patas firmes, cuyas alas vibraban sutilmente.

—¡Qer! —exclamó Writz, una sonrisa asomando entre la sorpresa y el alivio.

—¿Qué tal, Writz? —dijo el escarabajo, elevándose para quedar a su altura—. Buscas a Esker, ¿no? Te llevo.

—¿Así de fácil? —replicó Writz con una ceja levantada—. ¿No vas a preguntar por qué? ¿O pedir algo a cambio?

—Nah —respondió Qer con una sonrisa ladeada—. No todos los días me topo con alguien que me caiga bien… y que no intente matarme.

El elfo sonrió, aceptando sin más. Sabía que, según su experiencia, Qer era el miembro más confiable del equipo Heartless.

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Mientras tanto, Alex observaba los puestos de tiro al blanco, fascinado por lo común que parecía ser el juego en todo el universo.

De repente, dos manos suaves y cálidas cubrieron sus ojos.

—¿Quién soy...? —dijo una voz coqueta.

—Ah... Te conocí hoy... Eres... ¿West? —respondió Alex, intentando adivinar.

Los ojos del humano fueron liberados, encontrándose con la hermosa figura de la chica. Su uniforme morado y negro le quedaba perfecto, aunque dejaba más piel descubierta de la que Alex hubiera esperado.

—¡Me alegra que me reconocieras! Eso significa... —West lo sorprendió con un beso en la mejilla— ¡Que tienes un premio!

Alex se sonrojó y rió tímidamente.

—Gracias... Supongo... Oye, ¿sabes dónde puedo...?

Un mareo súbito lo tomó por sorpresa.

—Wow... Qué... ¿Qué pasa...? —tartamudeó, tambaleándose hacia West.

—Shhhh... Tranquilo... Estarás bien... —la súcubo sonrió con malicia, sus ojos brillando con diversión.

"Mi beso aturdidor siempre funciona... ¿¡Eh!?" pensó, pero fue interrumpida.

—¡Ah! —Alex gritó mientras una punzada fuerte le atravesaba la cabeza, sus ojos brillaron en celeste—. Madres... Esta vez sí dolió...

Volvió en sí y miró alrededor, notando que West había desaparecido.

—¿A dónde habrá ido...? Bueno, mejor sigo buscando al aguas locas... —murmuró, recuperando la compostura.

Oculta tras un puesto, West jadeaba, confundida y extrañamente emocionada.

—¿¡Alguien inmune a mis encantos!? Esto ya no es una simple extracción... —rió, casi maniáticamente—. Esto se volvió una cacería...

—¡Oye! ¡Si no vas a comprar, sal de aquí! —gritó un hombre de palito con pinzas.

—Je, je, lo siento... —respondió West con una sonrisa inocente.

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Finalmente, Heart observaba la entrada a varios locales de comida y atracciones. Una casa del terror podría ser aburrida en la Tierra, pero ¿cómo serían las de ARMA?

Mientras caminaba con paso firme, terminó topándose con Alex.

—¿Lograste encontrarlo? —preguntó la robot, cruzando los brazos.

—No... Me topé con West, pero se fue sin decir nada —respondió Alex, rascándose la cabeza con incertidumbre.

Heart se detuvo, su mirada se posó en una marca de labial en la mejilla de Alex.

—Ay, no... Alex, ¿cómo te sientes? No te hizo nada, ¿verdad? —la robot escudriñaba al humano de pies a cabeza, preocupada.

—Eh... No, solo me dio un beso... Luego me mareé... —comentó Alex; esas palabras dispararon todas las alarmas en Heart.

—¿¡Recuerdas algo más!?

—Pues sí, justo en medio del mareo me dio una de mis jaquecas... Dolió más que las veces anteriores...

Heart parpadeó, desconcertada por la noticia.

"No le hizo efecto... ¿Habrá sido el Xereos?", pensó con inquietud.

—¿Y por qué preguntas? —inquirió Alex, curioso.

—Te lo explicaré cuando regresemos a casa. Por ahora, solo prométeme que no te acercarás a ella si estás solo.

Heart le dio un suave golpecito en la cabeza, buscando espabilarlo.

—Auch... ¿Era necesario...?

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El dúo continuó caminando por los puestos hasta que finalmente vieron a Esker, West, Qer, Writz y un Slime sentados en una mesa. El grupo estaba rodeado de una multitud expectante.

—Vaya, parece que no son tan cobardes después de todo... —rió el hydronido, acompañado de la súcubo—. Ahora, ¿listos para afrontar el desafío?

