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Redención Nuestra

Redención Nuestra

Status: En proceso
Genre:Romance / Posesivo / Oficina / Malentendidos / Romance de oficina / Mujer despreciada
Popularitas:366
Nilai: 5
nombre de autor: Koh

Rose estaba decepcionada del sentimiento llamado amor y por mucho tiempo no creyó en el ni lo buscó hasta que se involucró con él.

Silvain James es un hombre de una familia rica y poderosa pero que tenía más suciedad que el desagüe de la ciudad. Tampoco creía en el amor hasta que se involucró con ella.

Ambos terminaron casándose bajo las condiciones y amenazas del abuelo de Silvain. Juntos tienen que lidiar con la familia James y sus intrigas por la herencia de la compañía y riqueza que dejaba en vida el patriarca de la familia.

Entre sus días de casados y evitando los esquemas de esas personas, surge un secreto que podría causar grandes controversias y el fin del amor entre Rose y Silvain.

NovelToon tiene autorización de Koh para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 4

El día de la boda llegó, y los testigos ya habían llegado al registro civil. Dalia esperaba la llegada de Rose mientras era acompañada por su esposo Kei, si bien hubiera querido ser una dama de honor, ser su testigo era también un honor ya que ella era la única amiga que había logrado hacer luego de muchos años sola, y quería ser testigo del comienzo de otra etapa en la vida de su amiga. Junto a Dalia y Kei, estaba el abuelo de Silvain vestido con ropa casual quien se apoyaba de su mayordomo y su bastón, también lo acompañaba otro hombre, uno joven pero guapo de ojos verdes, tan alto como Kei y vestía un traje de oficina color azul marino, y una muchacha que se colgaba del brazo del hombre con demasiado énfasis.

De pronto, el Lincoln de Silvain llegó, bajando del auto Silvain, vestido de un pantalón azul marino y una camisa blanca, con su cabello rubio peinado hacia atrás, se detuvo un momento para dar la mano a la novia, quien salió luciendo un vestido color hueso entubado que llegaba a las rodillas, adornado con un encaje francés en el peto y los brazos, calzando unos zapatos blanco de tacón; tenía un peinado alto adornado con flores y perlas, y en su mano tenía un ramo de rosas rojas y blancas.

La hermosa pareja subió las escaleras para adentrarse al registro civil.

En el camino Silvain vio a Zephyr Diamantis, haciéndole fruncir el ceño, ni siquiera vio a su eterno rival Kei Smith a quien detestaba desde adolescente. El hombre que trajo su abuelo lo llenaba de molestia y solo lo fulmino con la mirada, recibiendo una sonrisa socarrona de parte del otro.

Rose solo puso los ojos en blanco ante las burlas de ese hombre y no le prestó atención. Hoy era su sentencia de estar encadenada a Silvain, que aunque la derrite con sus besos y su atrevimiento, aun dudaba si ese hombre podría hacer un equipo con ella para afrontar lo que se vendría, que era complot, intrigas e intentos de asesinato porque la herencia sería dada en vida de George James. Aunque nadie lo sabía a excepción de ellos dos.

La ceremonia pasó muy rápido, al igual que el intercambio de anillos y la firma de los testigos. Cuando los declararon marido y mujer, Silvain besó a Rose de manera dominante, quitándole el aire, dejándola con las mejillas sonrojadas por la falta de aire, pero no se perdió la mirada de suficiencia que le dio a Zephyr, mientras que este hombre se acercó deliberadamente a ella para darle un abrazo, dejando a la dama a su lado con una mirada asesina hacia ella.

Suspiró. ¿Por qué este idiota la metía en problemas innecesarios? Suficiente tendría con la familia de James como para soportar a su acosadora.

-Hubieras aceptado casarte conmigo – le murmuró en el oído – Te hubiera dejado hacer lo que quisieras.

-Tu familia también es insoportable.

Zephyr se separó y soltó una risilla, haciendo que Silvain se llenara de furia. ¿Qué tanto le cuchicheaba a su esposa?

-No deberías tomarte tantas libertades con MI ESPOSA – dijo Silvain mientras abrazaba la cintura de Rose de manera dominante.

Rose rodó los ojos, y cuando vio la sonrisa pícara de su amiga ante la evidente tensión, solo pudo mostrar una sonrisa incomoda. Sabía que Zephyr lo hizo a propósito, pero no veía la razón de actuar tan posesivo ese hombre.

Zephyr solo sonrió de medio lado, pero fue interrumpido con el agarre de su acompañante y aun no entendía por qué dejó venir a esa loca con él.

En todo caso, el abuelo sonrió feliz, abrazando a los niños por sus nupcias y saliendo con satisfacción del edificio, esperando que pudieran ambos lograr un matrimonio real dentro del año.

...****************...

