En un pequeño y tranquilo pueblo, en lo más profundo de un bosque tupido y misterioso vivía una mujer llamada Raze. Rubia con cabello largo y ojos color miel que reflejan la pureza de su alma, Raze había sido criada por una anciana llamada Oda. Desde que era apenas una niña , Oda le contaba historias de dragones y hadas, tejidas con la magia del bosque y la fantasía de un mundo oculto a los ojos de los mortales. Sin embargo para Raze, esas historias no eran más que cuentos fantásticos , relatos para entretenimiento y nada más.
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capítulo 4: Luna, el lago y Oda.
Raze se sentó junto a Luna, en el claro del bosque, mientras la luz de la luna iluminaba su conversación con un brillo plateado. Estaba ansiosa por escuchar la historia detrás de la enigmática mujer que había aparecido de entre las sombras y parecía estar conectada de alguna manera con el misterioso lago y con Oda, la sabia anciana que había sido su única familia durante tanto tiempo.
Luna sonrió con suavidad antes de comenzar su relato, sus ojos brillando con una mezcla de tristeza y determinación. "Hace muchos años, este bosque era el hogar de una comunidad de seres mágicos", comenzó ella, su voz envuelta en un aire de nostalgia. "Dragones, hadas, y criaturas de todo tipo habitaban en armonía bajo la protección de un antiguo híbrido que vivía en el corazón del bosque".
Raze escuchaba con atención, sintiendo cómo cada palabra de Luna resonaba en lo más profundo de su ser. Parecía que el bosque guardaba secretos que solo estaban empezando a desvelarse.
"Lamentablemente, la paz del bosque fue perturbada por la llegada de los humanos", continuó Luna con un suspiro. "Su codicia y ambición los llevaron a buscar el poder que emanaba del lago, creyendo que podían controlar su magia para sus propios fines".
Raze recordó las historias que Oda solía contarle sobre el lago, y cómo había sido un lugar de poder y misterio desde tiempos inmemoriales. ¿Podría ser que esas historias fueran más que simples cuentos de hadas?
"Una de las personas que llegó al bosque en busca de poder fue Oda", dijo Luna con un tono suave, como si estuviera recordando un pasado lejano. "Ella era una joven curiosa y valiente, y pronto se ganó la confianza de los habitantes del bosque, incluyendo a los seres mágicos que lo protegían".
Raze sintió un nudo en la garganta al escuchar el nombre de Oda. La anciana había sido su protectora y guía durante toda su vida, y ahora parecía estar conectada de alguna manera con la historia de este bosque mágico.
"Lamentablemente, el poder del lago era demasiado peligroso para ser controlado por los humanos", continuó Luna con tristeza. "Sus ansias de poder desataron una serie de eventos catastróficos que amenazaron con destruir todo lo que amábamos".
Raze imaginó a Oda enfrentándose al poder del lago, luchando por proteger a aquellos que amaba incluso a costa de su propia vida. Era difícil de creer que la anciana gentil y amorosa que la había criado pudiera estar involucrada en algo tan peligroso.
"Pero hubo una luz en medio de la oscuridad", dijo Luna, su voz resonando con esperanza. "Una joven valiente que se alzó para enfrentar la amenaza que se cernía sobre el bosque. Una joven cuyo destino estaba entrelazado con el de este lugar y con el poder del lago".
Los ojos de Raze se abrieron con sorpresa al darse cuenta de que estaba hablando de ella misma. ¿Podría ser que su llegada a este bosque mágico estuviera destinada a desempeñar un papel en la historia que Luna estaba contando?
"Pero esa es una historia para otro momento", dijo Luna, interrumpiendo los pensamientos de Raze. "Ahora, debemos centrarnos en el presente y en los desafíos que enfrentamos. El poder del lago sigue siendo una fuerza peligrosa, y debemos asegurarnos de que nunca caiga en manos equivocadas".
Raze asintió con determinación, sintiendo una nueva sensación de propósito ardiendo en su pecho. Ella no sabía qué le deparaba el futuro, pero estaba dispuesta a enfrentarse a cualquier desafío que se interpusiera en su camino. Con la ayuda de Luna y la sabiduría de Oda guiándola, sabía que podía enfrentarse a cualquier cosa que el destino tuviera preparado para ella.
