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El Fin Justifica Los Medios

El Fin Justifica Los Medios

Status: En proceso
Genre:Romance / Arrogante / Amor-odio / Duque
Popularitas:9.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Arane

Lisel, la perspicaz hija del Marqués Luton, enfrenta una encrucijada de vida o muerte tras el súbito coma de su padre. En medio de la vorágine, su madrastra, cuyas ambiciones desmedidas la empujan a usurpar el poder, trama despiadadamente contra ella. En un giro alarmante, Lisel se entera de un complot para casarla con el Príncipe Heredero de Castelar, un hombre cuya oscura fama lo precede por haber asesinado a sus anteriores amantes.

Desesperada, Lisel escapa a los sombríos suburbios de la ciudad, hasta el notorio Callejón del Hambre, un santuario de excesos y libertad. Allí, en un acto de audacia, se entrega a una noche de abandono con un enigmático desconocido, un hombre cuya frialdad solo es superada por su arrogancia. Lo que Lisel cree un encuentro efímero y sin ataduras se convierte en algo más cuando él reaparece, amenazando con descarrilar sus cuidadosos planes.

NovelToon tiene autorización de Arane para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 4. Baile Carmesí

El camino hacia el Palacio Real estaba enmarcado por un paisaje verde y exuberante.

La vegetación se extendía a ambos lados del sendero, creando un manto de frescura y belleza natural. El carruaje avanzaba suavemente hacia el Baile Real, que se celebraba una vez al año, guiado por las diestras manos de un jinete que parecía danzar con el bien asfaltado camino.

Dentro del carruaje, una conversación se desarrollaba entre Lisel y Margaret. Aunque parecía casual, Lisel podía sentir el veneno escondido en cada palabra de su madrastra.

—Carlier no nos podrá acompañar en esta ocasión. Sus compromisos administrativos no se lo permiten —dijo Margaret con una falsa lástima.

Lisel sintió un alivio fugaz al saber que no tendría que soportar la arrogancia y las miradas inapropiadas de su medio hermano.

Pero ese consuelo se esfumó rápidamente cuando Margaret continuó su diálogo.

—El tiempo no es muy agradable hoy —observó la Marquesa, mirando hacia una pequeña nube a través de la ventana del carruaje. —Pero el rey es amable. Nos ha ofrecido dos habitaciones de invitados en el palacio si el tiempo empeora y se nos dificulta volver.

La sonrisa malévola de Margaret, apenas visible, era como un cuchillo para Lisel. Cada palabra, cada gesto de Margaret era un recordatorio de que no podía bajar la guardia ni por un instante. Lisel, con la mirada fija en el paisaje que pasaba, tejía sus propios pensamientos, preparándose para cualquier eventualidad en la sombría danza de la corte.

El Salón de Baile del Palacio Real brillaba con un encanto propio. Iluminado por luces que titilaban como estrellas diminutas. Los ecos de conversaciones elegantes llenaban el aire, creando una sinfonía de voces aristocráticas.

Lisel, envuelta en un deslumbrante vestido de seda blanca, se desplazaba entre los aristócratas. Su cabello dorado bien peinado y el ligero maquillaje le daban una buena presencia.

Realmente Deysi se habia esforzado por dejarla hermosa.

Vestida con seda fina de un blanco puro, su figura parecía irradiar una luz tenue y encantadora, atrayendo las miradas de todos los presentes. La seda se movía con ella, cada pliegue y ondulación capturando y reflejando la luz en un suave juego de sombras y luminosidad.

Su cabello tono miel, perfectamente peinado, y el maquillaje, aplicado con destreza, eran testimonio del esmero de Deysi en transformarla en una visión de belleza.

A pesar de su aparente serenidad, Lisel movía su pierna derecha con una cautela casi imperceptible en cada paso. Un detalle oculto a los ojos de los demás.

En su mente, una sombra se cernía sobre la esplendorosa noche. La posibilidad de pasar la noche bajo el mismo techo que el Príncipe Heredero Teodor, pesaba sobre ella como una nube amenazante.

Aunque su compromiso aún se debatía en las etapas de negociación y no se había formalizado ni hecho oficial, Lisel conocía la verdadera naturaleza de Teodor. La mera idea de que él pudiera tomar la audaz decisión de visitarla en la intimidad de la noche, en un lugar donde no tendría forma de escapar, la llenaba de inquietud.

Esta preocupación se entretejía con sus esfuerzos de mantener la gracia y elegancia. Formando un contraste agudo entre su apariencia externa serena y la alarma silenciosa en su interior.

Con cada sonrisa y reverencia, Lisel evaluaba su entorno. Trazando mentalmente estrategias y rutas de escape, preparándose para cualquier eventualidad que la noche pudiera traer.

Caminando por la pista, Lisel avistó a Teodor Lanverd, la personificación misma de sus preocupaciones, avanzando hacia ella con una resolución implacable.