Heart cruzó los brazos, fija en el hydronido que solo le devolvía una mirada retadora.

—¿Cuáles son tus reglas...? —preguntó con voz firme.

—Simple —se levantó Esker, con una sonrisa arrogante—. El primer equipo que gane tres juegos se llevará el respeto del otro... y de tooooda esta gente aquí presente... ¡Y de quienes nos sintonizan!

Alex alzó la mirada hacia el cielo, descubriendo drones que ya comenzaban a transmitir.

—¿Sintonizar? —preguntó—. ¿Vas a transmitir esto en vivo?

—Claro, se gana un buen dinero con las vistas —se jactó Esker—. Sobre todo cuando hay humillaciones públicas. Entonces... ¿aceptan?

Writz se unió a sus compañeros Explorers.

—Honestamente, me parece una jugada propia de orcos sucios el aprovecharse de una humillación así... —replicó el elfo con desdén.

—Ya es humillante simplemente echarse para atrás... —argumentó Heart—. ¿Y tú qué dices, Alex? ¿Qué te dice ese corazoncito que tienes?

Alex dudó un momento, pensativo.

"¡Consigue una petición de exilio de al menos diez planetas de distancia y vive feliz en la vergüenza!", Exigió internamente.

Ah, corazón más hecho lata el que tienes...

—¡Mi corazón dice que le entramos con todo! —finalizó Alex, nervioso pero decidido.

—¡Entonces estamos dentro! —exclamó Heart, animada.

—Está hecho —concluyó Writz, cruzándose de brazos.

—¡Primer juego! Figurines...

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Llegaron hasta un puesto con un líquido verde que olía a limón y parecía burbujear suavemente.

Alex y el Slime se subieron a una plataforma que tambaleaba bajo su peso combinado.

—¿Me explicas cómo va este juego? —preguntó Alex, algo preocupado pero intrigado.

—Simple —rió Esker—. Frente a ti verás una pared que se acercará con una figura específica que debes replicar con tu cuerpo. Si fallas, la pared te empujará directo al lago de Fluiber.

Alex tembló al pensar en mojarse, pero no había marcha atrás.

El juego comenzó.

Las primeras figuras eran sencillas: parado, sentado, agarrado de un pie, de lado...

El slime se transformaba en formas geométricas básicas.

Pero pronto llegaron las figuras más difíciles. Alex intentó mantenerse firme en una pose que lo desequilibraba.

—¡Me lleva! No puedo... —se quejó.

—¡Tú puedes, Alex! —lo animaron sus compañeros.

Pero su pie tocó la pared y perdió el equilibrio, cayendo al lago.

—¡Ah! Maldición... —saboreó el líquido—. Vaya, sabe a chicle...

Heart se cubrió el rostro, decepcionada pero esperanzada.

Esker se reía, disfrutando la escena.

—¡Bien hecho, Glugoo! —dijo a su compañero slime, que replicó una carita feliz—. Siguiente juego... El Cackaroo Mecánico...

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Writz y Qer montaban dos Cackaroos gigantes de metal, sostenidos por un enorme resorte flotante que los mantenía erguidos.

Las cámaras de transmisión captaban cada movimiento, mientras el público rugía con emoción y ovaciones para el equipo Heartless.

—El segundo juego es una prueba de resistencia. ¡Quien dure más sin caer del Cackaroo metálico gana! —anunció el Hydronido con una sonrisa desafiante.

El juego comenzó.

—¡Vamos, Writz! ¡Muéstrale de qué estás hecho! —gritó Alex, animado.

—¡Tú puedes, Qer! —lo alentó West.

Los Cackaroos se tambalearon y comenzaron a moverse de forma errática.

—Ganaré... ¡ya lo verán! —exclamó Qer, tratando de mantener la compostura.

—Tomémonos esto con calma... como el viento errante —murmuró Writz, cerrando los ojos y aferrándose con serenidad.

Sin aviso, los Cackaroos comenzaron a teletransportarse rápidamente por la zona, lo que confundió aún más al escarabajo.

Qer intentó taparse la boca por el mareo, pero en el proceso perdió el equilibrio y salió despedido, aterrizando torpemente fuera del Cackaroo.

—¡No puede ser! —exclamó Esker, nervioso—. Writz... ¡ganó!

—¡Eso es! —Heart gritó emocionada—. ¡Maldita sea, ese elfo demente lo logró!

El Cackaroo volvió a su posición original. Writz descendió con calma, aunque sus piernas temblaban bastante.

—Increíble cómo mantuviste la calma —comentó Heart.