Como no hubo recepción y solo una comida sencilla en un restaurante de alta gama, la celebración se acabó rápido y la pareja recién casada se dirigió a su nueva casa, donde compartirían sus vidas. Rose estaba resignada a una vida de calvario y esperaba que todo terminara en un año, como el abuelo George había prometido. En cambio Silvain, no podía evitar acomodarse la corbata a cada rato, la ansiedad de su cuerpo delataba su necesidad urgente de saciar su lujuria, porque desde esa vez que se despertó en el hotel con esta mujer en sus brazos, no ha podido follar a otra mujer y eso lo irritaba, lo mataba.

En cuanto entraron a la casa, Rose solo quería irse a su propia habitación, cambiarse a una ropa más cómoda y dormir, los pies le estaban matando y ya no soportaba la mirada ardiente de Silvain en su nuca. No quería discutir, ni verle la cara de presumido, pero no pudo dar ni un paso cuando ese hombre la jalo de la cintura, agarró su nuca y la besó con ferocidad.

Se sorprendió de sus acciones, y quiso alejarse, pero las manos ansiosas de él acariciando y pellizcando sus nalgas la estaban desarmando por completo. Desde esa vez que se entregaron con pasión en el hotel, no había podido dormir tranquila, recordando sus besos húmedos y lo duro que había sido. Y ahora, que la besaba y masajeaba su cuerpo, no podía evitar restregarse a él como una gata en celo, jadeando al contacto de esa arma dura para atacarla, en su vientre.

Silvain se desplomó encima de ella mientras recuperaban el aliento, y no pudo evitar besar la piel de su cuello.

Ah, Silvain – murmuró Rose aun temblando por el regusto del clímax.

Apenas es la primera ronda de la noche.

Dicho eso, la cargó en sus brazos para dirigirse a la habitación de él y continuar con el ejercicio extenuante hasta la madrugada.

***

Rose abrió los ojos, sintiendo su cabeza embotada y el cuerpo tan adolorido como si un camión le hubiera pasado encima. Trató de sentarse, para sentir su parte baja escocer, terminando por rendirse y acostarse de nuevo. Había un reloj digital en la mesa de noche y marcaba casi medio día, se giró solo para notar que Silvain no estaba.

Suspiró.

No es que sean un matrimonio de verdad, anoche fue muy apasionado, pero cuánto duraría su entusiasmo con ella hasta que vuelva a insultarla o ni siquiera tratarla como una esposa, al menos de apariencia. Sacudió esos pensamientos, la vida era corta, disfrutaría lo mejor que pudiera y luego, cuando esta farsa se terminara, se iría sin mirar atrás.

Esta vez logró levantarse, y aunque con dolor, caminó hacia el baño para darse una larga y anhelada ducha, donde pasaba la esponja para limpiar su cuerpo, dolía, ya sea por cómo mordisqueó sus pechos, o cómo masajeaba la piel de su cuerpo, clavando los dedos, incluso su zona dolía como le infierno, pero no impedía que Rose sonriera ante lo satisfactorio que fue Silvain en la cama.

Salió con una bata y se dirigió a su propia habitación que estaba al lado, buscó en su neceser y sacó una crema para rozaduras, y en su cajón de la mesita de noche, sacó unas pastillas para desinflamar, porque su parte intima la sentía hinchada, que ya casi caminaba abierta para evitar más el contacto y el roce.

Se puso ropa cómoda, un pantalón chándal y una camiseta sin mangas. Y mientras bajaba las escaleras, pudo sentir un aroma agradable a comida. Cuando llegó al comedor, vio unos platos dispuestos en un solo lugar, creyó que la sirvienta aún estaba terminando, así que se asomó a la cocina solo para sorprenderse de ver a Silvain cocinando.

-¿Silvain?

Él la miró, tenía un delantal negro y debajo un pantalón de mezclilla y una camiseta morada con mangas, viéndose menos severo y más accesible.

-¿Sabes cocinar?

-¿Qué? ¿Es raro?

Rose rodó los ojos, de nuevo ese tono sarcástico, toda la fantasía de la noche anterior se esfumó en cuanto abrió la boca.

-No – suspiró – Bueno sí, eres tan… orgulloso. No pasó por mi cabeza que te pondrías a cocinar.

-Es que aun no se contrata a la cocinera. Alguien es demasiada relajada.

Rose se hiso a la sorda, no podía creer que la culpaba cuando apenas se casaron, ni siquiera ha conocido la casa, cómo podía contratar a la servidumbre.

-Sí, sí, ¿Hay algo para mí? – preguntó, pero Silvain sonrió con burla.

-¿Tú que crees?

Rose entendió la negativa velada en su ironía y mejor se dio la vuelta.

-Como sea.

Sacó el móvil de su pantalón y se metió a la página de comida a domicilio. Ella no rogaría y desgraciadamente no sabía cocinar. Había estado ocupada sobreviviendo en el orfanato e intentado que nadie la lastime, escalando para ya no ser juguete de nadie, que se olvidó aprender lo más importante. Pero teniendo dinero en sus manos, se limitó solo dejar su casa limpia, pero la comida, casi siempre era a domicilio o en restaurantes.

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Este capítulo está censurado si lo quieres ver sin censura pasa por el grupo "Erika Koh escritora", responde las preguntas de seguridad y disfruta.

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