El matrimonio arreglado de la primera hija del Conde Harris con el Duque Carnegie III y su peculiar convivencia
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Fin de la batalla
El cielo estaba rojizo, contrastaban los tonos desde el ocaso hasta donde la oscuridad ya había caído, millones de gotas gruesas caían sin cesar con granizos que golpeaban todo a su paso… Y sin embargo, en medio del campo de batalla, llenos de barro resbaladizo y la sangre de los caídos, continuaban todos en batalla
-Mi general ¡Quedan pocos por caer!
-¡Ya lo sé teniente! Asegúrese de que ningún enemigo salga de aquí con vida
El duque James Carnegie III, general del Ejercito y de la Orden Sol Naciente, lideraba en el campo de batalla, uno de los 4 mejores guerreros del reino y más joven en liderar el Ejercito y la Orden especializada del reino. Su cuerpo cubierto de la más fina y resistentes de las armaduras construidas en el reino cabalgaba a caballo a toda velocidad en su fiel amigo Lorenzo, un ejemplar azabache que el Rey le había concedido tras su primera batalla
Tras varias horas y el cesar de la lluvia, se escuchó la señal que anunciaba el fin de la batalla y con ella, gritos de emoción de todos los hombres que habían luchado
-¡A CASA POR NUESTRAS MUJERES!
-¡A CASA!
-¡ESPEREN! NO PODEMOS BAJAR LA GUARDIA SEÑORES. RECOJAN LAS ARMAS ULTILES Y REGRESEMOS AL CAMPAMENTO. TRASLADEMOS PRIMERO LOS HERIDOS QUE HAN SIDO TRATADOS Y ENUMERENSE LOS SOLDADOS SIN LESIONES MORTALES QUE PUEDAN SEGUIR DE PIE AL FRENTE. MAÑANA EN LA NOCHE PARTIREMOS DE REGRESO ANTES DE LO PLANEADO, SERAN 2 SEMANAS LARGAS DE VIAJE
Para nadie era un secreto que el duque se había comprometido, el teniente, su mano derecha, se había encargado de regar la noticia entre los soldados e inclusive habían bebido hasta el amanecer el día que recibieron la carta
Tal como lo había ordenado James, todos recogieron y ordenaron lo que podían salvar de aquella guerra. En fila sincronizados avanzaban de regreso al campamento, donde los soldados de turno los esperaban para el festín que habían cazado
A kilómetros de distancia una más saludable Samantha miraba a través de la ventana
-Ana, no cenaré hoy así que por favor retira la mesa
-Mi Lady, llevas 2 meses aquí comiendo sanamente, no puedes saltarte las comidas
2 meses habían trascurrido desde la llegada de Samantha al ducado, el vestido de novia decoraba la habitación y el salón de banquetes diariamente albergaba más y más decoración, a esperas de celebrar la tan sonada boda del Duque
-Busca entonces un postre y trae una vela por favor
-¿Una vela?
-Si, antes de que se acabe la noche quiero pedir un deseo para mi cumpleaños numero 18
-Oh mi señorita, no sabíamos… ¿Por qué no se nos informó? Podemos hacer una celebración mañana mismo
-Sh… Espero que nadie se entere Ana, no me sentiría cómoda usando un castillo que ni si quiera es mío para celebrar mi cumpleaños con personas extrañas… No tengo relaciones en sociedad
Las mejillas de Samantha se ruborizaron y Ana la miró llena de pena ¿Cómo podía una celebración tan feliz como un cumpleaños, pasar desapercibido? A toda prisa corrió hacía la cocina avisando a todos los empleados, desde el cocinero hasta el mayordomo, que la señorita cumplía su decimo octavo año de vida
Las luces del salón se apagaron, quince minutos luego de que Ana se marchase a la cocina. Las puertas se abrieron y pequeños destellos se acercaban hacía Samantha
-Deseamos que la señorita Samantha viva feliz y saludable para toda su vida, ahora por favor, señorita, pida su deseo
Las pupilas de Samantha se dilataron y las lagrimas cristalizaron su visión amenazando con salir, era la primera vez en tantos años que alguien deseaba cosas buenas para ella
-Oh my… gracias a todos- Con sus delgados y largos dedos limpio su rostro y se acerco hacía la tarta de fresas para soplar las velas
Deseo no volver a llorar más de tristeza ni dolor
Los aplausos resonaron en el salón, las luces se encendieron y la tarta fue cortada en varias porciones
-Ahora sí, coma un poco mi señorita- El mayordomo le acerco una porción de tarta en la mesa
Aunque había pasado poco tiempo, todos los empleados le tomaron aprecio a Samantha y cuidaban de ella como si de una reliquia se tratara. Los cuidados dieron sus frutos pues en poco tiempo la piel, el cabello y el cuerpo de Samantha había cambiado, lucía mas cercana a su edad
-Señorita- El mayordomo se acercó hacia ella y entregó una carta- Esto fue enviado para usted, estaban ligadas con el correo del servicio por el material de la carta, mis disculpas
-Gracias…
Abrió con sus dedos la pestaña superior, la carta fue escrita por su nana Nora. Con un nudo en la garganta y el pecho oprimido, se disculpó con los presentes y corrió a su cuarto a toda velocidad
-Oh nana, te extraño tanto
Horas más tarde, luego de leer la carta, entre sollozos y añoranza cerro sus pesados parpados acurrucada en la cama
le pierdes el interés