—Solo hay que relajar la mente y dejarse llevar —respondió el elfo, intentando disimular el temblor.

—¿Por qué estás temblando? —preguntó Alex, curioso.

—Eh... creo que no me agarré bien —dijo Writz con una sonrisa fingida.

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—Pasemos al siguiente juego: Blancos coordinados —anunció Esker, algo molesto.

El grupo llegó a una plataforma llena de escaleras y resbaladeros. Heart y Writz tenían atados sus pies; Esker y West también estaban vinculados.

—Este juego es una prueba de coordinación —explicó el Hydronido—. Aparecerán blancos de dos colores. Heart y yo golpeamos solo los azules; West y Writz solo los verdes. El que acierte más blancos gana.

El juego comenzó.

Los blancos aparecían rápidamente, y Heart corrió sin detenerse para acertar varios.

—¡Heart, espera! —gritó Writz mientras se arrastraba, intentando seguir el ritmo con su pie atado.

Pero pronto, Writz cayó inconsciente por la arrastrada.

—¡Me lleva la tarjeta madre! —maldijo Heart, alarmada.

Esker se reía desde su lugar, mientras West derribaba blancos verdes con facilidad.

—Tenemos que mejorar el trabajo en equipo —bromeó Esker.

Al final, el equipo Heartless ganó.

Heart, nerviosa por la presión y la preocupación por Writz, se detuvo un momento.

—Tranquila, Heart —dijo Writz al despertar—. Sé que te emocionas por el juego, pero al menos fue divertido.

—Por mi culpa vamos a perder... —se lamentó Heart en silencio.

—¡Mejor vete despidiendo de tu reputación, Heart! —rió Esker—. Siguiente juego: Bebidas intensas...

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Ahora Alex y West estaban sentados en una mesa. Ambos tenían a la par suya un par de cajas que parecían ser hieleras futuristas.

—Este juego consiste en beber la mayor cantidad de bebidas; el que haya bebido más latas ganará. —Esker chasqueó los dedos.

El juego empezó...

—Qué bien tenerte frente a frente... —West sonrió pícara. Alex solo abría su bebida con desconfianza.

Tras ambos dar un trago, West sintió como si estuviera bebiendo alcohol.

—Wow... Esto es... demasiado fuerte... Ja, ja... ¡Me encanta! —West empezó a beber sin control.

—Ya tenemos esta ganada... —Esker alardeó con confianza.

Heart solo observaba a Alex, esperanzada de que pudiera beber lo suficiente.

—A su mecha... Esto sabe a ponche... Pero no tiene alcohol... Eso le quita la emoción... —pensó el humano.

West bebía sin control, pero cada vez se sentía presa de la embriaguez.

Tres, cuatro, ocho latas... West cayó dormida.

Alex iba por la sexta lata con completa tranquilidad; le empezó a gustar más el sabor de esta bebida.

El chico finalmente llegó al final de la octava lata, iniciando con la novena.

—¿¡Qué!? —gritó Esker, no lo podía creer.

Alex estuvo por terminar la novena lata, pero no sin antes voltear hacia el hydronido y levantar su bebida.

—Salud, Esker. —Alex rio y terminó su lata, yéndose de la mesa.

—¡Increíble, Alex! ¡Lograste remontar! —Heart y Writz abrazaron al chico.

—Je, je, gracias, chicos. Aunque la verdad... —Alex estaba apretando su vejiga— ¿Alguien sabe dónde encuentro un baño...?

Alex salió corriendo al baño, mientras Esker miraba furioso los comentarios de la transmisión.

«¿Ese es un humano?»

«¡Aguantan bastante bien el alcohol!»

«Dicen que ellos tienen bebidas que llegan hasta el 6% de alcohol, ¡eso es una locura!»

Eran algunos de los comentarios.

—Maldita sea... —El hydronido volteó hacia el último juego— No voy a dejar que esos idiotas ganen... —susurró— Qer, ven aquí.

Qer llegó con el hydronido. Este mismo le susurró algo en sus antenas.

—¡Pero, señor! —exclamó el escarabajo.

—¡Cállate y haz lo que te digo! —El hydronido le dio un golpe en las antenas al escarabajo.

El mismo fue hacia el último juego, el tiro al blanco espacial. Tomó una de las pistolas láser del juego.

Alex estaba saliendo del baño.

—Vaya... Con esa cantidad de líquido tenía para apagar un incendio for... ¿Eh? —Alex se ocultó.

Este observó cómo Qer golpeaba el cristal láser de la pistola, inestabilizándola. Luego volteó a todas partes y se fue del sitio.

