Viktor Drago, un abogado de la mafia italiana de 38 años, ha dedicado su vida a mantener el control y el poder en su organización, así como a proteger a su apellido. Su visión del amor está limitada a la lealtad que debería tener y el vacío familiar, una vida llena de dolor y sin amor. Todo cambia cuando la conoce.
Liora, una colombiana de 20 años que busca un nuevo comienzo lejos de un pasado lleno de dolor, encuentra refugio y apoyo en Viktor. A pesar del miedo a involucrarse a un mundo nuevo, Liora se siente irresistiblemente atraída por Viktor, quien representa todo lo que siempre ha soñado.
¿Podrá su amor superar las pruebas y tribulaciones del mundo peligroso en el que viven? ¿O sucumbirán a las presiones y se rendirán?
NovelToon tiene autorización de Fer. para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Parte 3
Liora
No podía expresar lo que sentía al ver a mi madre haciendo un drama. Ella creía que iba a caer en esa máscara de falsedad, pero yo no era tonta. Me resultaba difícil saber qué sentía realmente, pero creo que el doctor Drago lo entendía, porque no me presionó para hablar.
Fue de noche cuando empezó a conversar conmigo.
—¿Tienes miedo? —me preguntó, y yo asentí—. ¿No quieres hablar?
—Me da pena —respondí, aunque mi voz salió más ronca de lo que esperaba, pero al menos funcionaba.
—¿Por qué?
—Tu hermano es muy guapo —dije, bajando la cabeza mientras me sonrojaba. Su carcajada me hizo sentir aún más sonrojo.
—Sí, mi hermano es guapo, pero ¿qué tiene eso que ver?
—Es que mi voz es naturalmente ronca, y después de tanto tiempo sin hablar, salió incluso más ronca. No sabía cómo iba a sonar.
—Mi hermano no presta atención a eso —dijo el doctor, y luego hizo una pausa—. De hecho, mi hermano no presta atención a nada que no sea un caso.
—¿Por qué?
—Mis padres fueron muy estrictos con él, demasiado estrictos —explicó, y yo hice una mueca—. Yo tuve más libertad para elegir mi camino, pero mi hermano tuvo que decidir que iba a vivir del derecho, sí o sí.
—Es triste, al ser el mayor debió sentir más presión.
—Sí, por eso quiero que se calme con este caso, porque es mucho más sencillo que otros que ha tenido.
—¿En qué se especializa?
—En derecho penal. Siempre ve lo peor de lo peor.
—Qué triste.
—Sí, pero con el tiempo, las cosas mejoran —dijo con cierta esperanza.
Hablamos de muchas cosas, de mi familia, de la suya, de lo que haría si ganaba el caso, y de si tenía un lugar donde quedarme después de salir del hospital.
Iba a necesitar terapias para algunas cosas, aunque todos estaban contentos de que casi todo funcionara al 100%, aún había preocupación por posibles secuelas a largo plazo. Aun así, confiaba en que las terapias me ayudarían a recuperarme por completo.
Al día siguiente, las enfermeras me ayudaron a lavar mi cabello. Todavía tenía en mente lo que me había dicho Dimitri. Me veía como una hermana pequeña, ya que siempre quiso una, pero sus padres no pudieron tener más hijos. Dimitri asumió el cargo de cuidarme y empezó a pagar las cuentas del hospital sin decirle a nadie.
—No sabía tu talla, creo que exageré —me dijo, entregándome un vestido un poco grande, pero que no resultaba incómodo.
Hoy era el día de la primera audiencia. Estaba nerviosa, pero confiaba en que todo saldría bien, aunque tenía ganas de vomitar de la ansiedad.
—Sí, un poco grande, pero está bien —contesté. Dimitri miró hacia la puerta y yo seguí su mirada. Viktor Drago, el hermano mayor, estaba allí con el ceño fruncido.
—Puedes hablar —dijo Dimitri, tranquilizándome.
—No es muda, simplemente tenía miedo —dijo Viktor.
—¿De tus padres? ¿De la situación o de todo?
