Soy Marcela y jamás creí que algo así me sucedería a mí. fui víctima de traición entre mi novio y mi hermana, lo que me llevó a refugiarme en el alcohol y acostandome con quién menos pensé... mi vida dio un giro inesperado en menos de lo que se espera... Ven y se parte de mí historia...
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Un día de trabajo
Me esfuerzo por no sonrojarme al escuchar alguna de mis compañeras suspirar por él, lamentando su falta de disponibilidad. Por mi mente pasó la curiosidad de saber qué dirían si supieran que yo soy la razón por la que Leandro ya no está disponible para casarse con ninguna de ellas.
Una de ellas con una expresión de fastidio en su rostro, Me guía a través de unas imponentes puertas dobles. Por haber sido asignada como mi guía se nota que está claramente molesta.
—Llega hasta esa oficina de allí— dice al tiempo que me señala la puerta. —La señorita Ana te está esperando—
Saber que tendré que trabajar para la exnovia del padre de mi hijo es inquietante, pero no estoy al pendiente de eso, solo me interesa trabajar.
Tomé aire y entré a su oficina, la veo observarme detalladamente, tanto que me hace sentir nerviosa. Detrás de ella hay dos mujeres de pie, una en cada lado de su silla las cuales no se molestan en ocultar sus molestias al verme.
—¿Cómo te sientes hoy?— habla Ana con una sonrisa demasiado dulce en su rostro. —Eres muy afortunada, ¿Sabes? No cualquiera puede entrar a trabajar en esta empresa—
Veo a las dos chicas de atrás mirarse entre sí. Me esfuerzo en ignorar la sensación de inquietud que se apodera de mí.
—Gracias por la oportunidad, daré lo mejor de mí—
Paola una de ellas me guía hasta el salón mientras habla sin parar sobre el éxito y el estatus que ha tenido la empresa, presumiendo que todos los que trabajan aquí, son graduados de las mejores universidades con niveles muy altos.
—¿Dime dónde te graduaste?— pregunta con un tono condescendiente.
La vergüenza me consume de inmediato porque yo solo obtuve una beca para un colegio local.
—Bueno... Crecí en una manada muy pequeña fuera de la capital, así que estudie allá—
De inmediato el desprecio se hizo evidente en su rostro.
—Bueno, supongo que debes de ser muy especial para que te contrataran estudios— de inmediato toma un frasco de la estantería con un gesto de indiferencia. —Ahora mismo nos encontramos desarrollando un nuevo aroma usando materias primas. Esta es una muestra del destilado que estamos utilizando y necesitamos más. Hay otra botella en el almacén, pero es una fórmula antigua y hubo un pequeño error con las etiquetas, así que no está claramente marcada. Ve y búscala y me la traes—
Me coloco la pequeña botella en mis manos y se alejó rápidamente dejándome sola en medio del almacén, todo fue rápido, tanto que no me dio tiempo de protestar.
El almacén es enorme, miro a mi alrededor y veo las filas y filas de estanterías que están llenas de frascos, me abruma la cantidad de objetos.
¡Dios mío!
Buscar eso me llevaría varios días, sin dormir ni descansar, tengo que revisar todas las cajas botella por botella para encontrar la correcta.
»Tú puedes Marcela«
Me digo a mí misma, y de inmediato comienzo a trabajar. Inhaló el aroma de la botella que me dio Paula, el aroma es uno ligero y frutal.
Si busco etiqueta por etiqueta me demoraré más, y estás apenas están visibles, ya por el tiempo están todas descoloridas y apenas dura se puede leer lo que dice. Todo aquí está desordenado.
Lo que hago es dejarme llevar por mis conocimientos, pasó las manos por las estanterías, dejando que mi instinto se haga cargo. Siento tantos aromas, críticos vibrantes, hierbas frescas, especias cálidas, y densas, dulces y profundas.
Vuelvo a suspirar y dejo que mi nariz se encargue.
En cada suspiro que doy siento como cada aroma cuenta una historia diferente.
Recorro por todo el lugar dejándome llevar por el aroma, hasta que llegó a uno en particular, un frasco pequeño en color rosa que coincide perfectamente con el aroma que tengo en mis manos, esta es la correcta y estoy más que segura.
Tomo el frasco y me voy directo a la oficina de Paula, la cara de expresión de incredulidad en el rostro de ella al verme que conseguí lo que me pidió en menos tiempo de lo esperado me da un fresquito de satisfacción.
Soy mejor de lo que esperaba después de todo.
Después de esa tarea el día pasa en un abrir y cerrar de ojos, el estar aquí me gusta mucho porque esto ha sido uno de mis sueños, aunque el estar oliendo y embotellando hace que mi cabeza duela un poco y el mareo aún está presente. Pero todo vale la pena, logré disfrutar cada minuto.
Escucho un murmullo y gritos provenientes de las otras chicas que trabajan aquí.
Curiosa por ver de qué se trata me acerco a ellas.
—¡Es el segundo príncipe! ¡El príncipe Leandro está aquí!—
Observo a través de la gran ventana a Leandro estacionado frente a la entrada principal, está de pie afincado en el auto con las manos en los bolsillos, tiene unas gafas de sol puestas negras, y su mirada está recorriendo a la multitud detrás del cristal.
—¿Crees que vino para ver a Ana?— pregunta uno de los empleados.
—No lo creo, recuerda que Ana está casada con su hermano, el príncipe Carlos. Además, Ya ellos son cosas del pasado—
Leandro se levanta del auto y comienza a caminar hacia la entrada del edificio. Con cada paso que da, mi corazón se acelera.
—Aunque Leandro se haya casado con otra loba, Ana es su pareja predestinada. ¿Por qué crees que está aquí, si no es para verla?—
El sonido de los tacones resonando contra el mármol se escuchan fuerte en todo el lugar, la multitud se aleja de la ventana, Ana aparece y al lado de ella está Lina.
El aire se siente denso, pesado. La atención está dividida entre Ana y Leandro.
Tomo este momento para salir de aquí sin ser vista por nadie, como soy pequeña me escabulló entre todos.
Siento los ojos penetrantes de Leandro sobre mí, y eso solo hace que mi cuerpo tiemble.
Ana está de pie en la entrada sonriendo como siempre, pero ahora su sonrisa es amplia creyendo que Leandro está aquí por ella.
Leandro pasa por su lado sin ni siquiera mirarla y su sonrisa se esfuma.
Puedo sentir desde aquí la ira de que él haya pasado por su lado sin detenerse a saludarla, pues ella no está acostumbrada a ser ignorada, al igual que yo no estoy acostumbrada al ser notada...