—Ah... Sabía que era demasiado bueno para ser verdad... —se dijo el humano— Mmm... pistolas láser...

Una idea vino a la mente del chico.

—Muy bien, admito que no lo han hecho mal... —dijo el hydronido, confiado— ¡Pero qué les parece un último juego para desempatar y decidir quién gana el respeto de todos!

El público ovacionó, pero ahora estaban divididos entre apoyo al equipo Heartless o ánimos al equipo Explorers.

—El último juego será... ¡Tiro al blanco!

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El grupo entero estaba ahora en la zona de tiro al blanco. Esker tomó una de las pistolas y volteó hacia Qer. Este le dio una señal positiva; era el arma que debía usar.

Esker la guardó y tomó el arma trucada, dándosela a Heart.

—Tienes una gran presión encima... No la vayas a regar... —dijo Esker yendo hacia su posición.

—Ni que fuera un hydronido para regarla... —dijo la robot entrecerrando los ojos. Esta se volteó hacia su equipo.

—¡Te deseo la mejor de las suertes! ¡Que los elementos estén siempre a tu favor! —exclamó Writz, el poeta del grupo.

Alex se acercó a Heart. Ella se sintió extraña. Sin avisar, este la abrazó con fuerza, sonrojando a la robot. Se separaron dejando a la misma confundida.

—Eh... ¿Y eso por qué fue...? —Heart rio nerviosa.

—Para que sepas que te apoyamos, no importa si ganas o pierdes. —Alex sonrió inocente.

Heart asintió yendo con Esker. La misma ya no tenía una mirada enojada, sino una serena y feliz.

—Ah... Las charlas motivacionales de tus amigos me aburren... —dijo el hydronido— Mejor acabaré con esto rápido... Consideralo un regalo de mi parte...

—¿Cállate, quieres...? —Heart volvió a su semblante serio.

El juego había comenzado...

Los blancos aparecían por todo el escenario; con gran maestría, Heart disparaba a todos con rapidez, sin darle oportunidad al hydronido.

—¿¡Qué!? ¡No! —Esker observaba atónito.

El juego terminó rápido; Heart había acabado con todos los blancos.

—¡Gané! —gritó la robot.

La ovación cambió radicalmente hacia el equipo Explorers. Alex y Writz abrazaron y saltaron junto a Heart de la felicidad.

—¡Hemos vencido! —gritaron los tres.

—¿Cómo es...? Cómo fue posible... —Esker soltó un gruñido furioso— ¡Maldita sea, Qer, solo tenías un trabajo!

Qer, que observaba con miedo al hydronido, se ocultaba tras West.

—Ah, sí, hizo un trabajo muy bueno... —dijo Alex, sonriente. Esker volteó.

Alex tiró al suelo el arma trucada, mostrando un flashback de lo ocurrido.

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—¡Te deseo la mejor de las suertes! ¡Que los elementos estén siempre a tu favor! —exclamó Writz, el poeta del grupo.

Alex se acercó a Heart. Ella se sintió extrañada. Sin avisar, este la abrazó con fuerza, sonrojando a la robot. Durante el abrazo, Alex cambió la pistola láser trucada por una de las suyas.

—Eh... ¿Y eso por qué fue...? —Heart rio nerviosa.

—Para que sepas que te apoyamos, no importa si ganas o pierdes. —Alex sonrió inocente.

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Regresando al presente.

—Creo que el inepto aquí eres tú... —Alex se despidió regresando con su grupo.

—Maldito humano... ¡Ya me tiene harto!

El hydronido intentó ir por él, de no ser porque fue detenido por West gracias a uno de sus besos aturdidores. Este cayó inconsciente.

—Ganaron justamente... Espero volver a verlos... En especial a este... Alex... —West sonrió con perversión.

El equipo Heartless se retiraría del lugar, al igual que el público y los drones de transmisión.

—Bueno... ¡Ganamos! ¿Qué hacemos ahora? —preguntó la robot.

—¡Tenemos que celebrarlo de manera apropiada! —exclamó el elfo.

Justo en ese instante, un sonido raro y una vibración venían de los bolsillos de Alex. La tablilla del iguagoma.

—¡Los guantes están listos! ¡Vamos por ellos! —exclamó el humano.

—¡Bien, luego celebraremos! —dijo Heart, manteniendo su emoción.

El resto de Explorers asintió; juntos corrieron camino a la tienda de mejoras.

Hoy fue una victoria en casa, una que todos pudieron ver...

¡Hoy, los Explorers ganaron!

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