Entre Siglos Y Maldiciones

Había tenido que aprender a acostumbrarse a que los elementos primordiales, como el agua o el aire, reaccionaran a sus emociones. Ventiscas que solo azotaban su habitación o tormentas que hacían desastres en su vecindario y que misteriosamente coincidían con que ella se encontraba pasando por una crisis emocional. Con los años se había acostumbrado a controlar sus sentimientos y tomar cada mala noticia con la mayor calma, pero siempre había ocasiones donde su corazón le ganaba a su mente y su magia se comportaba más salvaje e inesperada que de costumbre. Odiaba cuando eso sucedía. Podía perder a más gente que amaba por su culpa.

El peor de los escenarios era cuando el fuego se hacía presente. Había aprendido a controlar la mayor parte de las llamaradas, pero no podía evitar el pánico de su madre o de sus vecinos.

Asi que cuando Catalyn se despertó en medio de los gritos desesperados de su madre, ya sabía de qué se trataba incluso antes de ver el fuego quemando sus sábanas. Lillian, su mamá, gritaba mientras intentaba apagar el fuego con baldes de agua. Catalyn soltó un suspiro cansado y cerró los puños a sus extremos, haciendo que el fuego desapareciera tan rápido como había iniciado. Ella estaba ilesa, como siempre. Se levantó sintiendo la mirada de terror de su madre y se encerró en su baño. Estaba cubierta de cenizas.

- Maldición, Derek - dijo lavándose el rostro -. Si no me hubieras preocupado a ese nivel anoche no habría pasado esto.

Peor aún, si ella no sintiera tanto por él, no habría sucedido.

- Catalyn, ¿estás bien? - preguntó su mamá del otro lado de la puerta.

- Si, estoy bien - respondió, quitándose la ropa y maldiciendo al darse cuenta que parecía más un pobre animal mugriento que una persona. Se veía horrible. Tenía más ojeras que de costumbre, el cabello como un nido de pájaros y las cenizas la hacían ver como si se hubiera revolcado en carbón.

- ¿Por qué... te sucedió esto? - siguió cuestionando su mamá. La voz le temblaba, casi podía verla sujetando su rosario contra su pecho.

- No lo sé - se limitó a contestar Catalyn, más agotada y exasperada por el comportamiento de su madre que por el incendio. Se hundió en el agua tibia de su bañera y quiso desaparecer por unos instantes de la tierra.

En ese momento, tocaron la puerta y Catalyn cerró los ojos y soltó un suspiro. Se le había hecho tarde y Derek había venido por ella. Su mamá bajó las escaleras tan rápido como pudo y abrió la puerta, solo para que Derek entrara gritando que había visto el humo mientras se acercaba en su moto. La llamaba, aunque su voz estaba algo ronca.

- Se está bañando - le informó la señora Lillian -. Puedes esperarla afuera.

Pero Catalyn no tenía intenciones de salir de su bañera. ¿Cómo iba a explicar el incendio?, peor aún, ¿qué ella estaba ilesa? Y todavía estaba bastante enojada porque él no le había contestado las llamadas la noche anterior. Un simple mensaje hubiera servido.

- Cat, ¿te encuentras bien? - escuchó su voz, preocupada, como si estuviera intentando protegerla.

Ella tenía dos opciones. Actuar como una niña y reclamarle por su comportamiento en vez de darle una explicación por el fuego, o tragarse su enojo y hablar buscando una respuesta sin ser agresiva y darle a cambio a él una mentira bien elaborada. No podía decirle que tenía magia. Catalyn se pasó las manos por el cabello y acarició con el agua caliente su cuello y sus hombros. Estaba cansada, quería usar su magia. No que su magia la usara a ella.

- Salgo en un minuto - contestó evitando suspirar y viendo su reflejo en el espejo.

Sus rasgos solían verse más fuertes cuando usaba su magia, incluso a veces podía reconocer que se veía atractiva. Pero ahora sus ojos estaban marcados por ojeras y sus labios estaban resquebrajados, tan cansada como si no hubiera dormido en noches.

Decidió darse un retoque y desaparecer cada detalle de su rostro que la hacía ver como una pobre criatura lastimada. No podía decir que se veía bella, pero al menos no parecía que fuera a caer desmayada en cualquier momento.

Fingió su mejor sonrisa y aliso su cabello.

Cuando salió de su baño, Derek estaba frente a ella cubriéndose los ojos con una mano y con la otra ofreciéndole su ropa. Catalyn contuvo la risa y rodó los ojos, pero se apresuró por vestirse mientras repasaba en su mente la mentira que le diría por el fuego.

- Se nos hace tarde - terminó diciendo, decidiendo que lo mejor era dejar de lado el tema de su casi cremación. Prefería no mentirle... más de lo que ya le estaba mintiendo -. ¿Puedes explicarme qué sucedió ayer?

- ¿Por qué tengo que darte explicaciones? - respondió Derek, cruzándose de brazos y arqueando una ceja -. No eres mi novia.

