Kairos y Alessia , el primer amor de cada uno, Separados por una promesa de matrimonio. Zahraea, la esposa de Kairos tienen un accidente junto con él por una rabieta de celos de su primer amor. Después del accidente , Kairo puede leer todos los pensamientos de su esposa Zahraea, y Kairos decide no mencionar el divorcio nunca más, pero Zahraea no está de acuerdo con Kairos.
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LA SUBASTA INDECENTE
El salón de eventos estaba decorado con una elegancia opulenta, lámparas de cristal colgaban del techo, reflejando la luz sobre las copas de champán que los invitados sostenían con delicadeza. La subasta benéfica era una tradición anual donde las personas más influyentes del mundo empresarial y artístico pujaban por experiencias exclusivas con otros empresarios, celebridades y personalidades influyentes.
Zahraea, envuelta en un vestido de seda negro con un corte elegante y sensual, observaba el desarrollo del evento con una sonrisa serena. Su mente, sin embargo, estaba enfocada en otro asunto.
"Si le digo a mi mente lo contrario de lo que quiero hacer, ¿Kairos podrá seguir saboteándome?"—Eso pensó con el ingenio de Zahraea, ya que no sabía la verdadera causa del sabotaje de Kairos.
Era un experimento peligroso, pero si quería seguir jugando con Kairos sin que él lo notara, necesitaba comprobar hasta dónde llegaban sus habilidades.
Así que, con una estrategia clara, se inscribió en la subasta benéfica como una experiencia exclusiva para el mejor postor, pero no como Zahraea Lazarescu , sino como su alter ego artístico.
La idea era simple: Min-ho ya había demostrado interés en ella, pero él aún no la había visto completamente en su doble identidad. Si lograba captar su atención sin exponerse demasiado, podría medir cuánto sabía él.
La subasta avanzó con normalidad hasta que el presentador anunció:
—Ahora, para nuestra próxima experiencia exclusiva, tenemos algo verdaderamente especial. Una velada privada con una mujer que no solo es una artista misteriosa, sino que también ha cautivado escenarios con su enigmática presencia.
Las luces del salón bajaron levemente, mientras Zahraea aparecía en el escenario con una máscara dorada que cubría sus ojos , pero tenía la peluca distintiva de esa noche en el bar, no necesitaba bailar esta vez, solo posar con elegancia.
Min-ho, desde su asiento en la primera fila, la observó con ojos afilados. Sabía.No completamente, pero algo en ella le resultaba inquietantemente familiar. La subasta comenzó.
Las ofertas subieron rápidamente, pero fue cuando Min-ho hizo su movimiento que el salón quedó en silencio —Cien mil dólares.
El murmullo se esparció entre los asistentes. Nadie estaba dispuesto a superar semejante cantidad. El martillo del subastador golpeó la mesa.
—¡Vendido!
Zahraea mantuvo su expresión imperturbable mientras Min-ho la miraba con interés. Había logrado su cometido. Ahora, lo siguiente era descubrir qué tan cerca estaba él de la verdad.
Kairos estaba en su oficina cuando recibió la notificación. Al principio, ignoró el mensaje de su asistente sobre la subasta benéfica, hasta que vio el nombre del ganador y la experiencia que había adquirido.
Una velada privada con una misteriosa artista Min-ho, pero lo que hizo que Kairos sintiera una rabia que nunca antes había experimentado fue la imagen adjunta. Incluso con la máscara y la peluca, supo que era Zahraea. El vaso en su mano se hizo añicos.
—Kairos: Prepárame el auto. Ahora.
Zahraea y Min-ho estaban sentados en un restaurante de lujo en un reservado privado. La atmósfera era sofisticada, pero entre ellos se tejía una tensión sutil.
Min-ho la observaba con atención, sosteniendo su copa de vino con una calma estudiada—Tienes manos únicas —dijo finalmente—. Fue lo primero que noté.
Zahraea sonrió levemente, fingiendo no entender—¿Eso piensas?
—Min-ho: Lo sé. — dejó la copa sobre la mesa—. He visto esas manos antes.
Zahraea mantuvo la compostura —Quizás en otro escenario.
Min-ho no respondió de inmediato —No te preocupes —dijo finalmente— No me interesa exponer secretos… aún.
Antes de que Zahraea pudiera responder, la puerta del reservado se abrió bruscamente.
Kairos entró sin pedir permiso, su presencia llenando la habitación con una energía oscura y peligrosa.
Min-ho ni siquiera pareció sorprendido —Señor Lazarescu , ¿a qué debemos el honor?
Kairos no le dirigió la palabra. Su mirada estaba clavada en Zahraea, una mezcla de furia e incredulidad brillando en sus ojos —¿Disfrutando tu cena? —preguntó con una sonrisa cortante.
Zahraea, en lugar de inmutarse, se acomodó en su asiento y tomó un sorbo de su copa —Sí, ¿quieres unirte?
