Gia Giordani es hija del general de las Fuerzas especiales de defensa Mundial, esta es una organización paralela a varios ejércitos unidos, que se encargan de misiones encubiertas y clasificadas, existen varias sedes de estas élites, las cuales se encuentran en varios lugares del mundo.
Gia es la única mujer y la menor de cuatro hermanos, todos pertenecientes a la elite con diferentes rangos, mientras ella solo es la princesa de la casa.
La joven ha estado enamorada desde siempre del hijo del general de división de la elite, el capitán Tomás Decker aunque este no quiere nada con ella, la ve como una Barbie sin cerebro.
El capitán Decker humilla frente a todos a la joven y ella tomará la decisión de cambiar su vida, ya que por aquellas palabras piensa que todos la ven como alguien inútil y sin cerebro.
Podrá esta joven demostrarle a un mundo machista que, si puede, podrá olvidar a este hombre tan ingrato.
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Felicitaciones y Reprimendas
Los chicos están en posición esperando, tienen rato allí y no llega nada, una Van llegó hace unos momentos, pero se retiró y ellos siguen en aquel lugar, El capitán Brown revisa su teléfono y se da cuenta de que no tiene servicio, hace un momento tenía, quizás los de la van lo hicieron.
El capitán se aleja hasta sus autos y su teléfono es bombardeado con mensajes tanto de Gia como del coronel, los revisa rápidamente y corre para llamar a los chicos
—¡Corran, es una trampa, hay bombas! —Todos comienzan a correr y a medio camino una enorme explosión los impacta a pesar de que iban lejos, el impacto los tumba y por suerte solo se llevan raspones.
—¿Están bien? —Pregunta.
—Salgamos de aquí, Gia está con el ruso y va a atacar, las chicas están allá, andando. —Todos se suben a los autos y se retiran, los demás reciben los mensajes y llamadas perdidas.
El teléfono del capitán idiota suena y es el Coronel.
—¡Eres un inepto! La capitana Giordani está atacando sola, los quiero ya en la ubicación que envié. —El sujeto cuelga y ellos se apresuran a llegar al lugar.
El coronel y más refuerzos están a una hora de la ubicación.
Mientras tanto en la mansión Gia encerró a yakov no recuperaría el movimiento en muchas horas, la joven sabía que dentro de la mansión no había guardias, ellos cuidaban en la puerta, pero fue por los hombres de confianza de yakov que estaba en el sótano.
La joven rubia entró llamando a Yakov, ellos estaban allí en el sótano con drogas y armas las estaban revisando, al parecer recién llegaban.
—Yakov, estás aquí cariño.
—Luna, aquí no está Yakov. Dijo Aleksi, Ellos se miraron y dijeron en ruso que lo que tenía de sexy lo tenía de idiota y que darían por tenerla en cuatro para ellos.
—Lo siento, soy tan estúpida. —Dijo riendo y les disparó a cada uno con la pistola con silenciador que tenía detrás de su espalda.
—Mal… Maldita traidora. —Dijo Aleksi antes de morir por un balazo en la cabeza.
Gia tomó uno de los rifles que les habían llegado a ellos y otra arma, la armó, apagó las luces y cortó los cables de las cámaras y se puso los lentes de visión nocturna que había sacado de su maleta, se puso en un lugar estratégico donde tenía acceso a quien entrara y le disparó a un jarrón.
No pasó mucho tiempo cuando la puerta fue abierta y varios hombres entraron, uno a uno caían como moscas, Gia estaba abrumada con tanto disparo, pero siempre le gustó trabajar sola y por eso estaba preparada para esto.
Los tenía en la mira y aparte podía ver en la oscuridad.
Los hombres dejaron de pasar y ella esperó, sabía lo que podía venir.
Tal y como la capitana pensó, los hombres tiraron una granada y la chica logró saltar a un lado y seguir disparando.
La rubia se escondió detrás de una columna y siguió disparando uno a uno, caían, pero al parecer estos hijos de puta se multiplicaban, ya no tenía más municiones, solo las pistolas cuando otra explosión se oyó, pero desde afuera de la mansión.
Varios soldados vestidos de negro con el logo de la Élite entraron y ella respiró más tranquila, los refuerzos habían llegado y eran muchos.
La mujer esperó a que el fuego cesara y grito su santo y seña para que no le dispararán, encendió las luces y se encontró de frente con el coronel Harrington.
