La Pasión De Un Beaumont

Habian pasado tres dias desde la visita de su padre. Desde la terraza Miranda observaba a su hija Anastasia correr por la playa, la idea de casarse con un mujeriego como Sander Zouvelekis le repugnaba. Aunque para eso faltaba primero las familias debían hacer las pases y luego ellos se conocerían.

Si todo salía bien, saldría de la isla y Anastasia tendría una vida mejor. Mejor educación, más libertad y sobre todo ya no estaría al alcance de su padre. Su hija valía cualquier sacrificio incluso atarse de por vida a un hombre como Sander.

Anastasia levantó el brazo y lo agitó a modo de saludo. Miranda la saludó.

Irina ingreso en la terraza y le entrego el teléfono era su padre, la paz ya había sido firmada entre Theo Zouvelekis y su padre en un almuerzo público.

— Sander viajará a la isla mañana para conocerte, que todo esté listo para recibirlo. Llegaré a primera hora le informo Petros a su hija. Miranda corto la llamada.

— Sander Zouvelekis vendrá mañana

— ¿Está segura de lo que va a hacer ?, pregunto Irina le tenía mucho cariño a Miranda la había visto crecer.

— Es lo mejor, con mi padre nunca se a que atenerme. Estaremos mejor, Anastasia estará mejor, habla con ella ira a un nuevo colegio y sé que al principio será duro. Pero tendrá amigos chicos de su edad aquí está muy sola podrá hacer deporte lo que quiera.

— Aún hace falta que él acepte ser su esposo y que permita que yo vaya con usted.

— Sí no lo hace en el peor de los casos buscaré una casa para ti a donde yo viva, mi padre cubrirá todos los gastos o no pondre un pie en el altar.

Al día siguiente Miranda se observaba en el espejo, que caro había pagado su error de juventud, tenía dieciséis años cuando conoció al padre de Anastasia. Intento no pensar en eso. Se acomodó el cabello y salió de la habitación.

Mientras el helicoptero aterrizaba en la Isla Gakis. Sander pensaba en la desconcertante reunion que habia mantenido con Petros veinticuatro horas antes, y en el compromiso que habia asumido de casarse con Miranda.

El impero financiero solo tenia a Petros al mando. Sus ejetutivos habian sido elegidos por su capacidad de no pensar por sí mismos, sino por su eficiencia al seguir ordenes sin hacer preguntas. Petros necesitaba un brazo derecho.

Si algo le pasaba, ¿Qué le ocurriria a sus hijas? una educada en una isla, y la otra que solo pensaba en fiestas.

Aunque sus espectativas con respecto a Miranda no eran muy altas ¿qué clase de mujer permitia que la vendieran como si no fuera más que una mercaderia?.

La “mercaderia ” estaba igual de pensativa.

Sander era un mujeriego. Y habia quedado como un idiota siete años antes, enamorandose de una mujerzuela cuyo unico talento era su capacidad de mostrar los pechos y el trasero en publico, Emma habia sido una reconocida modelo.

Miranda se hizo a la idea de que se enfrentaba a un macho básico, cuya testosterona mandaba, y dejaba el brillante cerebro a la puerta del dormitorio.

Ella lo vio descender del helicóptero Elegante e indecentemente guapo. Todo en él hablaba de su éxito en la vida; un éxito que iba más allá de lo que podían conseguir los meros mortales.

—Miranda. Sander miro los ojos azules como el cielo, los ojos femeninos más frios que habia visto en su vida, limpios de expresion alguna, y se quedo sin palabras. Tenia el rostro palido y una mirada que decía que era completamente inaccesible.

Tenia la apariencia de una muñeca, pero era más bien una estatua de hielo: fria de pies a cabeza.

— Sander— Miranda dijo su nombre.

Sander observó el rubor que teñía sus mejillas. Noto el latido acelerado de una vena junto a su clavícula y comprendió que no era cuestión de frigides, Miranda estaba muy nerviosa y luchaba por ocultarlo. Sintió una punzada de remordimiento.

Luego de conversar un rato, Petros se retiro y los dejo a solas para que se conocieran mejor.

—Le dije que tu y yo tendriamos que hablar antes de concretar algo.

—Deberia haberlo imaginado , -Miranda se tenso,—papá puede ser impaciente.

—¿Quién no lo es?, Sander apoyo una mano en su espalda para conducirla hacia la terraza . Intentó entender que buscas.

—No me conoces, pero puedo ser lo que tu quieras que sea. El silencio que siguio tenso los nervios de Miranda aún más. Sander fruncio el ceño.

—Simplemente aún no se lo que quieres de mi.

— ¿Lo que quiero de ti?, pregunto Sander

—Necesito saber lo que quieres —volvio a decir Miranda —. Quizá no quieras que interfiera en tu vida, no lo hare. Eso no importa. Soy una persona que le gustan las cosas concretas, con objetivos claramente útiles y muy tranquila. Ni siquiera sabras que estoy alli. Cuando sepa lo que te gusta, todo sera como tu quieras.

Sander sintio una punzada de compasion y de enojo. Era hacia Petros por darle a su hija la impresión de que tendria que hacer ese tipo de concesiones.

— Solo tengo una pregunta que hacerte. ¿Quieres casarte conmigo?.Necesito que expreses tu propia opìnion, yo vivire contigo no con tu padre—exclamó Sander con frustración, al verla inmovil como una estatua.

— Si no quisiera casarme contigo no estarías aqui, no creo que papá quiera que me lleves al altar amarrada.

— Entonces nos casaremos en tres semanas, si estas de acuerdo tendremos una luna de miel, en Italia o Francia.

—Estoy de acuerdo con todo lo que has dicho decide tu el destino, nunca sali de la isla - contestó entrecerrando los ojos porque cada vez que lo miraba volvia a sentir una oscura sensación.

—Pero tendrás algo que pedirme a mi—insistio él.

— Solamente una cosa, sé que tienes tu propio personal, pero estoy acostumbrada a Irina, quiero llevarla conmigo me conoce desde pequeña y conoce mis gustos. Tiene una hija, pero no te preocupes por eso la niña es muy tranquila ni siquiera la notarás, ya que está en un internado comento Miranda.

Sander se la quedó mirando algo desconcertado, no era el tipo de pedido que esperaba. En realidad él no sabía que esperaba… Pero acepto y fue la primera vez que vio sonreír a Miranda.

Dos días después Sander regreso a la isla para entregarle su anillo de compromiso.

Miranda se encontraba en el jardín mirando su anillo. — Señorita Gakis exclamó Anastasia.

— No deberías andar al sol, ¿Irina sabe que te saliste de la casa?.Anastasia negó con la cabeza. — Las niñas buenas no desobedecen.

— Lo siento señorita Gakis exclamó Anastasia.

Miranda cerró sus ojos,cada vez que escuchaba a su hija decir <> sentía un puñal atravesandola, jamás escucharía a Anastasia decirle mamá. Que cobarde había sido al someterse a su padre, pero con diecisiete años y una hija recién nacida no tenía muchas alternativas. Al menos su padre no había ganado del todo. Ella le había entregado su hija a Irina, pero así la retuvo en cierta forma Anastasia era el seguro que su padre tenía para retenerla en la isla.

Había arreglado con Sander que unos días antes de la boda Irina se instalaría en su casa. Había comenzado a buscar un colegio para Irina...