Gritos De Esperanza

POV ARES.

Me encuentro en mi habitación, alistándome para la boda. Me pongo el traje azul oscuro que me han preparado, y me miro al espejo.

El traje es impecable, con una tela suave y un corte perfecto que se ajusta a mi cuerpo. La chaqueta tiene un ligero brillo en los botones y el pantalón cae perfectamente sobre mis zapatos negros.

Me ajusto la corbata, que es de un tono ligeramente más claro que el traje, y me aseguro de que esté perfectamente anudada. Me peino el cabello hacia atrás, y me doy cuenta de que estoy listo.

Me miro al espejo y me siento satisfecho con mi apariencia. El traje azul oscuro me queda perfectamente, y puedo ver la confianza y la seguridad en mis ojos. a mí edad me siento como el hombre que siempre he querido ser: poderoso, exitoso y atractivo.

Mi padre y mi abuelo entran en la habitación, ambos impecablemente vestidos. Mi padre, con su rostro serio y adusto, se acerca a mí y me toma de la mano, dándome un rápido abrazo.

—Felicidades, hijo—, me dice con una voz firme. —Espero que sepas comportarte ahora que sabrás lo que es el matrimonio—. Su mirada es intensa, y puedo sentir la expectativa y la responsabilidad que el espera de mí.

Mi abuelo, el patriarca de la familia Grey, se acerca a mí con una mirada seria y autoritaria. Es el hombre que ha construido nuestro imperio y nos ha llevado a la cima del éxito.

Con su mano firme, me toma del hombro y me mira a los ojos. —Mi querido hijo—, me dice con una voz profunda y resonante. —Este es un nuevo paso. Ya eres un hombre adulto y maduro. Espero que esa mujer que eligiste sepa estar a tu altura—. Sus palabras son una advertencia, un recordatorio de que soy un Grey y que se espera mucho de mí.

La mirada de mi abuelo es penetrante, y puedo sentir el peso de su expectativa. Me doy cuenta de que no solo estoy casando con una mujer, sino que también estoy representando a nuestra familia y a nuestro legado.

Yo nunca había pensado en casarme, nunca había sido parte de mis planes. Mi abuelo, sin embargo, tenía otras ideas.

Me presionó para que encontrara una mujer adecuada para casarme y producir herederos que continuaran el legado de los Grey. Me vi obligado a buscar a alguien con "buen genes" y belleza para unirlos con los míos.

La verdad es que nunca había necesitado buscar mujeres. Siempre había tenido a quien quería y cuando quería. Los titulares de los periódicos y las revistas siempre hablaban de mí como el soltero más guapo y cotizado, mi imperio y riquezas solo aumentaban mi atractivo.

Nunca había conocido a alguien que me dijera que no. Pero ahora, estaba a punto de casarme con una mujer que ni siquiera conocía bien, pero sabía que no podía echarme atrás ahora. Era demasiado tarde para eso.

La mujer en cuestión parece ser un desafío para mí. Su naturaleza salvaje y su determinación para escapar y hacerme frente me desquician, pero al mismo tiempo, me atraen.

Me pregunto qué la hace tan diferente a las demás, qué la impulsa a actuar de esa manera. Me siento intrigado por su personalidad y su espíritu indomable. Aunque me duele la cabeza pensar en ella, no puedo evitar sentirme atraído por su complejidad y su fuerza.

El destino parece haberla elegido para mí, y estoy dispuesto a descubrir qué secretos esconde detrás de su mirada desafiante.

—¿Estás listo, Ares?— me pregunta mi abuelo, su voz firme y autoritaria. Me saca de mis pensamientos y me devuelve a la realidad. Asiento con la cabeza, intentando parecer más seguro de lo que realmente me siento.

—Sí, abuelo. Estoy listo—. Mi abuelo me mira con una mirada penetrante, como si estuviera buscando algo en mi interior. Luego, asiente con la cabeza y me da una palmada en la espalda. —Bien. Vamos entonces. La boda te espera—.

Me detuve de pie en el pequeño altar que se erguía en medio del jardín, rodeado de flores y árboles que parecían haber sido diseñados específicamente para esta ocasión.

La boda era pequeña y privada, con solo unos pocos invitados selectos que habían sido cuidadosamente invitados. Todo estaba muy bien acomodado y organizado, desde la disposición de las sillas hasta la iluminación suave que bañaba el escenario.

Me sentía nervioso, pero logré controlar mis emociones, adoptando una máscara de calma y compostura. Mi mirada se dirigió hacia el pasillo que conducía al altar, esperando la llegada de mi futura esposa.

