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Editando Mi Propia Historia.

Editando Mi Propia Historia.

Status: Terminada
Genre:CEO / Completas / Aventura de una noche / Reencuentro / Dejar escapar al amor / Amor-odio
Popularitas:5.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Loloy

Abigaíl, una mujer de treinta años, quien es una escritora de novelas de amor, se encuentra en una encrucijada cuando su historia, la cual la lanzó al estrellato, al sacar su último volumen se queda en blanco. Un repentino bloqueo literario la lleva a buscar a su hombre misterioso e intentar escribir el final de su maravillosa historia.

NovelToon tiene autorización de Loloy para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capítulo 6

**Oficina central – minutos después**

Abigaíl ordenaba unos documentos junto a la cafetera de la sala común. Mantenía la compostura con la misma precisión con la que elegía cada palabra y cada movimiento durante la jornada. Sin embargo, algo en el ambiente acababa de cambiar. Lo sentía, como si una presencia nueva se hubiese colado sin pedir permiso.

Alzó la vista con disimulo. A través del vidrio esmerilado, distinguió a un hombre alto, de traje oscuro y con aire despreocupado, hablando con Eric cerca del ascensor. No lo había visto antes. O al menos no de cerca.

Sus ojos se encontraron por un segundo. Él la miraba, con una sonrisa ladeada que no alcanzaba a ser irrespetuosa, pero sí... inquisitiva. Como si ya la conociera. O quisiera hacerlo.

Abigaíl sintió un leve cosquilleo en la nuca.

Rápidamente bajó la mirada y volvió a enfocarse en los documentos, aunque algo dentro de ella se removió con inquietud. Se sintió expuesta, como si la máscara que había construido durante cinco años comenzara a agrietarse en los bordes.

—¿Quién es él? —preguntó suavemente al pasar junto a otra asistente.

—¿Él? Ah, el abogado de la empresa. Nicolás Herrera. El mejor amigo de Eric, dicen. No pasa mucho por aquí, pero cuando lo hace, todos lo notan.

Abigaíl asintió sin decir nada más.

En su interior, una vieja alarma se encendió.

No era solo Eric quien comenzaba a sospechar. Ahora había otra mirada fija sobre ella. Más aguda. Más peligrosa.

***

El sol comenzaba a colarse entre las persianas del ventanal, bañando la oficina con una luz dorada y cálida. Erick estaba recostado sobre el respaldo de su silla, con la mirada fija en el techo, mientras jugaba con la tapa de su bolígrafo entre los dedos. Nicolás, apoyado despreocupadamente en el marco de la puerta, lo observaba con una ceja alzada y media sonrisa.

—Entonces… ¿la flor de loto? —preguntó al fin, rompiendo el silencio.

Erick soltó un suspiro lento, como si esa simple frase pesara demasiado.

—La tiene tatuada en la nuca. La vi hoy, cuando se agachó a recoger unos papeles —dijo sin mirarlo—. No sé qué pensar, Nico. Esa mujer... siento que la conozco.

—Y yo que creía que ya habías superado tu obsesión con la mujer misteriosa de hace cinco años —respondió Nicolás, cruzando los brazos con una burla contenida—. ¿Cómo era que la describías? “Imposible de olvidar”.

Erick esbozó una sonrisa cansada.

—No la estoy confundiendo con ella. No puedo. Es imposible. Aquella noche fue una locura, pero también fue única.

—¿Y si no lo fue? —replicó Nicolás, apartándose del marco y caminando hacia el escritorio—. Hoy la vi de cerca, Erick. Me quedé un rato observándola mientras preparaba la sala de reuniones contigo. Tiene una forma de moverse… sobria, contenida. Pero debajo de esas gafas, esa ropa tan formal y su cabello recogido con pinzas, hay otra mujer. Una que no muestra todo, pero que… está ahí. Sexy, seductora, sensual. Atrevida. Como la que me contaste.

Erick apretó la mandíbula.

—¿Estás diciendo que crees que es ella?

—Estoy diciendo que no descartes nada. No sé si es la misma mujer o simplemente una coincidencia muy bien armada. Pero si me preguntas si esa mujer tiene el poder de desestabilizarte… sí, lo tiene.

Erick frunció el ceño, inquieto. No era un hombre fácil de impresionar, mucho menos de dejarse llevar por intuiciones. Pero con Abigaíl… algo no cuadraba. O tal vez todo encajaba demasiado bien.

—¿Y si me estoy dejando llevar por un recuerdo que ya idealicé?