—De todo —respondí. Viktor se sentó en una silla, observándome mientras apoyaba el mentón en su mano.
—Bueno, tu familia no va a dejar de molestar, y leí la Constitución Política de Colombia —comentó. Esperó mi respuesta, pero permanecí en silencio. Luego, tomó aire y continuó—. Tu caso es bastante sencillo, pero según algunas cosas que leí, tu país es algo corrupto. Bueno, en realidad, todos los países lo son, pero algunos más que otros.
—¿Eso es una desventaja para nosotros? —pregunté.
—Depende de lo que pase hoy, pero estoy preparado por si intentan jugar sucio —dijo con una sonrisa ladeada. Sentí cómo mis mejillas se sonrojaban al verlo así.
—A veces, cuando te pones en modo trabajo, me asustas —comentó Dimitri, negando con la cabeza y cruzándose de brazos.
—¿Por qué?
—Porque no tienes compasión con nadie. No muestras empatía.
—¿Por qué debería tenerla? Nadie dudaría en aplastarme en cualquier momento. Si dudo, otros aprovecharán mi debilidad.
—Dicho de esa manera, suena más cruel —intervino Dimitri.
—El mundo no es color de rosa. La gente es mala y no dudarían en matarte si tienen los recursos.
—¿Sin miedo a ir a prisión?
—Depende de cuán impulsivo sea alguien. Si actúan sin pensar, no medirán las consecuencias de sus actos. Sin embargo, si piensan de manera fría, siempre será una opción. Y si no tienen miedo, son aún peores.
El sonido de un reloj interrumpió la conversación. Viktor se levantó y ajustó su traje caro.
—Nos vamos, ya alquilé un coche.
—Dios, espera, tengo que asegurarme de que cubran mi turno —dijo Dimitri.
—¿Por qué no renuncias? Papá y mamá quieren verte por unos meses, y luego puedes buscar otro hospital o abrir uno.
—No quiero ser jefe, me estresa demasiado —Viktor puso los ojos en blanco y metió las manos en los bolsillos de su pantalón, mirándome.
—No todos quieren ser jefes, algunos prefieren trabajar para otros poderosos —observó. Vi un destello en los ojos de Viktor que me hizo dudar de su profesión, pero luego su expresión volvió a ser fría—. Como quieras, hermano, me llamas si vas con nosotros o no.
Hubo un silencio incómodo mientras bajábamos al estacionamiento. Me llevaban en silla de ruedas para no cargarme de más. Al parecer, mi cuerpo aún se resentía. ¿Era porque no estaba acostumbrada a caminar demasiado? No estaba segura. Cerré los ojos mientras la enfermera nos acompañaba.
Bostezo cuando creo que nos acercamos al carro, puedo sentir la mirada del abogado, demasiada presión para mí, pero escucho un montón de ruido, que me hace girar, mi madre estaba llegando a nuestra dirección y sin querer me tenso por completo, mi mente se llena de todo lo que dijo mientras yo estaba en coma.
—¡Tú! —Señala a Viktor, este la mira sin cambiar su postura relajada, se veía como un gigante al lado de mi madre, toda esa figura de mi madre siendo superior en todo, se estaba bajando en mi cabeza —¿Dónde la está llevando? Ella debería estar en el hospital, no aquí.
—A la audiencia que debe tener por el accidente, ha faltado mucho, pero ya hablé con los abogados, están más que dispuestos que ella vaya.
—¡No! Debería quedarse en el hospital, yo soy la encargada de esto.
—Sueña —Le responde él, esta vez tiene una sonrisa burlona, mi madre se acerca a mí y presiona fuertemente mi hombro, que me hace gemir de dolor.
—Liora, tú estás de acuerdo en dejarme todo lo legal, ¿cierto? —¿Qué debía decir? ¿Debía quejarme? No, no podía, porque si lo hacía y volvía a ese lugar simplemente la iba a pasar peor, no había manera de escapar, iba a estar en este infierno toda mi vida.
Es entretenida