Insaciable

-Carol por favor, reordena esa sección por tonalidades, la última cliente desordenó todo.- Anne ya estaba por cerrar la boutique y ordenaban la tienda con rapidez

Ya habían pasado 2 semanas desde que Luciano frecuentaba el Club y la tienda. Estaba al borde de la locura lidiando con la cacería de Luciano y el regreso de Alonso. El sonido de la puerta abriéndose las hizo voltear la mirada

-Aún están atendiendo?... Necesito comprar un regalo para mi tía.- Luciano estaba de pie en la entrada sonriendo, está vez su tono de voz era más cálido y vestía un outfit despreocupado casual con su cabello despeinado que lo hacía lucir más guapo

-En qué podemos ayudarlo? Qué tipo de regalo busca?- Carol se aproximó a atenderlo y Anne fingió seguir ocupada en la registradora. Era la tercera vez en la semana que Luciano llegaba a la tienda cerca de la hora de cierre, con algún "regalo" que comprar.

Sentía su mirada sobre mi hombro mientras hablaba con Carol y escogían la compra. Al cabo de unos minutos se acercó hasta la caja. -Es todo lo que llevaré hoy... Cómo estás?-

-Bien Sr. Rozzi y usted?- Tomó el producto en sus manos y empezó a facturarlo evitando contacto visual

-Qué tal un café? Tomas café?-

-...-

-O quizás una cena?..-

-Sr. Rozzi no tenemos ese tipo de relaciones con nuestros clientes, y ya tengo planes para la noche, gracias.- Mordió su labio inferior recordando que quizás lo vería nuevamente hoy en el club

-No sé que pasa con las mujeres, últimamente no parecen escucharme...- La miro irritado volviendo a hablar en su tono arrogante, tomó la bolsa y se marchó

-Tengo un repelente contra pelirrojas o esa mujer es dura de roer...- Cerro la puerta del auto con fuerza y le hizo señas al chófer de que avanzarán

Mientras el carro de Luciano se marchaba, en su lugar se estacionaba una camioneta negra. El hombre castaño apagó el motor y se dispuso a bajar.

Anne ya estaba terminando de cerrar la caja, camino hacia un estante para dejar el último producto a reemplazar y en ese momento sintió unos brazos recorrer su cintura.

-Ya estás lista?-

-Alonso me asustaste!- Anne separó los brazos de su novio, sentía ese contacto físico incómodo por alguna razón. Desde que él había regresado no había logrado tener intimidad sin pensar.

Para nada era un hombre feo, Alonso tenía buen porte por dónde se viera, alto, flaco pero con sus músculos marcados, bien proporcionado, barba corta descuidada y ojos castaños. Pero Anne se aburría tan rápido de los hombres que la única manera en que esta relación había llegado a tanto era porque Alonso viajaba constante, así cuando se veían ella sentía que era su entretenimiento de fin de semana, por alguna razón está vez, no le apetecía nada.

-Vamos a cenar, hay algo de que hablar...- Él le dió un beso en sus labios y se alejo de está caminando hacia la salida

(Grandioso, otra escena de celos) pensó

Se despidió de Carol especificandole la seguridad de la tienda y que se asegurará de dejar todo en orden. Ambos se marcharon a una velocidad razonable. No había tráfico en la ciudad a esa hora, el clima estaba templado y los árboles con pocas hojas parecían decoración entre tantas luces, hoy era una noche preciosa. Anne se recostó de la puerta como una niña pequeña mirando la luna mientras sus cabellos revoloteaban con la brisa. Todo el camino se mantuvo en silencio, Alonso hablaba por teléfono con su madre, pero a ella no le interesaba en lo más mínimo esa conversación.

Bajaron frente a un restaurante elegante, gracias a Dios ese día ella había decidió vestir con una falda entubada que acompañada de tacones pasaba de casual a elegante en un segundo.

-No me digas que cenaremos con tus padres, no estoy de humor para eso-

-No amor como crees... Está cena es solo para dos- Entrelazó los dedos a los suyos pero está los soltó sutilmente. Ignorando el gesto Alonso abrió la puerta para que ella entrara primero y la mesera los acercó a la reserva.

El lugar era cálido, luz natural que se colaba por tragaluces, velas y de fondo el piano con melodía muy suave, quizás para ella demasiado romántico. Él pidió champagne y carraspeó un poco aclarando su garganta para empezar a hablar

-Anne, llevamos dos maravillosos años juntos...- (Sobre todo maravillosos) pensó ella. -Eres la mujer más hermosa que conozco, deseo desde mi corazón pasar el resto de mi vida contigo...-

(Ay no! Ya sé por dónde vienen los tiros) Ella abrió los ojos como platos, carraspeó y cambio su lengua corporal, retrocedió su espalda hasta apoyarla en la silla y bajo sus manos sobre sus muslos, no podía dejarlo continuar.

-Alon...-

-No digas nada aún, no he terminado-

Respiró profundo y resopló. -Tu no pero yo si, Alonso no hagas esto, dañas nuestra relación. No voy a comprometerme contigo, mucho menos casarme, tu sabes que no soy ese tipo de mujer... Yo jamás podría amarrarme a alguien.- Alonso cerro los labios apretandolos, se quedó en completo silencio sintiendo un nudo en la garganta y dolor en su pecho

-Por favor, no me busques más, dejemos todo hasta aquí. Estoy segura de que encontraras una buena mujer para hacer familia...- Anne hablo firme, se mostraba insensible y fría, su mirada no mostraba ni una pizca de arrepentimiento mientras hablaba. Alonso la sujeto de la muñeca y jalo hacia el frente

-Tengo todo preparado amor... -Sus palabras salían entre dientes como un gruñido. -No pienses dejarme en ridículo Anne, no sabes de lo que soy capaz!

-No me amenaces Alonso-

-Yo te hago lo que me provoque, tocaste mi límite, crees que he pasado estos meses sin darme cuenta de tu falta de interés? Crees que te dejaré jugar conmigo? Volviste a tus andanzas de puta y sueñas que te dejaré ir como si nada? A mí me respetas Anne! No fui tu colchón 2 años, serás mi esposa y por fin dejaras tu libertinaje- La muñeca que Alonso presionaba dolía, el agarre fuerte marcaba sus dedos en la piel blanca. El odio que crecía se escuchaba y se sentía.

-Me importa un culo lo que creas, ya dejaste que jugará contigo al haber estado conmigo todo este tiempo.- Anne se puso de pie y movió su brazo para soltarse de su agarre. -No me busques de nuevo-

-Sabras de mi maldita, si no eres mía no serás de nadie! Vendrás suplicando a mi, pidiendo ayuda como hace dos años-

-Yo no te pedí ayuda, tu me la diste solito. Pero que bueno verte la cara y darme cuenta que no eres tan pendejo como aparentas-

Las personas de las mesas cercanas miraban disimuladamente la escena, el mesonero que traía el champagne se detuvo a unos metros cuando vió que Anne se paraba. Sus mejillas estaban rojas de vergüenza, odiaba ser el centro de atención y armar estos shows en público.

Salió disparada del restaurante caminando a la avenida para pedir un taxi.