—Entonces vas a descubrir la verdad y vas a poder dejarlo atrás —dijo Nicolás, encogiéndose de hombros—. Pero si no lo haces, vas a seguir preguntándote quién fue… o quién es. Y si realmente la tienes justo frente a ti.

Erick guardó silencio por un momento. Luego se levantó y caminó hacia el ventanal. Desde el piso veinte, la ciudad parecía lejana e irrelevante.

—Voy a averiguarlo.

Nicolás sonrió.

—Eso quería escuchar.

—Pero sin presionarla. No puedo dejar que note mis dudas. Si es ella… sabrá ocultarlo.

—Entonces juega su juego, amigo. Pero no olvides algo importante.

Erick lo miró de reojo.

—¿Qué?

—Que tú también sabes jugar.

***

La cafetería del edificio estaba semivacía a esa hora. El murmullo de la máquina de café y el sonido lejano del ascensor eran lo único que rompía el silencio. Abigaíl revisaba unos documentos mientras removía su té con calma. Su cabello, recogido en un moño bajo, dejaba al descubierto la curva de su nuca, aunque el tatuaje estaba cubierto por el cuello de la blusa.

—¿Te molesta si me siento? —preguntó una voz masculina, con tono relajado.

Abigaíl levantó la vista. Nicolás le sonreía con esa mezcla perfecta entre simpatía y peligro. Su traje impecable y su manera confiada de moverse lo delataban como alguien acostumbrado a tener el control.

—Claro —respondió ella con una sonrisa cortés—. Señor Herrera, ¿verdad?

—Nicolás, por favor. Solo los fiscales me llaman señor.

Ella soltó una risa suave, y él se sentó frente a ella.

—No sabía que los abogados de la empresa tenían tiempo para bajar a la cafetería —comentó, manteniendo el tono casual.

—Lo cierto es que no, pero hoy tuve una corazonada. Algo me decía que si bajaba, me encontraría con alguien interesante.

Abigaíl ladeó ligeramente la cabeza, sin perder la compostura.

—¿Siempre sigue sus corazonadas?

—Solo las buenas —respondió él, tomando un sorbo de su café—. Aunque últimamente... hay una en particular que no me deja en paz.

Ella bajó la mirada a sus papeles, aunque seguía escuchándolo.

—¿Y puedo saber a qué se refiere?

Nicolás se inclinó apenas hacia adelante, con esa sonrisa que no era del todo seria.

—A ti. O, más precisamente, a la forma en que te movés por esta oficina. Discreta, elegante… y sin embargo, imposible de ignorar.

Abigaíl mantuvo la mirada en sus papeles un segundo más, antes de alzar los ojos.

—¿Está intentando halagarme, licenciado Herrera?

—No. Estoy intentando descifrarte.

Ella rió, esta vez más relajada.

—Pues va a necesitar algo más que café para eso.

Nicolás se echó hacia atrás, satisfecho con su respuesta.

—Acepto el reto.

Por un momento, solo se miraron. Él no dijo nada más. Solo la observó con atención, como si cada gesto suyo confirmara algo que aún no lograba nombrar.

—Entonces... ¿tenés tatuajes? —preguntó de pronto, con tono casual.

Abigaíl lo miró con cautela, disimulando la leve tensión que esa pregunta le provocó.

—¿Por qué lo pregunta?

—Curiosidad. Dicen que cada tatuaje cuenta una historia... y tu parecés tener muchas.

Ella sostuvo su mirada un segundo más, luego volvió a su té.

—Tal vez sí. Pero no todas las historias están listas para ser contadas.

Nicolás sonrió, encantado.

—Eso lo hace aún más interesante.

1
ocalani
simplemente fantástica y que decir de la narrativa super felicidades.
ocalani
espero no terminen cuando ella le diga que es escritora y precisamente ha escrito sobre el y si relación.
ocalani
sublime no hay más ni mejor palabra para describirlo
Analy Cazar
excelente nocela
PJLF10012003
Excelente historia, muy bien redactada y con muchos párrafos llenos de alegría /Ok//Heart//Rose/
PJLF10012003
Una de las mejores historias que he leído en la app, tienes mi voto de confianza para las demás que vengan 🤗💋
Isley García
Muy linda tu historia.!!
Ximena Gonzalez
Hermosa tu historia Amiga me encantó
ocalani
super emocionante te felicito escritora
ocalani
super me encanta la narrativa
ocalani
esta interesante esperemos a ver que pasa 😉
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