La música comenzó a sonar suavemente, y mi mirada se dirigió hacia el pasillo que conducía al altar. De repente, ella apareció, caminando con una mezcla de gracia y determinación al lado de su inservible padre.

Su vestido de novia era elegante y sofisticado, pero no lograba ocultar la chispa de rebeldía que brillaba en sus ojos.

Me sentí intrigado por su presencia, y mi mente comenzó a girar con pensamientos contradictorios. ¿Podría controlarla, o sería ella quien me controlaría a mí? La miré mientras se acercaba, intentando leer su expresión, pero su rostro era una máscara de calma y serenidad.

Mientras ella se acercaba, no pude evitar sentirme impresionado por su belleza. El vestido de novia le quedaba perfecto, resaltando su figura esbelta. La tela blanca se ajustaba a su cuerpo de manera exquisita, y el diseño sofisticado realzaba su belleza natural.

Su cabello estaba recogido de manera perfecta, y su maquillaje era sutil pero efectivo. Me sentí atraído por su presencia, y mi mirada se quedó fija en ella mientras se acercaba al altar.

Por un momento, me olvidé de la formalidad de la situación y simplemente la admiré, disfrutando de la visión de su belleza.

Cuando llegó a mi lado, el padre de ella se acercó y, con una sonrisa falsa, tomó su mano y la colocó en la mía.

—Te entrego a mi más pequeño tesoro— dijo con voz emocionada. —Cuida de ella y hazla feliz— Me miró con una mirada expectante, y por un momento, me sentí un poco desconcertado.

No me está entregando a su hija por amor, sino porque yo pagué mucho dinero por ella. Sin embargo, rápidamente recuperé la compostura y le respondí: —Lo haré, señor. Me aseguraré de que sea feliz—. El padre de ella asintió con la cabeza satisfecho con mi respuesta, se dio la vuelta para retirarse.

Ella me dedicó una mirada fugaz, y luego se volvió hacia el oficiante. Me sentí un poco desconcertado por su indiferencia, pero me mantuve firme.

Aún a mi lado, pude sentir el delicioso aroma que emanaba de ella, un perfume sutil, pero embriagador que me envolvió y me hizo sentir más atraído hacia ella.

La miré un poco, y aunque llevaba tacones, la diferencia de estatura y edad entre nosotros era notoria. Noté cómo sus manos apretaban con fuerza el ramo de flores, como si estuviera tratando de contener algo dentro de ella.

Me llamó la atención la tensión en sus dedos Pero volví a centrar mi atención en lo que estaba sucediendo frente a nosotros con una sonrisa burlona en mi rostro, intentando parecer más seguro de lo que realmente me sentía en ese momento.

Finalmente, después de lo que me pareció una eternidad, el juez habló, rompiendo el silencio. —Y ahora, para formalizar este matrimonio, les pido que firmen el acta de matrimonio—. Me miró a mi primero, y luego a ella, antes de entregarnos los documentos y las plumas.

Tomé la pluma y firmé con un movimiento rápido y decidido. Luego, se la entregué a ella, quien se tomó su tiempo y firmó con una mano temblorosa. La miré de reojo mientras firmaba, intentando leer su expresión, pero su rostro estaba neutral. Una vez que ambos firmamos tomamos los anillos, tome el mío y ella levantó su pequeña mano temblorosa, le coloque el anillo suavemente y luego ella tomo el otro para colocarmelo, el juez nos felicitó y nos declaró marido y mujer —puedes besar a la novia—dijo.

Me incliné hacia ella tomándola suavemente con mis manos en sus mejillas, me agaché un poco para acercarme a su rostro.

Nuestros labios se tocaron lentamente, en un beso suave y tierno. La besé con delicadeza, disfrutando del momento, y ella no se opuso.

Su boca se mantuvo quieta al principio, pero luego pareció relajarse un poco. Me tomé mi tiempo, saboreando la sensación de sus labios contra los míos, aumente mi deseo y la bese con una pasión desequilibrada.

Después de un momento me retiré lentamente, con una leve sonrisa. La miré a los ojos, y por un momento, nuestros rostros estuvieron muy cerca.

La observé tomar aire y procesar la realidad de nuestra unión, pude notar el terror y el desconcierto en sus ojos mientras me miraba.

Me incliné un poco hacia ella y le susurré al oído con una sonrisa siniestra, —Ya eres oficialmente mi esposa—. Mi voz fue baja y suave, pero mis palabras parecieron resonar en su mente.

La vi tragar saliva y su mirada se desvió hacia un lado, como si estuviera buscando algo en qué enfocarse. Mi sonrisa se mantuvo mientras me enderezaba y la miraba disfrutando del momento...