Kairos dejó escapar una risa baja, pero sus ojos no mostraban humor alguno —No necesito una invitación. Eres mi esposa.
Min-ho levantó una ceja, divertido y pregunta —¿Significa eso que la experiencia de la subasta no es válida?
Kairos se inclinó sobre la mesa, sus nudillos blancos por la presión con la que sostenía el borde —Significa que esta cena se acaba aquí —Zahraea lo miró fijamente, sintiendo la rabia en su interior.
Kairos esperaba que Zahraea se levantara de inmediato y lo siguiera, que al menos hiciera el intento de suavizar la situación, pero ella solo le dedicó una mirada serena antes de tomar otro sorbo de vino.
—Zahraea: Estoy en medio de una cena, Kairos. Sería de mala educación interrumpirla —Kairos apretó la mandíbula.
Min-ho observó la escena con una media sonrisa, disfrutando la tensión en el aire —Señor Lazarescu , en los negocios, el respeto es esencial. Supongo que su esposa opina lo mismo.
Kairos lo ignoró. Sus ojos seguían fijos en Zahraea—Tenemos que hablar. Ahora.
—Zahraea: Lo haremos —dijo ella con calma, cortando un trozo de su plato y llevándolo a la boca—. Pero cuando termine aquí. Puedes esperarme en otro salón, si gustas.
Kairos inhaló profundamente, conteniéndose. Nunca antes lo había desafiado de esa manera tan directa. Siempre lo hacía de forma sutil, manipulando la situación en las sombras, pero esta vez lo estaba haciendo frente a otro hombre. Frente a un hombre que claramente tenía interés en ella.
Min-ho parecía disfrutarlo.Finalmente, Kairos dio un paso atrás —Te espero. No tardes.
Se giró y salió del reservado sin añadir nada más. Zahraea dejó su copa sobre la mesa y sonrió ligeramente —No pareces sorprendido —le dijo a Min-ho.
Min-ho se encogió de hombros —No lo estoy. Solo estoy esperando ver qué harás después.
Zahraea se rio suavemente—Supongo que lo averiguarás.
Min-ho la observó con más interés—¿Quieres que te acompañe?
Zahraea— Negó con la cabeza —Puedo manejarlo.
Min-ho sonrió, tomando un sorbo de su propio vino —Estoy seguro de que sí.
Cuando Zahraea entró en el otro salón, encontró a Kairos de pie junto a una mesa, con los brazos cruzados.
—Kairos: Me sorprende que hayas venido —dijo él, sin rodeos.
Zahraea cerró la puerta tras de sí y lo miró con expresión neutral —Dijiste que era urgente.
Kairos la observó en silencio, como si intentara leerla más allá de sus pensamientos. Pero no podía porque su cabeza está hecho un lío.
—Kairos: ¿Hasta cuándo planeas seguir con esto?
—Zahraea: ¿Con qué?
—Kairos: Con este juego —dijo él con frialdad—. Con Min-ho, con la subasta, con esta… doble vida, ¿Crees que no reconocería a mi esposa con peluca y lentes de contacto y con una maldita máscara?, conozco cada gesto y paso que das con tu cuerpo.
Zahraea inclinó la cabeza—¿De qué hablas?
Kairos dejó escapar una risa baja y sarcástica —No me tomes por un idiota, Zahraea. Sé que no es coincidencia que Min-ho se haya interesado justo en esa mujer.
Zahraea mantuvo la calma—¿Y qué si lo hizo? ¿Desde cuándo te importa con quién ceno?
Kairos entrecerró los ojos —Me importa porque sigues siendo mi esposa y la imagen de la empresa es importante.
—Zahraea: Pronto no lo seré.
El silencio cayó entre ellos. Zahraea lo vio endurecer la expresión por una fracción de segundo antes de que la máscara de indiferencia volviera a cubrir su rostro.
—Kairos: Si realmente quieres el divorcio —dijo Kairos en voz baja— entonces dilo, pero no juegues con fuego, Zahraea.
Zahraea se cruzó de brazos—Eso suena como una advertencia.
—Kairos: Es un hecho.
Los ojos de Zahraea brillaron con un desafío silencioso —Supongo que veremos quién se quema primero.
Kairos la miró por un largo momento antes de soltar un suspiro y apartar la vista.
—Zahraea: Dijiste que esto era urgente. ¿Qué querías decirme? —Ella mantuvo su postura firme
—Kairos:Tú primero. Dijiste que me debías una explicación —exhaló pesadamente —Lo que tengo que decirte no es algo que puedas tomar a la ligera.
Zahraea sintió un escalofrío recorrerle la espalda—Entonces dilo de una vez.
Kairos la miró directamente a los ojos —Lo haré. Pero cuando estés lista para escuchar la verdad.
Y con eso, dio media vuelta y salió de la habitación, dejándola con más preguntas que respuestas.