Debido a un accidente, el esposo Omega del presidente Alfa, dió a luz y quedó en estado vegetativo.
El Alfa destinado del Omega que estaba en coma hace 12 años, de repente despertó.
_ Nada es más honorable que ser un Alfa Fuerte, inteligente y guapo. Soy un Alfa que ha estado en estado vegetativo durante doce años, he despertado con un gran secreto
_ ¿Cuál será? ┐( ˘_˘)┌
_ ¿Quieres saberlo?¯\_(ツ)_/¯
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Cp. 24... Extra - Un Día en el Zoológico
Años después...
Era una soleada mañana de sábado, y la familia se preparaba para un emocionante día en el zoológico. Hudson, estaba revisando la lista de cosas que debían llevar.
—¡Chicos, asegúrense de tener sus gorras y protector solar! —gritó Abel desde la cocina.
—¡Sí, papá! —respondieron al unísono los tres niños. Noelia, la menor con 6 años, estaba emocionada por ver a los leones. Joshua el mayor, de 15 años, no podía esperar para ver a los pingüinos. Y Isaac de 13 años, estaba obsesionado con los monos.
—¿Listos para la aventura? —preguntó Abel mientras cerraba su bolso.
—¡Sí! —gritaron los niños mientras corrían hacia la puerta.
Una vez en el auto, el ambiente era de pura energía. Joshua miraba por la ventana mientras Isaac trataba de hacer reír a Noelia con caras graciosas.
—Mira esos árboles, ¡parecen gigantes! —dijo Noelia señalando un grupo de eucaliptos.
—¡Cuidado! No te vayas a caer por la ventana, superheroína! —bromeó Isaac.
—¡Yo no soy superheroína! ¡Soy una exploradora! —respondió Noelia con orgullo.
Abel sonrió al escuchar a sus hijos. Era un momento perfecto para recordarles lo importante que era disfrutar juntos como familia.
—Chicos, ¿qué animales están más emocionados por ver? —preguntó Abel.
—¡Los leones! —gritó Noelia.
—¡Los pingüinos! —dijo Joshua con entusiasmo.
—¡Los monos! —exclamó Isaac saltando en su asiento.
Después de unos minutos de risas y canciones en el coche, finalmente llegaron al zoológico. Al bajar del auto, Abel les recordó:
—Recuerden que debemos quedarnos juntos y seguir siempre a papá o a mí. ¿Entendido?
—¡Sí! —respondieron los niños al unísono mientras corrían hacia la entrada.
Una vez dentro del zoológico, fueron recibidos por el sonido de los animales y el bullicio de otros visitantes. La primera parada fue el área de los leones.
—¡Miren esos leones! —gritó Noelia emocionada al ver a dos majestuosos leones descansando bajo el sol.
—Wow, son enormes. ¿Crees que podrían correr más rápido que tú? —bromeó Isaac con una sonrisa.
—¡Claro que sí! Pero yo tengo mi superpoder: ¡la velocidad! —respondió Noelia riendo.
Abel tomó una foto mientras los niños posaban frente a la jaula. Después de unos minutos observando a los leones, decidieron continuar su recorrido hacia el hábitat de los pingüinos.
—¿Sabían que los pingüinos pueden nadar más rápido que nosotros? —dijo Hudson mientras caminaban.
—¿En serio? ¿Cuánto nadan? —preguntó Joshua intrigado.
—Hasta 30 kilómetros por hora en el agua. ¡Impresionante, ¿no?!
Cuando llegaron al área de los pingüinos, comenzó a saltar de emoción al ver a las pequeñas aves nadando y deslizándose sobre el hielo artificial.
—¡Mira cómo se zambullen! ¡Eso es genial! —gritó Noelia mientras apuntaba con su dedo pequeño hacia uno de ellos que hacía piruetas en el agua.
—¡Son como pequeños torpedos! —rió Isaac mientras imitaba sus movimientos con sus brazos.
