Damian Dufort, un empresario con un gusto a las prácticas del BDSM, en una salida conocerá a una mujer que cambiará su mundo, sin embargo en el camino deberán atravesar dificultades, pero las pasiones prohibidas los unirán, enseñando que hay fuerzas más fuertes que la maldad.
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Capítulo 24.
Capítulo 24:
Zaidymar tomó la mano de mi madre y le dio una sonrisa, gratificante.
—Señora, mucho gusto, soy zaidymar Ortiz, como se llama usted.
—Mi madre la miró, —soy Lucía, la madre de Damian.
—Bueno señora Lucía, le diré algo, le teme a las cámaras por lo que he visto, y déjeme decirle no esta preparada, pero, “¡que esté aquí!”, queriendo vencer su miedo, es lo más valiente que he visto, va por excelente camino, pero lo está haciendo mal. Si usted quiere vencer su miedo no debe ser por su hijo, debe ser por amor a usted misma, el día que aprenda a amarse, verá que querrá comerse al mundo, usted es una mujer joven y hermosa y no debe tenerle miedo a nada dijo sonriendo.
Mi madre de la nada se tiró a sus brazos y la vi llorando como hace mucho no la veía, ella no quería que nadie se le acercara, y está abrazando a Zaidymar como si la conociera de toda la vida.
Andres observaba y su rostro de burla y emoción era irritante.
—Madre debes alejarte, alguien te puede reconocer, dije acercándome a ella poniendo mi mano en su hombro.
—Si, ya me voy, mi chófer me trajo, dijo colocándose de pies caminó unos cuantos pasos y se detuvo. —Hijo, sé que lo voy a lograr, dijo colocándose a llorar, no sabia que hacer para calmarla, ha sido difícil nuestro proceso.
Miré a todos en la mesa y Zaidymar me hizo seña que me acercara a mi madre.
Negué con la cabeza, ella volvió a hacerme señas con las manos para que me acercara, Andrés me empujó por la espalda, respire profundamente me puse de pies y me acerque a ella. —se que vas a poder, todo está bien, dije pasando mis brazos por su cuerpo envolviendola en un cálido abrazo, me abrazó fuerte como si yo fuera a desaparecer, hace más de quince años no sabía que era abrazar a mi madre, y no sé ni que me llevó a hacerlo.
—Eres un amor, hasta yo te amo, dijo Andrés refiriéndose a Zaidymar la cual quedó desconcertada mirándolo.
Le di una mirada de advertencia a Andrés y se reía pícaramente, se levantó y acercó a nosotros, acarició el cabello de mi madre. —Vio, le dije que todo va cambiar, le susurro, pero pude oírlo.
¿En qué momento le dijo eso a mi madre, y por qué está tan convencido de eso?
Vi al chófer de mi madre e hice señas, se acercó, me alejé de ella, limpié sus lágrimas. Mire al chófer, le ordené que llevara a mi madre a casa, Gael iba llegando y vio la escena, le dije que los acompañara.
Se fueron y volví a la mesa donde se encontraban dos mujeres como si vieran una comedia coreana.
Los dos hombres partieron con mi madre, y regresé a la mesa. —Le debo un café señorita Ortiz, ¿podría ser en otro lugar?, pregunte.
—Claro que podemos, señor Dufort, Zaidy no ha terminado con la entrevista, dijo su amiga rápidamente, quiere decir que se iba a negar.
—Claro que terminé, dijo viendo a su amiga.
—No has terminado, dijo tomando a su amiga por el brazo.
—Está bien, quisiera hacerle otras preguntas, acepto el café, dijo sin muchas ganas.
Salimos de la cafetería, y fuimos en mi auto, yo iba manejando y Andrés quiso ir con nosotros, Marbel es idéntica a él, parecen haber salido del mismo zoológico.
Llegamos a una exclusiva cafetería, hablamos de sus gustos, que querían para sus carreras, y donde querían realizar sus prácticas, claro que dijeron que en una de mis empresas.
Me disculpé, por lo ocurrido con mi madre, ellas no quisieron hablar del tema, dijeron que no sabían de nuestras vidas personales y respetaban cualquier situación que tuviéramos pasando, Zaidymar en ese momento dijo estudiar psicología; la felicitamos, luego de un rato agradable, la pude observar muy nerviosa, pedí disculpas y salí a realizar una llamada, minutos después, regrese y Andrés solo reía con ellas, me senté a su lado y puso postura seria.
—Señoritas debo irme, tengo un compromiso, me gustaría seguir hablando con usted señorita Ortiz ¿si no le molesta?, dije.
Ella dijo que no le molestaba, me dio su número telefónico, le dije a Andrés que ya su auto estaba en el parqueadero y se encargará de llevar sanas a las señoritas a su casa.
Salí de la cafetería,subí a mi automóvil saliendo del lugar.
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Zaidymar.
Cuando estábamos en la habitación que entró uno de los hombres de Vicenzo me puse muy nerviosa, me paré en una esquina e intenté estar calmada, “¡que más podía esperar!” estaba con el jefe de una mafia, el hombre se acercó a mí, muy respetuoso como si me conociera de antes, y yo fuera un tesoro que él debía proteger.
Vicenzo fue al clóset y sacó dos suéter manga larga, él se colocó uno y me dio el otro, ahí caí en cuenta como estaba, pero aquel hombre en ningún momento me miró, ni me faltó el respeto.
Cuando dijo que debía salir y que solo era mi salida, pregunté por él, no podía entender por qué no salía con nosotros, pero me dijo que confiara en este hombre y que iba a estar segura.
No se por que pero tuve un impulso corrí a él y junte mis labios a los suyos en un beso triste, pero lleno de esperanza, no quería que le sucediera algo, salí con aquel hombre, y en el camino fuimos atacados;Sin embargo, él era un experto en armas, y uno de los hombres nos alcanzó y luchó cuerpo a cuerpo con mi protector, pero este hombre era fuerte y hábil, venció al enemigo muy rápidamente s8n dejar de protegerme.
Subimos al auto y salimos de ahí, en el camino me sentía nerviosa pensando que sería de Vicenzo.
—El estará bien, de peores nos hemos librado, usted es una joven fuerte, mi patrón eligió bien, dijo de la nada.
Su comentario me hizo sonrojar me habló como si yo fuese la novia de su patrón, o almenosalguien muy especial.
Cuando llegamos me acompañó a la puerta del apartamento. —Habrá alguien cerca cuidando de ustedes, intente mantener la calma, él vendrá o yo la buscaré cuando sea pertinente.
Cuando dijo eso se fue dejándome ahí parada, Marbel sintió los ruidos y salió, cuando vio mis fachas abrió sus ojos sorprendida; sin embargo, cuando quite el buzo estalló en carcajadas viendo de la manera que estaba vestida, me hizo contar cada detalle y mientras más contaba ella más reía y yo menos lo creía.
Pero, cuando le conté lo de la emboscada, dejó de reír, le dije que estaba muy preocupada por él.
Al día siguiente llegó un regalo a mi puerta y era una joya, unos aretes de diamantina con la misma flor, y una nota que decía “¡para mi hermosa pasiflora!”, también decía que debía usar esos pendientes el día de mi presentación en la universidad.
Me alegré al revivirlo, pero, ¿por qué no me llamaba o venía a decirme que estaba bien?, los siguientes días pasamos revisando todas las noticias, buscando sobre algún capturado o herido y no encontrábamos nada.
Aun así decidí seguir preparando lo de la entrevista a la empresa de Damian Dufort.
Pasaron los tres días muy rápido y el gran día había llegado