El único hijo del Rey de Castella, Leopold Lanverd, y Heredero al Trono, Teodor, era un hombre de rasgos finos y elegantes. Su piel pálida contrastando con sus ojos color metálico que, hoy, brillaban con una intensidad amenazante.

Su cabello rubio plateado caía lacio y brillante, y su atuendo era digno de su posición. Un traje de baile real, bordado con hilos de oro y adornado con gemas rojas que reflejaban la luz, demostrando su estatus y elegancia.

Con una sonrisa arrogante que apenas disimulaba su determinación, Teodor se acercó a Lisel. Su mirada recorría cada detalle de ella, como si evaluara su presa. Tras los saludos oficiales y la reverencia de ella, Teodor finalmente fue al punto de su acercamiento.

—Lisel, encantadora como siempre, comentó el príncipe con una voz que hacía temblar su espina dorsal.

—¿Le gustaría disfrutar de un baile más cercano?

Sin esperar respuesta, tomó a Lisel de la cintura, guiándola en un baile que era más un juego de poder que un gesto de cortesía. Mientras danzaban, Lisel notaba la mirada lujuriosa de Teodor, que la observaba como si fuera un objeto de deseo en lugar de una persona.

—Lisel, eres encantadora — susurró el príncipe.

Sus dedos rozaron sutilmente la parte baja de su cintura. Lisel sintió crecer la repulsión en su interior ante el contacto.

—Oh, me halaga, príncipe.

Su voz era un murmullo controlado, su postura erguida y digna.

Teodor continuó, con un tono que destilaba insinuaciones.

— He oído que tu madre, la Marquesa Luton, ha solicitado pasar la noche en el Palacio Real, considerando que la Mansión Luton queda algo alejada.

Sus palabras eran un recordatorio tácito del poder que ejercía y de la vulnerabilidad de Lisel en su Palacio.

El baile continuó solo por un breve momento más. Hasta que una repentina ola de silencio y reverencias atravesó la sala. Todas las miradas se dirigieron hacia la majestuosa figura que acababa de entrar: el Rey de Castella.

Después de su discurso de bienvenida, lleno de promesas de prosperidad para el reino. Lisel no pudo evitar una risa interna ante las palabras que sonaban vacías y políticamente convenientes.

Pronto, el rey se acercó a su hijo y a Lisel, con una expresión de bondad.

—Hijo, Lady Lisel, es una gran alegría ver que se llevan tan bien — dijo el monarca con una sonrisa.

Ambos hicieron una reverencia impecable.

Un pensamiento claro y audaz cruzó su mente: esta era su única oportunidad de actuar.

Aunque el plan que se formaba en su cabeza parecía estupido, sabía que sería aún más insensato quedarse sin intentar nada.

En ese instante, unas gotas de sangre aparecieron en su vestido blanco, manchando la parte de su entrepierna. El rey, que observaba desde la distancia, mostró expresiones de confusión y preocupación. Y el príncipe frunció el ceño.

— Oh, qué imprevisto más lamentable — exclamó Lisel, infundiendo en su voz una sorpresa perfectamente actuada.

— Mi estimado Rey, Príncipe Heredero, lamento mucho este contratiempo. Me veo en la necesidad de retirarme inmediatamente, es un asunto femenino urgente.

—No es menester preocuparse, es reconfortante constatar que gozáis de buena salud, mi dama.

Las palabras formales del Príncipe Teodor contrastaban con la mirada fría y la mandíbula tensa de su rostro.

Lisel, ocultando su alivio tras una fachada de compostura, se inclinó respetuosamente ante el Rey, con toda la gracia que pudo reunir.

—Su Majestad, ruego me perdone por esta inesperada salida. Le solicito su permiso para regresar a mi hogar.

El rey, un hombre de carácter amable pero ingenuo, asintió con un gesto de comprensión.

— Por supuesto, Lisel. Deseo que todo esté bien y que te recuperes prontamente.

Lisel se retiró de la sala de baile con una elegancia imperturbable, a pesar de las manchas de sangre que teñían su vestido blanco. Lo que para cualquier noble dama habría sido una vergüenza sin parangón, para ella fue su salvación.

Mientras se alejaba, fuera de la vista del príncipe y el monarca, un hombre en un rincón la observaba discretamente.

En esa esquina apartada, el testigo silencioso, cuyos ojos grises habían seguido cada movimiento con una atención aguda, revelaba un interés que iba más allá de la mera curiosidad casual.

La figura del hombre se fundía con las sombras. Eligiendo el anonimato y la discreción sobre cualquier atisbo de notoriedad. Su intención era clara: pasar inadvertido y distanciarse de los tejemanejes y las complicaciones de la nobleza.

Sin embargo, el hombre vestía un traje cuya elegancia sutil no pasaba desapercibida.

