Objetivo: Venganza

Cuando me contó eso, luego de que se fue, pasé los siguientes días preguntándome cómo alguien no podría llevarse bien con Mateo, cuando era tan buena persona. No tenía respuesta. Sólo pensaba en que debí enamorarme de alguien más parecido a él y no de Rodrigo. 

Independientemente de esos pensamientos, nunca me permití sentir algo por Mateo, ya que no era justo para él ni siquiera ser objeto de sentimientos románticos de una reclusa como yo. Una persona que siempre estaría marcada como una casi asesina. Lo estimaba y respetaba demasiado como para siquiera pensar en contaminar un sólo pensamiento de él con sentimientos así. 

El tiempo se arrastraba lentamente en prisión y viviendo en ese infierno, llegué a los seis años y es sorprendente lo que el tiempo le hace a la gente. Ya no quedaba nada de la persona que fui y cuando me miraba al espejo, sólo veía una persona dura en su lugar. 

Tuve tiempo suficiente para pensar en lo que debí hacer diferente y adaptarme al día a día de convivir con delincuentes mucho peores que yo. 

Después de los seis años, el tiempo pareció acelerarse y sin darme cuenta sólo faltaban meses para salir de aquí. 

Mis padres, ahora más viejos, insistieron en venir con más frecuencia y hablaban de que cuando saliera, querían hacer un viaje en familia o que pensaban que sería bueno que aprendiera el manejo de la empresa de la familia. Parecía no importarles nada de lo vivido y aún me veían como su hijita. 

Mateo también, ahora divorciado de su segundo matrimonio, venía con más frecuencia, hablando de ir por una pizza o cerveza, también me aseguró que me mostraría los cambios que había tenido la ciudad. 

En realidad, gracias a ellos tres estaba un poco emocionada por salir y vivir libre nuevamente. Pensé que podría dejar todo lo vivido atrás, aunque sabía que mis elecciones me seguirían allí donde fuera, pero al menos podía soñar. 

Había tenido suficiente de este lugar y quería ir de vacaciones en familia, quería pizza y cerveza. 

De hecho, nunca pensé que esas tres personas se quedarían tanto tiempo en mi vida. Diez años para visitar en la cárcel no es poco tiempo. Ellos eran la única luz en este mundo de tinieblas y por eso estaría por siempre agradecida. Y si todavía quedaba un poco de mí que era bueno y rescatable, aunque no fuera grande, era todo debido a ellos, quienes fueron los que protegieron esa parte de mí. 

Sin embargo, me olvidaba del culpable de todo lo malo en mi vida, esa persona que pensé que ya vivía lejos y que se había olvidado de todo lo que pasó. Por lo que pude comprobar un día, cuando faltaban sólo un par de meses para salir, no era así. 

-Oye, te buscan- me dice una de las reclusas, mientras estamos en el patio.

-¿Quién?- pregunto. Ella simplemente apunta una dirección, antes de irse a otra parte. En esa dirección sólo está una mujer un poco más joven que yo. Miró mejor a la mujer, confundida ya que no la conozco, pero eso no quiere decir nada, debido a que las personas aquí van y vienen todo el tiempo. 

Voy hacia ella, preparada para una pelea, ya que aquí piensan que soy fácil por tener el cuerpo delgado y los primeros meses fueron así, constantemente siendo golpeada y yendo a la enfermería, pero con el tiempo aprendí y me dejaron tranquila, aunque siempre hay gente nueva que está buscando obtener o afianzar su poder. 

-¿Qué quieres?- pregunto, cuando llego junto a ella. 

-Es sólo un mensaje que alguien quiere que recibas- dice ella y no parece nada hostil, así que me relajo sólo un poco. -Él dice esto: Perra, cada vez que tengo que comer algo, me acuerdo de ti. Acepta este pequeño presente a cambio. 

Me quedo aturdida al darme cuenta que es un recado de Rodrigo, es tan sorprendente el escuchar algo de él, después de tantos años, que ni siquiera reacciono hasta que veo la mano de la chica acercarse a toda velocidad hacia mí. Intento esquivarla, pero soy apuñalada en el cuello y cuando saca el cuchillo, sangre empieza a emanar. 

Me falta la respiración en ese momento y ya sé que estoy muriendo. El maldito de Rodrigo me mandó a asesinar y él sí lo hizo bien, a diferencia de mí. 

Pierdo toda conciencia, maldiciendo a ese jodido hombre, deseando devolver todo lo que me hizo, pero sabiendo que nunca podré. 

Sin embargo, aunque ese amor que siempre creí que era la representación de la magia en la vida real, nunca existió, sí lo hacía la magia que siempre creí irreal, esa de los cuentos de hadas, de los mitos y leyendas, esa resultó ser irónicamente la verdadera. ¿Cómo lo sé? Lo sé porque acabo de abrir mis ojos hace unos quince minutos y estoy de vuelta en el pasado. El pasado cuando recién empecé a salir con Rodrigo, antes de que él arruinara mi vida. 

La magia es real, no esa que pensé que lo era, pero es real y ahora finalmente podré obtener mi venganza.