Gabriel Patel y Xavier Hudson son como hermanos desde siempre y cuando ambos hicieron una familia quisieron que sus hijos siguieran la misma línea.
Pero quizás esa no era una muy buena idea.
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Cuatro
Leicy despertó al día siguiente con dolor hasta en el pelo, tenía un sabor amargo en la boca de todo el alcohol que había tomado la noche antes y sentía como si su cuerpo pesara el doble, era eso o tenía algo encima.
Abrió los ojos y volvió a cerrarlos de pronto intentando que lo que acababa de ver fuera un delirio de la borrachera que había cogido la noche antes, pero al sentir una mano puesta encima de uno de sus senos y una pierna abrazándola por las caderas se dio cuenta de que todo fue real.
Dormido casi encima suyo y completamente desnudo como también estaba ella tenía a Xavier Hudson, así que lo que creyó que fue un embriagador sueño en el que tenía sexo salvaje con un engreído dios griego era la pura realidad, había perdido la virginidad con el hombre más intoxicante pero a la vez más pedante que había conocido en su vida y sin proponérselo, aunque mirándolo bien así como estaba y con los recuerdos que tenía de la noche anterior se imaginaba que también debía de haber perdido la verguenza, la decencia, la timidez, el bochorno, el pudor , la coherencia y otros tantos términos que ahora teniéndolo tan a su disposición no le venían a la mente.
Despacio separó la mano del hombre de su bien dotado pecho y poco a poco fue deslizándose hasta quedar fuera de su cuerpo y de la cama.
Con la vista buscó su vestido y lo vio sobre una de las lámparas de noche de la habitación, siguió su labor tratando de localizar sus bragas también pero lamentablemente no las encontró, así que sin ni siquiera ir al baño para no demorarse más se medio vistió tomó en las manos sus zapatos que estaban tirados frente a la puerta y salió corriendo de allí como si la persiguiera el ejército del diablo.
Llegó sin detenerse ni a poner los zapatos en sus pies hasta la misma entrada del hotel, le parecía que el ogro de su jefe podría despertar si hacía el menor de los ruidos y al estar calzada siguió en una carrera desenfrenada con aquellos tacones hacia la primera farmacia que se cruzara en su camino.
- Me da un anticonceptivo de emergencia- le dijo a la chica de la farmacia que la observó con una sonrisa burlona, entonces se miró en uno de los espejos de las estanterías y comprendió a la dependienta, su pelo rojo parecía un volcán en erupción.
Mientras ella pasaba los dedos como podía por sus rizos para calmarlos un poco la chica se giró, tomó una caja y la puso sobre el mostrador, era domingo en la mañana, de esas se vendían más de una todos los fines de semana y por eso las mantenían cerca.
- ¿Esta marca?- le preguntó.
- La que sea, y si me dice que también cura la demencia, además de estarle muy agradecida me llevaría dos cajas más.
La chica le sonrió y negó con la cabeza a la vez que le ponía el datáfono delante para recibir el pago.
- Para la locura no le sirve, pero ya da igual, si está aquí es porque ya le agarró tarde para esa cura, yo le aconsejo que se tome las dos pastillas que trae la caja, no tiene ningún problema que lo haga, y da lo mismo si las toma juntas o con doce horas de diferencia.
- Gracias.- le dijo y salió de allí en busca de un taxi.
Un rato después Xavier despertó completamente relajado, ya le estaba haciendo falta una noche como aquella que tuvo y quería alargarla todo lo que pudiera en la mañana, no pensaba cohibirse de volver a disfrutar el cuerpo de mujer que tuvo en sus manos hacía muy poco, y ahora la iba a mirar bien, fuera quien fuera la chica la quería más veces en su cama.
Abrió los ojos esperando encontrarla a su lado, pero eso no sucedió, miró a su alrededor y no la vio y sin cubrir su desnudez se dirigió al baño, seguramente estaba allí, pero no, ella no estaba en ningún lado.
Xavier estaba desconcertado, no entendía nada, a pesar de su embriaguez la noche antes, le parecía que los dos la habían pasado bien, que habían disfrutado, entonces¿Por qué se fue?¿Por qué no se quedó para seguir aquel encuentro o aunque fuera hablar?
Despacio regresó a la cama y se sentó en el borde, no sabía que le pasaba últimamente que todo lo que tenía que ver con mujeres le salía mal, parecía que lo hubiera mirado un tuerto o le hubieran puesto un hechizo en su camino, un gato negro, una escalera, de todo lo que la gente consideraba de mal augurios, pero juntos.
Respiró y volvió a ponerse de pie para regresar hasta el baño, ya no había caso en seguir pensando pues ella indudablemente se había marchado.
Un rato después salió de la ducha y comenzó a buscar sus cosas para irse de allí, los pantalones por aquí, la camisa por allá, pero su bóxer no aparecía, miró las sábanas de la cama todas regadas sobre esta e imaginó que podrían estar debajo y con una sola mano las levantó de un tirón y trouvé (encontrado).
Enredados con unas bragas de encaje de color vino tinto estaban sus bóxer, pero un poco más arriba algo llamó su atención,¿sangre?¿Será posible que haya sido tan brusco con aquella mujer como para hacerla sangrar? O será que ella...
Una sonrisa se dibujó en su rostro.
- Te voy a encontrar, de mi no vas a escapar tan fácilmente. - se dijo para si mismo tocando aquella mancha y en ese momento vio algo más sobre la cama.
Se estiró y tomó el objeto que llamó su atención, era una tobillera dorada que se notaba bastante valiosa, de ella colgaban tres figurillas imitando lo que podía ser una familia, una pareja y una niña en medio tomados de la mano, por cabeza cada uno llevaba una piedra, la de el supuesto padre era azul, en cambio las de la niña y su madre eran rojas.
- Vas a regresar a por esto, estoy seguro y entonces no vas a poder irte de mi lado.- apretó la prenda en su puño y con una sonrisa se dispuso a vestirse.
me quedo sin palabras
excelente la novela
un ejemplo para las mujeres
saber que pueden reconstruirse siempre. solo es querer hacerlo y tener amor propio
cada quien en su lugar
felicitaciones a la autora