Hace años, Ilán le mintió a su exmarido, Damon, diciéndole que el bebé que había dado a luz había muerto. Lo hizo por la profunda decepción que sentía hacia él, quien lo había abandonado en el momento más vulnerable, cuando estaba a punto de dar a luz.
Ahora, Ilán se ve obligado a enfrentarse nuevamente a Damon, ya que su hijo/a necesita desesperadamente un donante de médula ósea.
¿Cómo reaccionará Damon al descubrir que su hijo/a sigue vivo y está gravemente enfermo debido a la enfermedad que padece?
—Cásate conmigo otra vez, Ilán —dijo Damon, su voz impregnada de autoridad, mientras las feromonas alfa llenaban la habitación, abrumando a Ilán con una mezcla de tensión y deseo reprimido.
—Acepto... —respondió Ilán, conteniendo la respuesta instintiva de su cuerpo al poder que emanaba Damon—, pero después de que quede embarazado y dé a luz, nos separaremos.
El aire cargado de feromonas hizo que la atmósfera se volviera insoportable, incrementando la tensión entre ambos...
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16
Ilán no sabía cuánto tiempo había estado dormido, hasta que despertó al sentir algo pesado sobre su cintura. Lentamente abrió los ojos y, para su sorpresa, encontró el rostro serio y atractivo de Damon, justo frente al suyo.
—Buenos días —saludó Damon con una sonrisa suave, su voz grave llenando el aire de la habitación.
Ilán parpadeó, frotándose los ojos repetidamente como si intentara convencerse de que no estaba soñando. Todo su cuerpo parecía estar vibrando ligeramente, como si las feromonas de Damon, intensas y dominantes, impregnaran el aire, haciendo que su corazón latiera con fuerza.
—Ah... ¿qué haces en mi cuarto? —exclamó Ilán con un grito, retrocediendo instintivamente. La cercanía con Damon lo hacía sentirse acorralado, aunque una parte de él lo hacía temblar de una manera que no quería admitir.
Pero antes de que pudiera alejarse más, Damon lo sostuvo firmemente entre sus brazos, inmovilizándolo. Sus feromonas lo envolvieron, envolviendo a Ilán en una mezcla embriagadora de deseo y confusión.
—¿Tu cuarto? ¿Estás seguro de que este es tu cuarto? —preguntó Damon, apretando su abrazo, su aliento cálido rozando la piel de Ilán.
Ilán miró a su alrededor, desconcertado. Solo entonces se dio cuenta de que la habitación no era la suya, sino una completamente diferente, impregnada con el aroma inconfundible de Damon.
—Tch, no me digas que ya olvidaste que ayer nos volvimos a casar —dijo Damon con un tono ligeramente burlón al notar la confusión en el rostro de Ilán.
Ilán se quedó en silencio, llevándose una mano a la frente mientras los recuerdos de la boda de ayer volvían a su mente. ¡Se había casado de nuevo con Damon, su exmarido! El calor subió por su cuello, y su pulso se aceleró aún más.
—Gio... ¿dónde está Gio? —preguntó Ilán de repente, recordando que su hijo había dormido con ellos la noche anterior. El miedo comenzó a apoderarse de él al ver que Gio no estaba en la cama.
—Hey, tranquilo. Gio está desayunando con su niñera —respondió Damon con calma, sus feromonas dominantes llenando la habitación con un aura protectora.
Ilán suspiró aliviado, pero ese alivio solo duró un segundo, porque Damon lo volteó y lo rodeó por completo con su cuerpo, quedando sobre él en una posición claramente dominante.
—¿Qu-qué quieres? —preguntó Ilán, su voz temblorosa. Su cuerpo reaccionaba a la proximidad de Damon, sus feromonas lo hacían sentir inquieto, atrapado entre el deseo y la indecisión.
Sabía perfectamente lo que Damon quería, pero hacía tanto tiempo desde la última vez que habían estado juntos, cuando Ilán estaba a punto de dar a luz a Gio. El recuerdo hizo que su estómago se revolviera de nervios.
Damon no respondió con palabras, sino con un gesto más elocuente. Inclinó su rostro y atrapó los labios de Ilán en un beso lento pero lleno de necesidad. Las feromonas Alfa de Damon se intensificaron, dominando el ambiente y haciendo que Ilán apenas pudiera contener el gemido que amenazaba con salir de su boca.
—Te quiero a ti —susurró Damon contra su oído, mientras besaba suavemente el lóbulo y bajaba por su cuello, provocando escalofríos que recorrían la columna de Ilán.
—Pero Damon, esto ya es... —Ilán intentó protestar, aunque su cuerpo ya estaba reaccionando a los estímulos de su pareja.
Sin embargo, no pudo terminar la frase porque Damon ya había comenzado a besar su pecho a través de la fina tela de su pijama, enviando una ola de calor que lo paralizó.
—¡Detente, Damon! —exclamó Ilán, tratando de apartar las manos que comenzaban a subir por debajo de su pijama.
—¿Por qué? ¿No tengo derecho? —dijo Damon con un tono serio, mirándolo a los ojos. Sus manos se detuvieron un momento. —Recuerda, necesitamos darle un hermano a Gio cuanto antes.
Ilán se quedó en silencio. El peso de las palabras de Damon lo hizo aceptar lo que estaba sucediendo. Su mente trataba de convencerse de que todo esto era por el bienestar de Gio. Cada beso y cada caricia se sentían como un medio para un fin.
—Una vez que esté embarazado, no quiero que me vuelvas a tocar —murmuró Ilán, más para sí mismo que para Damon.
El comentario cayó como un balde de agua fría. Damon, que estaba a punto de seguir desnudándolo, se detuvo abruptamente. Sus ojos se oscurecieron y, sin decir nada más, se levantó rápidamente de la cama, alejándose de Ilán.
—¿Qué pasa? —preguntó Ilán, confundido al ver a Damon recoger su ropa con rapidez y comenzar a vestirse.
—No quiero tocarte —espetó Damon con un tono frío y amargo, mientras se subía los pantalones con movimientos bruscos.
Ilán, aún desnudo y vulnerable, se levantó rápidamente de la cama. Su corazón se aceleraba, pero esta vez no era por las feromonas de Damon, sino por el miedo a perderlo.
—No, no te puedes ir sin tocarme —dijo Ilán sin vergüenza, sin importarle que estaba completamente expuesto frente a su marido. Su cuerpo temblaba ligeramente, pero no de frío, sino de la desesperación que sentía. —Te lo ruego, dame otro hijo, hazme tuyo de nuevo.
Damon, que inicialmente había decidido ignorarlo, sintiéndose herido por las palabras de Ilán, comenzó a sucumbir a la tentación cuando sintió el beso demandante de su pareja y el roce de sus manos que lo atraían de nuevo.
—Está bien, te haré mío otra vez —dijo finalmente Damon, atrapando a Ilán con su mirada intensa—. Pero después de eso, ambos serán míos.
—¿Qué? —exclamó Ilán, sorprendido, empujando el pecho fuerte del alfa, Damon lo miró con una intensidad que lo hizo retroceder, su cuerpo temblando ante la declaración final.
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