Catalyn sintió que una oleada de rabia le llenaba el cuerpo, detestaba que respondiera de esa forma.

- A la única que le tengo que dar explicaciones es a ella - prosiguió él, hablando como si Catalyn estuviera siendo ilógica.

Sabía que no tenía derecho a hacerle reclamos, pero... ¿cuántas veces ella había pasado noches enteras intentando hacerlo sentir mejor, mientras Alice se revolcaba con su supuesta novia Vanessa? Sintió la necesidad de decirle toda la verdad, pero decidió que lo mejor era ignorarlo. Era un problema que no era de su incumbencia.

- Está bien - se limitó a contestar.

- ¿Y tú?, ¿vas a decirme por qué tu casa se estaba incendiando?

- Desventajas de ser increíblemente caliente - contestó sin mirarlo, ajustando sus botines -. Vámonos, debemos llegar temprano a clases.

- Catalyn - dijo él con seriedad -. Lo digo en serio, vi el humo desde lejos. ¿Por qué no llamaron a los bomberos?

- ¿Ves algo quemado? - le dijo sin pensar con claridad. Esa respuesta definitivamente tendría consecuencias que ella no quería enfrentar.

- La verdad es que no, lo que se me hace más extraño aún -. Derek permaneció unos segundos mirándola, esperando una respuesta. Ella lo encaró y se cruzó de brazos. No diría ni una palabra más, aunque le causara malestar verlo a los ojos. Finalmente, él soltó un suspiro -. ¿Tú estás bien?

Catalyn tuvo que respirar profundo para no responderle con más sarcasmo.

- Lo estoy, gracias por preocuparte -. Sonaba más como un reproche, pero era lo mejor que podía ofrecerle.

Derek miró a su alrededor, buscando con sus ojos alguna señal de peligro. Él escondió sus manos en su chaqueta y Catalyn lo vio tragar saliva, ¿seguía preocupado por ella? Incluso por un momento creyó ver que él se estremecía. Cuando iba a preguntarle si se encontraba bien, Derek lanzó un suspiro y terminó por rendirse y seguir a Catalyn hacia la salida, pero ella podía sentir la pesadez del ambiente en sus hombros. Él le ocultaba algo tan grave y preocupante que hacía que el aire se hiciera difícil de respirar. No era solo que ella le estuviera mintiendo, era que él escondía un peso terrible sobre sus hombros. Se sentía incómoda, fuera de lugar. Como si su corazón y su magia le advirtieran que debía de tener cuidado en cada paso que daba. Sintió un escalofrío cuando él le rozó el hombro y tuvo el instinto de apartarse de inmediato. Derek estaba cargado de emociones negativas, ¿había sucedido algo fuera de su conocimiento con Alice...?, ¿o se debía a algo más oscuro?

- Estás pálida - le dijo Derek, y por un momento, alzó la mano como si pretendiera acariciar su rostro.

- No es nada -. Catalyn se alejó por instinto.

Bajando las escaleras, tuvo la sensación de que la "oscuridad" que desprendía Derek en ese momento ya la había sentido. La pesadumbre, el ambiente sombrío. Había una maraña de sentimientos que no terminaba de entender y todos se arremolinaban alrededor de él. La hacía sentir enferma.

Después de asegurarse que su mamá no estuviera escuchando al salir de su casa, decidió insistir y preguntarle por la noche anterior.

- ¿Por qué estás tan preocupada? - dijo él, sin mirarla a los ojos. Parecía bastante concentrado en las llaves de su moto y en intentar que encendiera.

Catalyn no solía decirle sobre lo que verdaderamente sentía, pero... ¿cómo dejarlo hundirse en la oscuridad que emanaba? Todo en ella le advertía que se alejara, que lo dejara pasar, que no le prestara atención y solo se concentrara en controlar sus sentimientos. Después de todo, no era de su incumbencia y Derek no iba a revelarle la verdad. Pero entonces... ¿por qué tenía la necesidad de abrazarlo y decirle que todo estaría bien?

Eran amigos, después de todo.

- Sabes que... - Catalyn sintió las palabras atascadas en su garganta -, que te aprecio y que me preocupo por ti. Sé que las cosas contigo y Alice han sido complicadas y me gustaría...

- No es necesario, Catalyn - la interrumpió él, agitando su mano -. Aprecio tu voluntad de ayudarme, pero no puedes hacer nada al respecto.

El tono de su voz, la resignación en sus ojos. Parecía estar hablando de una causa perdida, de una tristeza tan profunda que no parecía tener salida. De pronto, ya no era el chico que podía iluminar un día gris. Era el chico que necesitaba que iluminaran su día. Catalyn se dejó llevar y terminó por acercarse a él con la intención de abrazarlo, porque, después de todo, él lo necesitaba. Y ella también.

- Derek... -. Catalyn cogió su mano izquierda, pero él la apartó con brusquedad.

Y fue entonces que Catalyn se dio cuenta.

Tenía las muñecas vendadas.