Corazón De Piedra

...EVANS:...

— No soy un tirano, soy justo... Hago sufrir a personas como usted, basuras que solo sirven para ensuciar este mundo — Dije mientras lo señalo despectivamente.

Todos observan asustados. Veo miedo en los ojos del señor Rocer.

— Ahora...La sentencia debe llevarse a cabo... Muerte para el deudor...

— Por favor... Piedad — Súplica.

— No hay piedad para un sujeto que llevó a su familia a la ruina, a la desesperación y eso no tiene consideración.

Se ríe burlonamente y saca una daga de su bolsillo.

— Es mi familia y hago con ella lo que me da la gana... ¡ Ni el mismo rey me dirá cómo debo actuar, no tengo porque servirle pleitesía ! — Grita y mantengo serio.

— Usted no me sirve de nada y lo que no sirve se extermina — Gruño.

— Vete al infierno.

Me río — Ya estuve allí.

Se lanza, blandiendo su daga. Lo esquivo sin esfuerzo mientras retrocedo hábilmente. Sus hijos y su mujer no interfieren, se quedan observando paralizados como su padre falla su ataque contra mí. Lo tomo de la muñeca, tiro de su brazo, fracturando el hueso con la empuñadura de mi espada.

Un grito ensordecedor atraviesa la sala. Suelta la daga y la pateo lejos de su alcance. Le doy un puñetazo en el rostro cuando queda arrodillado. Cae al suelo y le propino una patada en el estómago haciendo que expulse el licor de su boca.

El olor a sudor y sangre llena el ambiente.

Su familia llora en una esquina.

— No voy a permitir que te mueras sin antes suplicar perdón a tu familia por todo el sufrimiento e infelicidad que les causaste — Dije y presioné la bota en su cabeza.

Gruñe, jadeando y me observa con impotencia y terror. Al parecer no estaba aguantando la humillación, ni el dolor.

— Hazlo — Demandé mientras volvía a presionar la bota.

— Perdón — Balbucea, los chicos abrazan a su madre mientras se niegan a presenciar lo que sucederá.

— ¡ Más alto ! — Grito.

— ¡ Perdón! — Grita sin fuerzas.

Aparto mi bota y lo degollé en el acto.

Me alejé jadeando, calmando mi adrenalina y limpiando la sangre de mi hoja contra el aire.

Me detuve frente a su familia y se tensaron.

— Estás tierras ahora han pasado a ser propiedad del rey, deben abandonar este lugar... Serán reinstalados en un refugio en Urla... Tres de mis soldados los trasladarán allí — Digo el discurso por décima vez, ya estoy harto.

Uno de ellos se atreve a hablar — ¿ Qué pretende ? ¿ Torturar ?

— No... Es un refugio especial para familias vulnerables, no les faltará nada y lo más importante aprenderán un oficio para conseguir un trabajo decente en el futuro.

Me observaron como si hubiese hablado en otro idioma.

— ¿ Cree que eso reparará haber asesinado al padre de mis hijos ? — Gruñó la madre entre lágrimas.

— No... Pero tendrán un destino diferente al que le esperaba al lado de su esposo.

Se quedan callados.

Me alejo sin decir nada más y salgo de la casa y le dí órdenes a dos de mis hombres para que recogieran el cuerpo y escoltaran a la familia al refugio.

— ¿ Cuál es el último deudor ? — Pregunté al General Itans antes de subir al carruaje.

— Es el Señor Cuper, la hacienda está ubicada al Sur, muy cerca de Urla — Dice mientras me abre la puerta.

— Excelente que haya quedado de última así llegaré rápido al palacio para descansar.

Subo al carruaje y ordeno a mis hombres avanzar.

Mi espía me dió todo los detalles. El señor Cuper era un hombre muy exitoso hasta que fue estafado, cayó en banca rota y ahora estaba sumergido en miseria.

Según la información tenía tres hijas en edad de casamenteras.

Liliam, Sandra y Clara.

...LILIAM:...

Escapar era la mejor solución, me dije a misma mientras empacaba apresuradamente junto con mis dos hermanas. Estaba decidido, mi padre aún no sabía de la huida pero trataremos de convencerlo al salir de la habitación.

Tenía unos pocos ahorros guardados de cuando vendía manzanas en el mercado del pueblo y con eso podríamos solventar nuestras necesidades por una noche. Guardé la bolsa en con piezas de cobre en la maleta.

Me ajuste los pantalones y acomodé mi camisa de botones. Me amarré las botas y me coloqué el sombrero.

— Iré al pozo a buscar agua — Dijo Clara, ya estaba vestida con sus típico vestido azul y sus botas trenzadas.

— ¿ Para qué? — Pregunté.

Pone los ojos en blanco — Debo llenar mi cantimplora y también la de todas, obviamente el viaje será a pie.

— Está bien, no tardes, debemos ir las tres al estudio de papá — Gruño mientras me acerco para acomodarle una manga — ¿ Ya empacaste tus libros ?

— Si, fue lo primero que hice, sin mis libros no voy a ninguna parte.

— Lo sé.

Me entristeció recordar que no volvería a estar en el campo.

— Liliam... Ya estoy lista — Avisó Sandra con determinación.

Clara salió de la habitación. Me senté en el sofá de la habitación y lo toqué. Mi casa, mi hogar, el lugar que amo.

— ¿ A dónde vamos a ir ? — Preguntó Sandra.

Me quedé un momento en silencio.

— Estaba pensando en ir a Urla... Hay más oportunidad de que encontremos trabajo allí, pagaremos una posada y buscaremos como ganar dinero de forma respetable — Dije, me estaba resultando difícil de pensar como íbamos a conseguir trabajo.

