Alpha

He visto cómo miras a mi princesa. - soltó Antoine con cara de pocos amigos ante la situación.

- No voy a mentirte, tu hija es mi destinada de segunda oportunidad.

- Quiero que seas sincero, mi pequeña no heredó mis genes lobunos, nació humana como mi Becca, como comprenderás, no quiero que mi princesa sufra por ser rechazada.

Ben era consciente de que su fama lo precedía, si algo hay entre manadas, es que hay muy buena comunicación, por lo tanto, todos conocen el agravio que cometió en contra del designio de la diosa.

- Aquello fue un grave error de mi parte, tarde me di cuenta de lo estúpido que fui al rechazar a aquella omega que siempre fue buena conmigo. - su mirada dejó de ser dura, para volverse triste. - Tu hija es un rayo de esperanza en medio de tanta oscuridad, después de 70 años, la diosa me ha perdonado.

- Bien, la puedes tratar, pero primero serán visitas en casa. - dio un suspiro - No puedo oponerme a los mandatos de mi madre, pero necesito estar seguro que la vas a respetar y valorar.

- Haré lo que desees, solo quiero una oportunidad de hacer las cosas bien, te prometo que será nuestro más grande tesoro, Gunther también lo agradece.

Los dos alfas se despidieron y tomaron cada uno su rumbo. Al llegar a la cabaña, Ben sintió el peso de la nostalgia, necesitaba tenerla con él, sí, era eso, una necesidad que recién comenzaba a brotar.

Por otra parte, Selene suspiraba apoyada en el barandal de su balcón, mirando hacia el bosque, se preguntaba cuándo lo vería de nuevo.

- Hola mi bebé. - escuchó la voz de su madre detrás de ella.

Se dio vuelta, encontrándose con la mirada dulce de Rebecca.

- ¡Mami! - se fue a su encuentro y se abrazó a ella - ¿Cómo es?

- Te diré que es la sensación más hermosa, siempre quieres estar con tu amado, sentir su piel, es como una necesidad, y cuando estás con él, simplemente te sientes completa.

Ambas suspiraron, eran un par de románticas empedernidas. Madre e hija se quedaron un poco más abrazada una a la otra, sentada en el sofá que se hallaba en el balcón.

Ben no dejaba de imaginar cómo sería besar esa pequeña boca y sentirla entre sus brazos, parecía un adolescente puberto que espera con ansias volver a ver a esa linda cachorra humana.

Al día siguiente...

Luego del almuerzo, Ben decidió visitar de nuevo la manada, esta vez no iba con la excusa de comprar carne, ahora iba directo al grano, a visitar a su mate. Leonard uno de los omegas vigías que siempre ha estado interesado en Selene, había sabido por medio del alfa Antoine, que el alfa que habitaba en el bosque iría continuamente a la manada para visitar a su hija, así que lo dejarían pasar sin problema alguno. Tal información le dio molestia al omega, pues él quería a esa humana para él, sabe perfectamente lo que significa entrar a hacer parte de la familia Dumont-Holter, ahora con la aparición de ese lobo renegado sus planes se iban por la borda.

- El alfa Antoine no se encuentra en la manada. - dijo con tono arrogante el omega.

- No he venido por él, vengo a visitar a mi destinada. - responde con la calma que lo caracteriza.

Sin poder hacer nada, tuvo que dejarlo entrar, debía ser inteligente si quería deshacerse de ese lobo que era una amenaza para su futuro, le había costado mucho acercarse a Selene sin que esta notara sus intenciones, como para que ahora venga otro a comerse lo que él quería para él.

Nuestro alfa que era bastante sabio y astuto, comprendió de inmediato las intenciones que llevaba ese omega con su destinada, así que lo mantendría vigilado, por si se le ocurría hacer algo en su contra o la de Selene.

Al llegar a la mansión fue recibido por Rebecca, quien lo hizo pasar al porche trasero donde se encontraba Selene, recolectando algunas muestras de flores del jardín de su madre.

A sus ojos, ella era como un hada del bosque, llena de luz y de una magia natural que parecía ignorar que tiene.

- Selene, te han venido a visitar. - le anunció Rebecca con una sonrisa pícara.

La chica levantó la mirada y ahí estaba él, ese sexy rubio de mirada tranquila.

''Grrrr... te voy a comer lobito''. - pensó la joven rubia que lo miraba con carita aparentemente inocente.

El alfa sonrió con disimulo ante el pensamiento de esa humana pervertida.

- Buenas tardes, señor Meier, bienvenido.

- Buenas tardes, muchas gracias.

Rebecca se excusó y los dejó a solas para que pudieran conversar. Ella estaba emocionada con todo eso, era una romántica empedernida y está segura que será una gran historia de amor.

- Gracias diosa, ese lobo si que me gusta para mí bebé. - dijo emocionada.