Amor encontrado:Fue un encuentro fortuito, una chispa que encendió una pasión arrebatadora. Él y ella, dos almas distintas, se vieron envueltos en un romance fulminante, pero frágil como una llama a punto de extinguirse.
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Capítulo 7
Capítulo 7
Sofía se quedó sin aliento, sintiendo que la felicidad la inundaba por completo. Con lágrimas en los ojos, se arrojó a los brazos de Alejandro, quien la envolvió con fuerza.
—¿De verdad, mi amor? —murmuró Sofía, aún sin poder creerlo—. ¿Vamos a tener un bebé?
Alejandro asintió, sus ojos brillando con una alegría radiante.
—Sí, Sofía. Tú y yo seremos padres.
Sofía lo besó con pasión, dejando que la emoción fluyera libremente. Después de todo lo que habían construido juntos, este nuevo capítulo les abría las puertas a una aventura aún más maravillosa.
—Esto es increíble —dijo Sofía, acariciando con ternura el rostro de su esposo—. Juntos vamos a criar a un pequeño ser que nos llenará de amor.
Alejandro sonrió, depositando un suave beso en sus labios.
—Así es, mi amor. Nuestro amor se convertirá en un ser vivo que nos cambiará la vida para siempre.
Sofía se acurrucó en su pecho, sintiendo que su corazón desbordaba de felicidad. Poco a poco, su mente comenzó a volar, imaginando cómo sería recibir a ese bebé en sus vidas.
—¿Sabes? Siempre soñé con tener una familia propia, pero después de todo lo que pasé, llegué a pensar que tal vez eso no estaba escrito para mí —confesó.
Alejandro la estrechó con más fuerza, acariciando suavemente su espalda.
—Pues ahora ese sueño se ha convertido en realidad, mi amor. Y vamos a disfrutarlo juntos, paso a paso.
Sofía asintió, esbozando una sonrisa radiante.
—Así será, Alejandro. Tú, yo y nuestro bebé. Una familia que construiremos con todo nuestro amor.
Durante los meses siguientes, Sofía y Alejandro se sumergieron en los preparativos para la llegada de su primer hijo. Juntos, eligieron la habitación que sería el hogar del pequeño, llenándola de suaves tonos y decoraciones que reflejaban la ternura y la alegría que los embargaba.
Sofía no podía dejar de contemplar su vientre, que iba creciendo día a día, albergando la vida que florecía en su interior. Sentía una conexión profunda con ese ser que aún no conocía, y cada patadita o movimiento la llenaba de emoción y asombro.
Alejandro, por su parte, se mostraba cada vez más entusiasmado y atento a las necesidades de Sofía. La acompañaba a cada cita médica, le leía cuentos al bebé y le brindaba todo el apoyo y el cariño que ella necesitaba durante este proceso.
Una tarde, mientras disfrutaban de una tranquila velada en su hogar, Sofía se acurrucó junto a Alejandro, acariciando su vientre con ternura.
—Sabes, he estado pensando en nombres para el bebé —dijo, mirándolo con una sonrisa.
Alejandro le devolvió la mirada, con una expresión llena de expectativa.
—¿Ah sí? ¿Tienes alguna idea en mente?
Sofía asintió, acercándose más a él.
—Bueno, si es niño, me gusta mucho el nombre de Lucas. Y si es niña, me parece precioso el de Emilia.
Alejandro sonrió ampliamente, besando suavemente la frente de Sofía.
—Son nombres hermosos, mi amor. Me encantan.
Sofía se acurrucó más cerca de él, sintiendo que su corazón desbordaba de felicidad.
—Me alegro de que te gusten. Quiero que nuestro hijo o hija sepa cuánto lo amamos desde el momento en que supimos de su existencia.
Alejandro la envolvió en un cálido abrazo, acariciando con ternura su vientre.
—Y así será, Sofía. Lucas o Emilia sabrán que son el fruto de un amor inmenso.
Permanecieron abrazados en silencio, disfrutando de la tranquilidad y la intimidad de aquel momento. Sofía se sentía plena, consciente de que este nuevo capítulo de su vida sería aún más maravilloso que todo lo que habían vivido hasta ahora.
Poco a poco, la llegada del bebé se fue haciendo más real. Sofía y Alejandro se turnaban para leer libros sobre crianza y preparar todo lo necesario para recibirlo con los brazos abiertos.
Una tarde, mientras revisaban la lista de compras, Sofía levantó la mirada hacia Alejandro con una expresión de preocupación.
—¿Qué ocurre, mi amor? —preguntó Alejandro, notando la tensión en su rostro.
Sofía suspiró, dejando la lista a un lado.
—Bueno, es solo que... me he estado preguntando si estaremos listos para ser padres. Quiero decir, esto es algo completamente nuevo para nosotros.
Alejandro se acercó a ella y tomó sus manos con delicadeza.
—Sofía, entiendo tus miedos. Ser padres es una gran responsabilidad, pero estoy seguro de que lo haremos bien.
Ella lo miró con una mezcla de preocupación y esperanza.
—¿Y si no somos lo suficientemente buenos? ¿Y si cometemos errores y lastimamos al bebé?
Alejandro la envolvió en un cálido abrazo, acariciando su cabello con ternura.
—Escúchame, mi amor. No hay padres perfectos, pero lo que tenemos es un amor inmenso que guiará nuestras decisiones. Juntos, aprenderemos y creceremos con nuestro hijo o hija.
Sofía se aferró a él, dejando que sus palabras le brindaran la seguridad que necesitaba.
—Tienes razón. Tú y yo enfrentaremos esto como lo hemos hecho con todo lo demás: como un equipo.
Alejandro le regaló una sonrisa tranquilizadora.
—Así es, Sofía. Seremos unos padres maravillosos, porque nuestro amor es lo más importante.
Sofía asintió, sintiéndose más confiada. Sabía que, con Alejandro a su lado, podrían superar cualquier desafío que se les presentara.
Conforme los días pasaban, Sofía sentía que su vientre crecía cada vez más, albergando la vida que pronto se uniría a ellos. Algunas noches, se quedaba despierta imaginando cómo sería conocer a ese pequeño ser, sostenerlo en sus brazos y ver reflejados en él los rasgos de Alejandro y los suyos.
Una tarde, mientras revisaba los últimos detalles de la habitación del bebé, sintió una suave patada que la hizo sonreír. Acariciando su vientre, se dirigió a Alejandro, quien se encontraba a su lado.
—Creo que alguien está listo para conocernos —dijo Sofía, con lágrimas de emoción en los ojos.
Alejandro se acercó rápidamente y puso su mano sobre el vientre de Sofía, sintiendo los movimientos del bebé. Una sonrisa radiante se dibujó en su rostro.