— Está bien, lo resolveremos juntas.

Con mucha suerte podríamos encontrar algún trabajo en una tienda o biblioteca. Sandra tenía suficiente presencia y sabía expresarse bien y Clara podría ser ayudante de algún bibliotecario, su experiencia conociendo grandes obras literarias podría serle de ayuda, en cambio yo no sabía en qué podría trabajar.

Salí de la habitación en busca de Clara cuando se ausentó por mucho tiempo, ya estábamos preparadas, había llegado la hora.

Mi padre seguía en el estudio y realmente no supe porque seguía allí, ya no había hacienda que administrar. Seguramente estaba lamentando por la negligencia a su deuda.

Llegué a la cocina y no la encontré allí, el balde no estaba en su lugar pero había pasado demasiado tiempo y me alarmé.

Salí por la puerta trasera y recorrí la hacienda. El pozo estaba alejado y la maleza había hecho que no se distinguiera desde lejos. Me acerqué, apartando las ramas de mi camino, sabía que Clara había pasado por allí, sus pequeñas pisadas se habían marcado en el fango.

Me extrañe cuando otras pisadas se cruzaron en mi camino. Eran grandes como de una bota de tacón para hombre.

Escuché gritos ahogados y me tensé. Saqué la daga del interior de mi bota y corrí hacia el sonido. Lo que ví me dió tanta importancia y enojo. Mi hermana estaba siendo aprisionada contra el suelo, un hombre la mantenía inmóvil mientras intentaba besarla y tocarla.

— ¡ Quédate quieta sino quieres salir herida ! — Amenazó el infeliz mientras le besaba la mejilla con lujuria.

Pude ver las lágrimas de mi hermana.

El balde estaba tirado a un lado, derramando el agua cerca del pozo.

Maldito infeliz.

Me acerque de forma silenciosa por detrás, dejándome llevar por el enojo me agaché detrás del sujeto y guíe mi daga a su garganta. La empujé hasta la empuñadura en el cuello del hombre.

La saqué de nuevo.

El hombre cayó a un lado sobre la hierba, colocó la mano en su herida, rápidamente empezó a salir sangre en gran cantidad. Me observó con una mezcla de confusión y dolor, observó mi daga mientras se ahogaba con su propia sangre.

No supe controlarme, maté a un hombre, tomé una vida.

Me hermana me observó temblando y llorando mientras se alejaba apresuradamente del sujeto, tambaleándose para llegar a mi lado. Se aferró a mí y empezó a llorar mientras observamos como el hombre se desangraba y moría.

La abracé y lloré ¿ Qué hice ? Maté un hombre, soy una asesina. Fue un impulso de ira y protección por Clara. Jamás había permitido que nadie la dañara.

— ¿ Estás bien? ¿ Te hizo daño? — Pregunté a mi hermana mientras tocaba sus mejillas.

— No.

Observamos al hombre.

— ¿ Está muerto? — Preguntó espantada.

— Temo que sí... Lo asesiné — Dije, botando lágrimas silenciosas.

Reparé al sujeto, esos ojos abiertos y vacíos me dieron náuseas, había muerto con su mirada puesta en la culpable. Me doy cuenta de que llevaba un uniforme, azul con dorado y me recorrió un escalofrío. El hombre llevaba armas y en el lado izquierdo de su pecho estaba el símbolo de la realeza.

— El Rey Evans está aquí.

Clara se cubrió la boca.

Nos quedamos paralizadas.

— ¿ Qué hacemos ahora ? — Preguntó Clara.

— No lo sé...Descuida...

No tenía palabras, podíamos lanzar el cuerpo al pozo. La idea me hizo sentir como una criminal.

Yo no tenía porque ocultar el cuerpo, lo hice para defender a mi hermana.

Entonces se escuchó un ruido de múltiples pasos y me percate demasiado tarde cuando más hombres aparecieron y nos rodearon. Soldados, me pegué a Clara y levanté la daga con una mirada de amenaza, me mantuve girando en círculos ante los hombres que se acercaron.

— ¡ Hay un soldado herido! — Gritó uno de ellos cuando divisaron el cuerpo y levantaron las armas al ver que mi daga estaba llena de sangre.

— ¡ Está muerto! — Dijo otro cuando se acercó, traía condecoraciones en su uniforme.

Era rubio y de ojos azules. Se intentó acercar. Sostuve fuertemente mi daga y también a mí hermana.

— ¡ No te acerques o correrás con el mismo destino ! — Grité demasiado alterada.

— Bajen sus armas — Una voz profunda y firme se oyó detrás de mí.

Clara y yo nos giramos a unísono.

Titubeo cuando un hombre de mirada profunda e intimidante se acerca. Los soldados retroceden y bajan sus armas. Mantengo mi daga en alto y me evalúa como sino le ocasionará el mínimo temor, por dentro estoy tan asustada.

Tiene el cabello negro, del tono más oscuro y liso que he visto en mi vida. Algunos mechones caen sobre su frente. Es hermoso y atractivo, de piel bronceada, mandíbula firme, ojos avellanas, casi dorados y naríz perfilada. Lleva una barba recortada.

Su altura es impresionante, su cuerpo es esbelto y fornido. Lleva una túnica, pantalones y botas, todo de tono negro.

¿Quién es ese hombre? Se ve peligroso y poderoso.

Sus ojos se desvían a mí con indiferencia, obviamente no le causé la misma impresión.

— ¿ Por qué asesinó a ese cabo ? — Preguntó directamente, volviendo sus ojos a mí y el sonido me hizo encoger mi postura.

Estoy metida en graves problemas.