La chaqueta oscura, con un corte impecable, abrazaba su figura atlética, mientras una camisa blanca de lino fino se cerraba en su cuello, aportando un toque de formalidad mesurada. Sus pantalones, a juego con la chaqueta, caían con precisión sobre unos zapatos de cuero bien pulidos.

A pesar de su intención de no destacar, su apariencia y porte atraían miradas indiscretas de varias señoritas de la corte, que lo observaban con una mezcla de curiosidad y admiración.

"Qué incómodo", pensó él, consciente de las miradas que lo seguían.

Entonces, notó que la figura de Lisel ya no estaba.

Había abandonado el salón de baile con una prisa que parecía desafiar las limitaciones de sus pasos.

El hombre se sorprendió al ver a Lisel en la sala de baile. Pero su sorpresa se incrementó cuando ella, con la misma rapidez con que había aparecido, se esfumó sin siquiera percibir su presencia.

Una expresión irónica asomó en su rostro mientras un pensamiento cruzaba su mente.

"Siempre apareces sin ser llamada y huyes cuando deseo que te quedes".

 Lisel había ideado un plan tan audaz como arriesgado.

Con habilidad, había cosido un pequeño bolsillo en su ropa interior, cerca del muslo derecho, donde escondía la delgada daga que Deysi le había proporcionado.

La idea le había venido a la mente en cuanto se enteró de las maquinaciones de su madrastra para casarla con el Príncipe, y había decidido que necesitaba una medida de protección.

La daga tenía que estar bien escondida.

Así que se colocó estratégicamente en el pliegue entre su muslo derecho y la entrepierna. Por lo que debía tener cuidado, ya que con un sutil giro de la pierna y una ligera presión, podía cortarse la propia piel.

Así, en medio del Baile Real, había logrado simular una emergencia menstrual.

Una situación que para cualquier otra noble hubiera sido motivo de gran vergüenza y humillación. Pero para Lisel, era un movimiento calculado, quizás desesperado, pero necesario.

Ahora, nadie podía negarle la necesidad de volver a la Mansión Luton. Evitando así pasar la noche en el Palacio Real.

En la seguridad y soledad de su carruaje, Lisel observó el rastro carmesí que había marcado su huída. Un pensamiento cruzó su mente, teñido de ironía y alivio.

"Nunca pensé que le daría ese uso a la daga, aunque ha sido muy pertinente".

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Genny Cadenas
🥺 una hermosa amistad
Conxi Js
Un capítulo muy divertido y ya era hora que Lisel se divirtiera y no se enfade con el duque 🤣👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻
Maria Laura Perez
la historia está buena solo que que falta romance, esta estancada si sigue así aburrira.
Ernestina Puerto
al fin libre de la arpía madrastra y el loco de su hijo
Ernestina Puerto
al menos disfruta su sueño, aunque se caiga la luna
Ernestina Puerto
que horror y que asco pobre de lisel, teniendo al frente un putrefacto pedazo de carne,, aaahh🤢🤮quien sabe cuantos años que.ni lo lava 🤮🤮🤮🤮🤮🤮🤮,, pesadillas tendrá la pobre
Lara Mora: muy buenos tus comentarios!!!!
total 1 replies
Ernestina Puerto
que bárbara la loca esa, después terminará mal
Ernestina Puerto
iluso no sabe que ya se disfrutaron de lo lindo🤣🤣🤣
Lara Mora: 😂😂😂😂 en saberlo se va a volver loco extremo
total 1 replies
Ernestina Puerto
que bárbaro buenísima, así como sus pensamientos de lisel
Ernestina Puerto
pobre lisel,, se la quieren comer y la.pobre ya está traumada de esa familia y del príncipe que solo la deja mal pensar en como se van a desquitar con ella
Ernestina Puerto
uuuuuuh! se la quiere comer otra vez el duque
Ernestina Puerto
Excelente
Lara Mora
Todos sorprendidos de que el duque acepte
Yo: /Doge/
Conxi Js
😍
DMGA
celos, benditos celos 😅
DMGA
Es tan arrogante y ególatra del bendito Duque pero sé que está derretido por Lisel y hará lo que sea por ella 😍
Lara Mora: Ya te digo!! va a acabar enamoradito perdido /Heart/
total 1 replies
DMGA
Que tentación... un beso! pero entiendo a nuestra protagonista, ha pasado por muchas avisas feas.
Conxi Js
Lisel merece encontrar el amor y la paz...ojalá en el norte lo consiga 😍
DMGA
Espero que su llegada al norte le brinde días de felicidad y tranquilidad para que generen en ella la confianza, determinación y valor para poner en su lugar a las lacras (madrastra y hermanastro) deseo leer la venganza y el destino que les espera, sin olvidar al retorcido del "Principito"
DMGA
No me esperaba este giro, gracias por eso. Obviamente no es agradable la situación de nuestra protagonista, y está claro el sentimiento de retorcido Carlier, sin embargo no esperaba una situación así. Bien por su imaginación
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