La joven gritó.
—Las chicas están en el sótano de aquella casa. —Grita y va por Yakov.
Ella entra y todavía está inmóvil y en bóxer, el coronel se para detrás de ella.
—Buen trabajo capitana. —La joven voltea a mirarlo y asiente este hombre la pone nerviosa, pero no es más que otro arrogante más y no piensa dejarse quebrar de nuevo, la pared que construyó le llevó años y no está dispuesta a verla caer.
—Llévense a la basura de aquí. —Ordenó el Coronel.
—Giordani usted viene conmigo.
—Sí, señor. —la mujer lo siguió y pasó por el lado del capitán idiota como lo había bautizado y los chicos.
Gia observó como sacaban a las mujeres y suspiró más tranquila.
Subió a un SSC Tuatara (532,93 km/h) de color negro.
La joven subió en el puesto del copiloto y él al puesto de chófer y arrancó.
La joven iba en silencio, el sujeto manejaba a alta velocidad.
A medio camino habló.
—Ya te felicité porque reconozco el esfuerzo de la gente competente, pero también de reprender a la gente cuando lo merece.
—Por qué sacaste sola, debiste esperar refuerzos. —Comenzó.
—Sé que tienes antecedentes de trabajar sola y no esperar a nadie, sé que te encanta ponerte en peligro, pero somos un maldito equipo. —Dijo firme, su voz ronca y varonil.
—Si no lo hacía esas chicas serían vendidas, usted me mandó a infiltrarme para atrapar a yakov y lo hice. —Perdió los estribos.
—Sí, pero te arriesgaste y a la misión.
—Lo siento, pero según investigue tiene gente desde hace meses detrás de Yakov y no hicieron nada, corone…
—Yo sabía lo que hacía, usted me envió para que fallara cierto, quería verme huir.
—Exacto. ¿Y fue por eso que te pusiste en peligro, que querías probar?
—exactamente, lo que hice, que no tengo mis medallas ni mi cargo por mi apellido. —Habló firme.
—Conozco a un arrogante cuando lo veo y tú lo eres, pero debes acatar mis órdenes, entendido.
—Sí, coronel. —Dijo apretando los dientes, Gia era una mujer orgullosa y soberbia.
El auto luego de horas llegó al cuartel y todos miraban a Gia a con respeto, una semana llevaba y ya había hecho un trabajo de meses.
—Cámbiese y la espero en mi oficina.
—Sí, señor. —Gia se cambió por su uniforme y de inmediato se presentó en la oficina del coronel, la chica tocó la puerta y al escuchar el permiso para pasar entró.
—Coronel… —Saludó y el hombre la miró fijamente.
Podrás salir este fin de semana, pero a partir del lunes vas a averiguar todo lo que puedas sobre un corrupto, el lunes te doy detalles, ya sé que eres una excelente hacker… Por qué me ocultó esa información.
—No pensé que fuera necesario, señor, aquí hay expertos en eso.
—Expertos que no hicieron en meses lo que tú hiciste en un día… De ahora en adelante trabajarás conmigo.
—Entendido mi coronel. —La puerta es tocada.
—Pase… El mayor Ferreti y Tomás entran en la oficina, Gia estaba de espaldas a la puerta.
—Coronel… —Saludan ambos.
—Decker… Dónde demonios estabas, Kuznetsov era tu misión…
—Estaba cerca, pero tú interviniste.
—Basta, no quiero excusas… La capitana Gia Giordani encontró a las chicas y atrapó al ruso.
—Felicidades, Capitana Giordani.
—Solo hacia mi trabajo mayor.
—Él es el teniente coronel Tomás Decker… — Gia se voltea hacia Tomás y lo saluda con respeto.
—Capitana Gia Giordani, mi Teniente Coronel… —Tomás no dice nada, solo la observa en shock.
—Tú estabas en ese año…… De encubierta.
—Así es, mi Teniente Coronel.
Se puede sentir la tensión en el aire y Andrew arruga el ceño, se acaba de dar cuenta que Tomás la conoce y eso le hace hervir la sangre.
—Puede retirarse Capitana.
—Gracias, Coronel…
Mayor… Teniente Coronel… —Se despide y sale del lugar.
Gia llega a su dormitorio y se deja caer en su cama.
Tiene el pulso acelerado, tuvo que estar muy serena, pero si le afectó verlo, le molesta tener que ver a ese hijo de puta.