Si debes elegir entre la vida de tu madre o renunciar al amor de tu vida para salvarla ¿Que harías? ¿Vivirías tu vida o salvarías a quien te trajo al mundo?
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Capítulo 4 ENFERMEDAD
...💕💕💕💕RENATA GÓMEZ 💕💕💕...
Si creí que con el regreso del amor de mi vida definitivamente sería todo más sencillo me equivocaba.
El dueño del campo donde vivíamos dejó de venir casi en su totalidad. El último año sus visitas se hicieron cada vez menos frecuentes porque al parecer estaba enfermo o tal vez sólo era la edad. Los rumores eran que allí en la ciudad podía estar mejor que aquí en el campo donde si algo le sucede a alguien lo más probable es que muera hasta que consiga atención médica.
Con lo que sucedió con el dueño del campo de un modo tan extraño y su familia viniendo personalmente para tener idea de cómo era el manejo de éstas tierras y conocer a quienes las ocupan y que trabajos desempeñan en ellas todo estaría más pronto a cambiar.
Mis padres eran quienes trataban con el matrimonio Arango cuando venían mes a mes a visitar las tierras y saber cómo estaba todo por aquí mientras que yo seguía mi vida normalmente.
Me despertaba por la mañana, ayudaba a mi madre para hornear el pan del día, hacia el aseo y cuando mamá estaba ocupada me ocupaba de preparar el almuerzo. Le daba de comer a los animales nuestros, regaba mi huerta, cosechaba las verduras que había que cosechar, recolectaba los huevos.
Si precisabamos leche ordeñaba las vacas. Todo iba bien, así entre varios trabajos era el día en el campo y así fuera algo pesado no imaginaba mi vida lejos de ésto. Siempre creí que acabaría casada con alguien que compartiera mi pasión por vivir en éstas tierras y por la vida natural como aquí pero por sobre todo que jamás me alejaría de mi casa que es el lugar donde estén mis padres.
Las lecciones de manejo casi habían llegado al final y digo casi porque siempre cometía algunos errores para que mi novio me siguiera enseñando y así pasar más tiempo juntos. Ese era el modo de tenerlo a mi lado y dicen que en el amor todo se vale así sea una mentirilla piadosa.
Cada día a la misma hora nos veíamos para conducir y luego nos estacionabamos lejos de la gente del lugar. Siempre elegíamos ir al final de uno de los campos a ver el atardecer abrazados. Era el mejor momento del día, uno que anhelaba compartir cuando el clima no permitía salir de casa.
Estar sentados viendo el atardecer solo me llenaba de ilusión a qué nuestra relación fuera más seria aún y poder ver juntos cada día cuando caía el sol así como el amanecer.
Si alguien me preguntaba cuál era mi sueño no podía solo nombrar uno. Quería siempre vivir cerca de casa, casarme con él amor de mi vida y tener mi hogar en unas tierras tranquilas como las que habitábamos en las cuales poder tener niños.
Yo no soñaba con viajes, joyas, mansiones ni autos caros, ¿Para que querría todo eso si el dinero no compraba la felicidad? ¿Por qué querría tantas cosas si con lo que tenía era muy feliz? Tenía una gran riqueza que era unas excelentes personas y su amor incondicional. Además el amor de alguien maravilloso que con solo un beso suyo me hacía sentir más que bien y me alegraba el día.
Para mí desgracia todo lo que conocía se volvería desconocido y mis prioridades cambiarían. Descubriría toda una vida frente a mis ojos y tendría que aprender nuevamente a vivir. Pasaría por muchas cosas y además tendría aún que madurar más. Después miraría hacia atrás queriendo ser una cría toda mi vida porque una realidad es que crecer duele y pronto la vida me lo demostraría con unas fuertes lecciones.
