La historia más cliché del año", así la describiría Carla... pero, ¿qué pasa cuando los villanos cuentan su versión?
pero ¿qué pasa cuando se ve desde los ojos de Kiara? Una joven obligada a comprometerse con el príncipe a los 15 años por decisión de su padre, quien en secreto ama al hombre con el que está destinada a casarse. Todo cambia cuando Marionela entra en escena. Su aparente dulzura esconde un lado oscuro que Kiara conoce de primera mano, pues es ella quien comienza a manipular al príncipe y convertir la vida de Kiara en un caos.
La gota que colma el vaso llega cuando Marionela, en un acto calculado, se envenena para culpar a Kiara. La supuesta villana es acusada injustamente, encarcelada y casi ejecutada, pero logra reducir su sentencia. Allí, en el calabozo, un golpe la despierta a su vida pasada y con ello, un propósito claro: cambiar su destino .
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capitulo 4 _ torneo
Pasaron seis meses desde mi llegada al imperio. Mi entrenamiento con Darius y Elira continuaba siendo duro, pero ya no era la misma chica que solía tropezar con una espada o agotarse con el primer hechizo. Mi cuerpo estaba más fuerte, mi mente más clara, y mi determinación más sólida que nunca.
Mi tía observaba mis avances con orgullo, pero también con cautela. Sabía que mi objetivo no era solo defenderme, sino tomar venganza.
—Recuerda, Kiara —me decía cada noche—, la verdadera victoria no es solo destruir a tus enemigos, sino hacerlo de una manera que nunca puedan levantarse contra ti.
Esas palabras resonaban en mi cabeza mientras practicaba, mientras planeaba, mientras cada día me acercaba más a mi meta.
Un día, después de un entrenamiento particularmente agotador, mi tía entró en la sala donde estaba descansando. Llevaba un sobre sellado con el escudo del imperio.
—Esto acaba de llegar. Es del consejo imperial —me dijo, entregándomelo.
Al abrirlo, mis ojos recorrieron rápidamente el pergamino. Era una invitación a un torneo que se celebraría en dos meses, un evento anual donde los mejores espadachines, magos y estrategas del imperio competían por el reconocimiento del emperador.
—¿Por qué me envían esto? —pregunté, confundida.
—Porque tu nombre ya ha empezado a hacerse un eco en el imperio. Los rumores sobre la hija de los Lombardini, entrenando como una guerrera, han llegado a oídos de los nobles. Participar en este torneo podría ser la oportunidad que necesitas para ganar aliados... y enemigos.
Allí estaba: mi oportunidad de mostrar mi fuerza, de anunciar al mundo que Kiara Lombardini ya no era una simple noble desterrada.
Los meses antes del torneo
Darius intensificó mi entrenamiento con la espada. Me enseñé técnicas de combate que nunca hubiera imaginado, movimientos rápidos y letales que harían temblar a cualquiera.
Elira, por su parte, comenzó a enfocarse en hechizos de combate avanzados: barreras mágicas, explosiones de energía, e incluso algunos encantamientos que podían reforzar mi espada.
—Esto no solo se trata de habilidad, Kiara —me dijo un día mientras practicábamos—. Se trata de que confies en ti misma. No importa quién esté frente a ti, tú eres la única que puede definir tu destino.
El día del torneo
El coliseo del imperio estaba lleno de nobles, soldados y ciudadanos. La arena resonaba con los gritos de la multitud, ansiosa por ver quién se alzaría como el ganador.
Mi nombre fue anunciado junto con los demás competidores, y por primera vez, sentí las miradas de miles de personas sobre mí. Algunos me reconocieron como la hija de los Lombardini; otros solo vieron a una extraña.
Mi primer enfrentamiento fue contra un caballero experimentado. Su fuerza era brutal, pero sus movimientos eran predecibles. Con cada golpe que desviaba, mi confianza crecía. Finalmente, vi mi oportunidad: un hechizo rápido para desestabilizarlo y un golpe certero con mi espada lo dejaron fuera de combate.
La multitud rugió, sorprendida. No esperaban que un noble como yo fuera capaz de derrotar a un veterano.
Ronda tras ronda, avancé. Cada victoria no solo era un paso más hacia el reconocimiento, sino una declaración: Kiara Lombardini no sería olvidada.
En las semifinales, me enfrenté a un mago experimentado, cuyas habilidades estaban lejos de ser simples. Fue una batalla intensa, magia contra magia, hasta que finalmente logró romper su defensa con un hechizo explosivo que combiné con un ataque físico.
Y entonces llegó la final. Mi oponente: un guerrero reconocido, famoso en todo el imperio. Su sonrisa confiada me enfureció, pero también me motivó.
La batalla fue feroz, cada golpe y cada hechizo resonando en la arena. Pero cuando mi espada cortó el aire en un último movimiento y lo desarmó, supe que había ganado.
El emperador, desde su palco, se puso de pie y me miró con una mezcla de interés y aprobación.
—Kiara Lombardini —dijo su voz profunda y resonante—, el imperio reconoce tu fuerza y determinación.
La multitud rugió de nuevo, pero yo solo pensaba en una cosa: este es solo el primer paso.
Había demostrado mi valía, pero ahora tenía algo más grande en mente: regresar al reino de Liu y empezar mi verdadera misión. El juego acaba de comenzar.