Las gorditas no tenemos derecho a enamorarse.
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Capítulo 4
Mientras redacto mi carta de renuncia, mi jefe entra a mi oficina con una expresión de impotencia y dice — Mariana, no debiste irte de esta forma de la empresa, son muy injustos, no son argumentos válidos para expulsarte de esta manera, tú eres excelente profesional y persona… lo miro con resignación y le digo — jefe muchas gracias por sus palabras, créame que siempre lo llevaré en un bonito recuerdo y le agradezco todo lo que aprendí a su lado, se que la situación es terrible pero no podemos hacer nada… el se acerca un poco más y dice — cuenta con una excelente recomendación… afirmó con la cabeza y el suspirando sale.
María Antonia entra después de mi jefe y dice — me acabo de enterar Mariana, aún no lo puedo creer… encojo los hombros y le respondo — al parecer nosotras las personas gordas no merecemos existir ni producir… me rio irónicamente, ella se acerca y me da un abrazo diciendo — te extrañare demasiado… le respondo — igual yo loquita… reímos y ella se retira de mi lugar de trabajo.
Termino de recoger mis cosas, imprimo la carta, respiro profundo y camino hacia la sala de juntas. Una vez adentro veo que ese demonio está solo, así que digo — permiso señor, acá está mi carta de renuncia… me doy la vuelta con la intención de irme, hasta que escucho esa voz grave decir — yo no te he dicho que te vayas… me volteo hacia él, confundida y le digo — ya no trabajo para usted, asi que me retiro cuando desee… levanta la mirada penetrando mis ojos como una espada fulminante y dice — yo no he aceptado esa carta de renuncia… enserio ya estoy muy molesta; así que le respondo — la aceptó desde el momento que me ofendió como lo hizo, ahora si me disculpa debo irme para no seguir dando un mal aspecto a su empresa… nuevamente me volteo para salir de ahí, pero el da un grito y dice — no te muevas… no se que tiene ese hombre que me produce tanto terror, así que me quedo paralizada y lentamente volteo hacia èl, me doy cuenta que tiene mi renuncia en sus manos y mientras me mira fijamente dice — Mariana del Castillo, hasta donde estarías dispuesta a llegar para que este papel no valga nada y continúes con tu trabajo… lo miro extrañada porque se muy bien a qué se refiere con ese comentario y con enojo respondo — estoy dispuesta a seguir trabajando con responsabilidad y honestidad, cómo lo he hecho hasta la fecha… se levanta y camina hacia mi, su aroma se empieza a intensificar, es tan fuerte que no puedo dejar de percibirlo, huele exquisito y que al mismo tiempo me produce tanto miedo, me quedo estática, mientras él se acerca lentamente y dice — me refiero a que estarías dispuesta a darme por dejar que te quedaras?… doy pasos hacia atrás y saco valentía de no se donde, respondiendo — es mejor entonces que acepte mi renuncia porque mi dignidad no está a la venta… antes que el pueda decir algo, salgo corriendo de allí.