Ella solo quería obtener el trabajo soñado, ser maestra titular del Colegio Internacional para señoritas, pero solo consiguió ser la suplente, pero no solo eso, nunca pensó tener que soportar a los padres, caprichosos y llenos de poder que harían que la despidieran.
El haría cualquiera cosa para complacer a su pequeña hija, incluso conseguir a su querida maestra.
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Sin trabajo
Camilhe
— Siéntate Camhile — me dice Henrry Vitto, el director.
Trato de estar tranquila pero se que estar ahí no me darán buenas noticias.
— Victoria se va a reencorporar a su salón de clases y necesites que le informes sobre tus actividades y los temas que has tocado — yo miro a Victoria y ella sonríe.
— Claro con gusto, luego de la clase…
— Creo que no entendiste la orden que te acaban de dar suplente — habla la mujer con arrogancia. — entregale todo a Victoria porque ella si es maestra, no como tú.
La miro y quisiera responder pero Henry habla evitando algún enfrentamiento.
— Desde hoy solo será apoyo en la sala de maestro — me baja de cargo, no seré suplente, ahora no pisare un aula de clases.
Bajo mi rostro y luego la levanto.
— Pero mi cargo de suplente me…
— En verdad eres insolente — dice la mujer y mira al director — ¿de dónde la sacastes? Mal educada e insolente, por eso solo llegas a ser suplente.
— Me gustaría saber porque la decisión…— ignoro los insultos y me dirijo a Henry, otra vez.
— ¿En serio Henry? ¿Este es el personal que tienes para educar a nuestras niñas?. — el hombre está nervioso y en silencio — Es más, ni para apoyo sirves aquí. Así que hasta hoy trabajas como maestra en esta escuela, así que entregarle todo a Victoria y vete!
— Recuerda Julia que esa decisión solo la toma el concejo — dice Henry — Camhile ha demostrado ser muy buena, a demás, su madre fue maestra por años.
— Pues te recuerdo Henrry Vitto, que yo soy el consejo. Y que yo también puedo cambiar a la directiva si lo deseo.
Fue suficiente para que yo tuviera que entregar todo, hasta mi uniforme y dejar el colegio. El poder y el dinero hacen eso, pisan y humillan a quienes están por debajo de tí.
Dejar el colegio fue difícil, me entregaron una liquidación sencilla y no me dieron bono por no ser una buena maestra. Ahora estoy desempleada en mitad del año escolar y tengo que economizar en todo para poder sobrevivir y encontrar un nuevo trabajo.
En el Colegio internacional me dieron una recomendación poco agradable, no me colocaron excelente, ni buena, solo que fui una maestra que cumplió sus actividades. Por ser mitad de año era difícil encontrar algo fijo, apenas logré conseguir clases privadas y eran tan pocas que no cobre mucho por ellas.
Cuando no todo podía empeorar, Alison le dio neumonía, dónde vivía no estaba en el mejor de los lugares tenía mucha humedad, así que afectó el sistema respiratorio de mi pequeña niña que sufre de alergias. Al llevarla al hospital la conectaron a un respirador. Me rompí al verla así, tan pequeñita.
Mi vida con Alison ha sido muy difícil; conocí a su padre en una de las escuelas donde daba clases, cometí el error de enamorarme del padre de unos de los alumnos, pero cuando quise terminar todo ya estaba embarazada. Mi madre aún vivía, y tuve que dejar la escuela porque él me amenazó. Sentí miedo por mi y mi hija, mi madre me ayudó pero ella enfermó, luego me tocó ser yo quien la ayudará, hasta que no pudo más. Sola tuve que aceptar trabajos mediocres hasta que luego de un año entré al internacional.
Desde joven fui educada para ser maestra de prestigio como mi madre. Ella ganaba bien como maestra en el internacional de niñas y eso lo invirtió en mi educación: Idiomas, pedagogía, ética, modales y buena presencia. Mi sueño era ser una prestigiosa maestra de ese colegio y termine arruinandolo todo. Me fijé en un hombre casado, me embaracé y luego que llegue a mi sueño todo se arruinó. Ahora estoy con mi hija muy enferma sin saber si puedo pagar sus gastos.
Unos días en el hospital donde no pude salír, solo estuve al lado de mi hija que me necesitaba, solo ella y yo.
— Señora Bailey — me dice una enfermera al entrar — la necesitan en la administración.
Sé porque me llaman, no he abonado a la cuenta del hospital.
El administrador me atiende y me dice lo mismo que el día anterior.
— Señora, su hija no tiene seguro y usted tampoco tiene que hacerse cargo de la cuenta del hospital, necesito que aboné algo de su deuda. No podemos sacarlas, es cierto, es contra la ley, su hija está grave y necesita cuidados médicos si no puede morir, así que el hospital le da este convenio para que pague en cuotas pero necesitamos un 30% de abono., hoy.
Miro las cifras y no sé cómo pagar todo eso.
Mi niña ha tenido unos cuidados muy especiales, lo sé, sufrió un paro respiratorio cuando la internaron y casi la pierde. Su salud es importante y yo estoy dispuesta a pagar.
— Yo me llevaré la cuenta — le digo tomando el papel — deje que busque el dinero.
Me fui y mi cabeza estaba solo llena de cifras que no podía pagar, no quería hacerlo pero es mi última opción.
Cuando marco el número de teléfono, mi corazón se acelera.
— ¿Si? — respiro con dificultad
— Soy Camhile te llamo porque…
— ¿Para que llamas? ¿Estás loca? — su voz es dura.
— Mi niña tiene neumonía y tengo que pagar…
— No me interesa nada, tú decidiste eso, ahora ocúpate tú. Es tu problema. ¡No vuelvas a llamarme!.
Me quedo con el celular pegado a la oreja que está ahora en silencio. Sabía que esto pasaría, no tenía que ni que marcar su número cuando desde que supo de mi embarazo me trató así. Su actitud cambió tanto, que por eso decidí irme.
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