Hudson se agachó para estar a la altura de Noelia y le dijo:
—Si te gustan tanto, ¿quieres saber algo divertido? Los pingüinos tienen un sentido del humor muy peculiar; ¡pueden hacer reír a otros pingüinos!
Noelia se echó a reír.
Isaac dijo.
—Entonces son como yo cuando hago caras graciosas para ustedes.
Después de pasar un buen rato observando a los pingüinos, continuaron hacia el área de los primates. Los monos estaban jugando entre sí y haciendo travesuras en sus jaulas.
—Mira cómo saltan esos monos —dijo Abel riendo al ver uno colgado boca abajo mientras se aferraba con una mano a una rama.
—Quiero uno como mascota —dijo Noelia emocionada.
Abel rió y respondió.
—Lo siento, cariño. Los monos necesitan mucha atención y espacio para jugar.
Hudson agregó:
—Además, creo que tu habitación ya está llena de juguetes. ¡No hay espacio para un mono!
Los niños rieron ante la idea absurda mientras seguían mirando las travesuras de los primates. Después de disfrutar del espectáculo por un rato más, decidieron tomar un descanso y buscar un lugar para almorzar.
Encontraron una mesa bajo un gran árbol donde podían disfrutar del picnic que habían preparado juntos esa mañana: sándwiches, frutas frescas y jugos naturales. Mientras comían, Noelia preguntó.
—¿Pueden contarme alguna historia divertida sobre algún animal?
Hudson pensó por un momento y luego dijo.
—Una vez escuché sobre un loro que podía imitar todo tipo de sonidos… incluso el timbre del teléfono. Su dueño siempre se confundía porque pensaba que alguien estaba llamando cuando en realidad era solo su loro haciendo trucos.
Joshua y Isaac se rieron mucho.
—Eso sería divertido… pero también muy molesto si necesitas contestar una llamada real.
Noelia terminó su jugo y dijo.
—Yo quiero un loro también… ¡y un pingüino!
Abel miró a sus hijos con ternura y les dijo.
—Recuerden que cada animal tiene su lugar en la naturaleza y necesita vivir libremente. Pero siempre podemos aprender mucho sobre ellos aquí en el zoológico.
Después del almuerzo, decidieron visitar el área del reptilario. Al entrar en la sala oscura llena de terrarios iluminados débilmente, Abel se sintió intrigado, pero también algo asustado por algunos reptiles grandes que estaban allí expuestos.
—¿Puedo acercarme? No sé si me gustan mucho las serpientes… —dijo nerviosamente Abel.
Hudson lo animó.
—Vamos juntos, yo estaré contigo. No hay nada que temer; están detrás del cristal seguro.
Noelia se acercó también.
—Mira esa serpiente enorme… parece mentira que sea real.
Abel observaba desde atrás con curiosidad, pero sin acercarse demasiado.
Mientras veían las serpientes y otros reptiles exóticos, Hudson les contó sobre cómo estos animales son importantes para el ecosistema porque ayudan a controlar las poblaciones de roedores y otros animales pequeños.
Al salir del reptilario ya era tarde y estaban cansados, pero felices después de tantas aventuras. Se dirigieron hacia la salida del zoológico hablando sobre cuál había sido su parte favorita del día.
Noelia exclamó.
—Para mí fueron los leones; son tan majestuosos…
Joshua intervino.
—Y yo me quedo con los pingüinos; son tan divertidos…
Isaac pensativo dijo.
—Iba a decir los monos… pero creo que me gustaron todos…
Abel sonrió al verlos tan animados.
—Fue un gran día en familia lleno de aprendizajes y diversión ¿no creen?
Hudson asintió mientras conducían hacia casa.
—Sí, definitivamente debemos hacerlo más seguido.
Los niños comenzaron a hablar entre ellos sobre qué animal les gustaría ser si pudieran elegir uno. Fue una conversación llena de risas hasta llegar a casa donde terminaron el día viendo fotos del zoológico y recordando todos esos momentos divertidos juntos como familia.
^^^Finalmente el fin.^^^