Cristell obtiene una pasantía en una empresa de renombre. ¡Una oportunidad única! Sobre todo porque el CEO le da un puesto demasiado cercano a su corazón y así, ella descubre que su jefe se encuentra enamorado de una secretaria dulce. ¿Quién es esa señorita afortunada?
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QUE SOLIA
Desde hace tres horas que él no sale de su famosa reunión. ¡Fue una bendición la ensalada que me preparó mi madre! Al menos con eso estoy conteniendo el apetito. ¡Ya me cansé de dar vueltas por la misma sala de espera.
Abro una bolsita de gomitas enchiladas, de esas que Miguel me regala, tomo un poco y el sabor me excita la lengua. ¡Súper rico! Tengo los audífonos puestos, estoy sentada en el sofá admirando la vista de la ciudad. ¡Esto es una locura! Mi trabajo de hoy me ha aburrido bastante.
La canción que comienza a sonar me encanta.
No se inglés pero entiendo el sentimiento del cantante. Meneo la cabeza al ritmo de la canción, meto una gomita enchilada a mi boca y entonces me toca el hombro. ¡Me asusto un poco! Me quito los auriculares.
—¿Por eso es que no me escuchabas? —Me mira con cierta seriedad.
—Señor Ferrazzi. Perdón, estaba matando el tiempo.
—¿Me tardé mucho?
—La verdad sí. Ya hasta agende proximas reuniones y citas en su agenda.
Baja la mirada a mis manos, después observa mi boca y finalmente vuelve a mis ojos.
—¿De dónde sacas tantos dulces? Siempre que hablo contigo o estás mascando chicle o tienes alguna paleta en las manos.
—¡Es que soy fanática de los dulces! ¿Quiere un poco? —No dudo en ofrecerle gomitas enchiladas.
Su mirada parece irradiar incertidumbre, baja las pupilas a mi boca y entonces siento su pulgar sobre la comisura de mis labios. ¡¿Qué está sucediendo?! Mi corazón se acelera, siento que acaricia mi piel hasta que aleja su dedo.
—Tenías una mancha de dulce —procede a llevarse el dedo a la boca para limpiarlo con su lengua—. ¿Son mangos?
¿Por qué chupar su pulgar con el dulce que estuvo cerca de mi boca? ¡Me causa intriga su acción!
—Sí. Tome, no tenga pena.
El saca un mango enchilado y lo lleva a su boca. ¡Su semblante cambia!
—No probaba esto desde que estaba en la universidad.
—¡A mí me encantan!
Mi sonrisa es amplia y su mirada congenia bien con mis pupilas.
—¿Tienes hambre?
—Comí un poco. ¿Usted tiene hambre?
—Sí, la reunión se extendió bastante.
Mi instinto me lleva a actuar, lo tomo de la mano y lo arrastro para que se siente. Abro mi bolso y saco un tupper con ensalada.
—Tenga, coma un poco. Mi mamá preparó esta ensalada, está muy rica.
Le ofrezco un cubierto de plástico.
—No te preocupes, es tu comida yo...
—¡Ay señor Ferrazzi! No me desprecie, está bien que no es salmón, pero aparte esta porción para usted. Imaginé que tendría hambre al terminar la reunión, así que coma.
Su mirada es de admiración y pareciera que quiere sonreír.
—¡Gracias! Que considera es señorita Cris.
—Digo, no es que le vaya a quitar completamente el hambre pero, algo es algo. ¡Así ya no le chillan las tripas! —Suelto una carcajada tenue.
Él sonríe, toma el tenedor y lleva un poco ensalada a su boca. Lo veo masticar, estoy frente a él, admirando su reacción. ¡Los sabores le han conquistado el paladar!
—¿Y qué tal? ¿Le gusta?
—¡Está muy buena!
Ferrazzi ha perdido la pena y devora todo con placer.
...🫦🫦🫦...
—Una mesa para dos —pide él.
—Claro, en un momento...
—¡Massimo! —Ella exclama con emoción, se acerca a nosotros—. ¡Qué milagro! Hace tanto que no nos vemos.
—Hola madre —él planta un beso en la mejilla de ella—. ¿Cómo estás?
—Vine con unas amigas a pasar la tarde, ¿qué haces aquí? Supe que tu cita con Andrea fue un fiasco. ¿Por qué no puedes sentar cabeza? He estado haciendo lo posible por ayudarte y es imposible. Tú... —ella no termina su frase, me mira con sorpresa y se digna a saludarme—. ¡Qué guapa señorita! ¿Quién es usted?
—Buenas tardes señora, mi nombre es Cristell Corona.
—¡Tú respondiste mi llamada el día de ayer! Te recuerdo, soy Alejandra, la madre de este hombrecito.
—¡Mucho gusto! —Sonrió con amplitud para ella.
—¡El gusto es mío! Eres muy bonita. ¿Segura de que él solo es tu jefe? Por mí encantada de que estén saliendo. ¿Están saliendo? —Ella está realmente emocionada.
—Mamá, ella es mi secretaria.
—¿Y desde cuando sales a comer con tus secretarias? —Ella lo pone en jaque y Ferrazzi parece ruborizarse.
—Siempre hay una primera vez para todo —me atrevo a decir.
Alejandra sonríe más ampliamente que antes.
—¡Tienes razón querida! Siempre hay una primera vez para todo. No se chiveen por mí, yo estaré con mis amigas, ustedes cenen sin problema.
—Disfruta la cena mamá.
—¡Encantada de conocerte Cris! El viernes también deberías acompañarnos en la comida, lo he decidido, preparare comida casera. ¡No falten!
—¡Gracias por la invitación!
—No me agradezcas linda, al contrario. ¡Gracias a ti por salir con mi hijo!
No sé si reírme o morderme los labios, porque todo esto fue muy inesperado e intenso. Nos llevan a nuestra mesa, me obligo a controlar mi mente pero no puedo y entonces me suelto a reír.
—¡Perdona! Mi madre a veces es muy intensa —dice él.
Mi risa es muy natural y fuerte, tengo que aclarar mi respiración.
—¡No te preocupes! No pasa nada.
—Ella está muy emocionada con que yo logre sentar cabeza.
—Sí, ya me di cuenta.
Me mira a los ojos y yo soy un mar de risa. ¡Esto es increíble!
—¿Quieres que pida algo de beber?
—Agua. Agua está bien.
—Claro.
Massimo llama a un mesero y este se acerca. El toma la orden.
—También tráeme un poco de café y pan.
—¿Tienen té? —Interrumpo.
—Sí, tenemos infusiones. ¿Gusta revisar la carta?
—Claro.
—Iré por su pedido y en un momento regreso —dice el mesero.
—¡Muchas gracias!
El mesero se retira, Massimo me mira con curiosidad y yo aún tengo ganas de reír.
—¿Ya estás mejor? —Pregunta él.
—No. Aún no puedo superarlo —y se me escapan unas cuantas carcajadas más.
—¿Por qué te da risa?
—Es que te pusiste muy colorado. ¡Te chiveaste!
—¿Ahora me hablas como si fuéramos amigos?
—Claro. ¿Recuerdas que te dije que debes dejar que las cosas fluyan de forma natural?
—Sí lo recuerdo.
—Ya eres mi jefe y yo soy tu secretaria. Ahora seremos amigos. ¡Ese es el siguiente paso! Creo que es genial.