SIEMPRE FUISTE TU MI AMOR...

Se conectó la videollamada.

-Hola, Emi. ¿Cómo llegaste? Recién me di cuenta de que la casa de tus abuelos no está tan lejos de la mía. ¿A qué hora quieres que pase por ti?

-Sí, llegamos bien. Si me comentó también la abuela que vivimos un poco cerca. ¿Qué decís a las 20 hs? No avisé a los abuelos. Después de la llamada se los comento. ¿Ropa formal o informal?

-Formal o no. Te verás hermosa, Emi. Ella se sonrojó al escucharlo. Menos mal que no puede verme bien, sin verme vergonzoso sería, se dijo Emi a sí misma.

-Quiero saber a dónde vamos, así decidiré qué ponerme. Dijo Emi.

-Vemos hacer eso si estás de acuerdo. Podemos ir al padre y de ahí a cenar.

-Es un buen plan. ¿Entonces a las 16 hs?

-Sí, sí. Ansió que llegue el sábado. ¿Otra cosa, Emi, te inscribiste en la facultad?

-Sí, sí. Hice todo por internet antes de venir a Italia. Está cerca de mi casa. Justo en el centro de Milán.

-Muy bien, si necesitas ayuda no dudes en preguntarme porque ya tengo un doctorado en esta área. Se sorprendió Emi al escuchar eso.

-Mateo, ¿te puedo hacer una pregunta personal?

-Sí, pregunta no más.

-¿Cuántos años tenés? Porque dijiste que ya tenés un doctorado.

-Sí, entré a la Universidad a los 13 años. Además, tengo una carrera en administración de empresas. Mi madre misma me enseñó su carrera porque voy mi pasión por los números. Al ver mi potencial, mis padres me empujaron a lograrlo. También, mis hermanas están en la universidad para niños dotados y tienen 14 años. ¿Cuántos años tenés, Emi?

-Wow, son familia de dotados, de genios. Voy a tener 17 en un mes.

-De verdad, yo también, pero tendré 19, pero el 20 de junio. Igual tú no te quedas atrás, Emi. Además de hermosa, eres una genia, muy organizada y sabes lo que quieres. Te admiro mucho. Emily no sabía qué responder porque se sentía muy halagada por las palabras de Mateo. Después de unos segundos de vacilación, contestó

-Mateo, te dejo, después hablamos. Voy a descansar un poco. Se despidieron, y Emily no podía creer tal coincidencia. Nació el mismo mes y fecha que Mateo, solamente con una diferencia de 2 años.

Se fueron pasando los días, y Emily se adaptó rápidamente al país. Siempre salía con sus abuelos o con los guardaespaldas designados por sus abuelos porque ellos no querían sorpresas. Así fueron pasando los días, y ya era sábado. Mateo no podía ocultar su alegría. Iba a ver a Emily, a pesar de que ellos se escribían por mensajes y videollamadas. Angie estaba feliz de ver a su hijo mayor tan feliz. Se preparó para ir a buscar a Emi a su casa. Tomó sus llaves, y salió hacia su auto, mientras lo seguían unos guardaespaldas en otro auto.

Al llegar, tocó el timbre y se anunció. El mayordomo le abrió la puerta y lo dejó en la sala, luego fue a avisar a la abuela de Emi. Ella entró muy elegante con su melena pelirroja y se acercó a Mateo.

-Hola, Mateo. Me alegra volver a verte. Ya eres todo un hombre. Me alegra que mi nieta tenga una amistad contigo.

-Gracias, señora, por la oportunidad. La llevaré de vuelta a su casa antes de las 23 h.

-Muy bien, hijo. Creo en ti y sé que respetarás a mi nieta -mientras hablaba, Emily se quedó sorprendida de lo hermosa que se veía y la abuela continuó-. Hija, te ves muy hermosa y juvenil. ¿La están pasando bien? Los guardaespaldas de Emi también irán, no es que no tenga confianza en ti, sino por precaución.

-Está bien, señora, no se preocupe, la entiendo. Vamos, Emi -tomó su mano y salieron ambos. Abrió la puerta y ella entró; él también se subió al coche. Se acercó a ella y le abrochó el cinturón, le dijo cerca del oído:

-Estás hermosa, Emi -ella sonrojó y miró hacia otro lado. Él sonrió al verla sonrojada, se veía más hermosa y tierna así.