333 Anexos

Hiuston alcanza la mayor taza turística registrada jamás para darle la bienvenida al año nuevo. Sin embargo, los destinos fijados no son las paradisíacas cabañas de vista al mar ni los nostálgicos templos nevados con temáticas ancestrales basadas en cultura japonesa.

El destino de todo viajero son las actividades paranormales que pobladores decidieron exponer en redes sociales. Los misterios más conocidos fueron: la puerta del agua, flamas blancas, hombre o árbol y por último, el más "interesante" llamado espacio cero.

Internautas afirmaron haber experimentado anormalidades si visitaban aquellos sitios al cumplirse las 3: 33 am. Claro, eso a excepción del espacio cero.

"Mi canal cuenta con veinte años de emisión dedicado a contenido paranormal. He visitado lugares insólitos, mis videos y miembros lo confirman... Es gracias a toda esa experiencia que puedo decir lo siguiente: ahí hay peligro real".

Un espacio cuadrilátero en el medio del bosque donde rodeado de altos árboles sin hojas se encuentra solo el rastro de un suelo blanco. Baldosa o tapiz, lo que sea que fuera, nadie se atreve a poner un pie encima.

Pese a las condiciones estables de Holdes comparando los sucesos ocurridos en meses posteriores al 1973, definitivamente desequilibraron el orden del Anexo. No encontraban miembro capaz de asumir el rol de Uriel; Félix, sabiendo que el responsable era Isaiah, prefirió mantenerse al margen.

De todo modos, su tiempo libre sin un lider a cargo del Anexo, era consumido por otros medios.

  — Pareces cansado, Félix, vete a dormir —sugirió la pelirroja menor, Roxan—. Te la pasas aquí encerrado, usando y usando tu habilidad. Oye, sé que eres el prodigio y todo eso, pero debes respirar aire puro de vez en cuando.

  — No soy un ermitaño, salgo cada tres días —bostezó—. Y aquí me ejercito aunque no lo parezca —dibujó una mueca para molestarla.

  — Ah si, cuando no estás aislado de la sociedad estás en la clínica con Eliana. Ya has hecho suficiente por ese par, simplemente... Deberías detenerte un momento y cuidar de ti un poco más. Ni siquiera has ido a visitar a Ederne, ¿verdad?

El rubio descuidó su aspecto, sus ojeras que eran la condición de su habilidad, excedían los límites determinados en el rostro. Ya no vestía las prendas costosas de siempre, decidió reemplazarlas por meras prendas básicas sin darle importa a la marca.

Quienes lo conocían por simple vista se preocupaban de cuánto le había afectado el estado de su mejor amigo y de a quién se suponía, era su protegida, Eliana. Nadie sabía con detalles lo ocurrido la noche del rescate y la ambigüedad del rubio dejaba mucho a la imaginación.

El único amigo que tenía parecía estar siendo afectado por la técnica psicológica del contacto cero; tras una fuerte discusión en la clínica donde Eliana era vigilada, no volvieron a verse. Por otro lado, Eliana carecía de ánimos y ello le impedía relacionarse con alguien.

  — ¿Se mantiene igual?

  — Así es, señor Isaiah —informó la enfermera personal de Eliana—. Cuando recibe visitas de Félix nunca habla, siempre está envuelta en sábanas sobre la cama. Nadie, ni Dagan, Roxan o Rina han intentado verla.

  — Ja, ja, ja, todo marcha como fue previsto —sonrió—. Recuerda, no quiero que le quites los ojos en ningún momento.

  — Lo haré señor. Si tengo que salir, reviso las cámaras de seguridad oculta que instalamos y estoy al tanto de cada movimiento —expresó orgullosa dándose una palmada en el pecho—. Nadie sospecha de mi, piensan que soy la más preocupada por su recuperación porque Félix me lo pidió personalmente.

  — Excelente trabajo, te lo recompensaré debidamente cuando termines tu trabajo —dejó su asiento para acercarse a la mujer frente a sus ojos—. Tu madre estaría muy agradecida contigo.

  — Es muy generoso, señor.

La mujer abandonó la sala para regresar a su hogar en las lejanías. Su empleador la acompañó hasta la salida y luego regresó al mismo lugar por una copa de vino, misma que bebió en pequeños sorbos hasta vaciarla.

Su expresión mostraba que pese a llevar a cabo sin contratiempos su exitoso y elaborado plan, estaba inquieto. Ya sea por la repentina separación de su pelinegra amiga sin previo aviso o por lo intacto que se mantenía la barrera visible únicamente para Rieles o Anexados; supo que el hijo que decidió adoptar debía estar haciendo uso de su habilidad para evitar el colapso, más el tiempo había excedido sus cálculos.

Se encontraba al tanto de todo lo anterior, cada acción o decisión de cualquier miembro relevante era vigilado por su servidor más leal, su as bajo la manga era la peor de las amenazas para el Anexo o el gobierno; el niño que había recogido años atrás dejaba buenos resultados.

Y aún con todo el control que ejercía, ¿por qué no podía relajarse? Podía tratarse de un cabo suelto o la misma Mikaely podría traicionarlo más ya tenía planes por si ello llegase a ocurrir.

Podía estar delirando...

O fal vez no.

  — ¿Por qué hiciste eso, Eliana?

  — ¿Hacer qué? ¿Ayudarte? Se dice gracias por si no lo sabías.

  — S-Sí, pero.., ¿por qué? Tú querías regresar, ¿no es así?

Dejó salir un largo suspiro, sus espectrales pensamientos aún no tenían sentido. Había jurado volver al cuerpo que le pertenecía, pero ya no sentía esa necesidad.

  — Ellos ya no existen más, ¿verdad? —preguntó con pesar, sabiendo la respuesta—. Mi vida acabó ese día, por eso estás tú, Eli.

La mujer de cabello corto tenía muchas cosas por decirle a su antigua versión, empezaría agradeciendo y luego pediría perdón por haberla juzgado mal, después de todo creía que ella y Maestra eran la misma persona. Quería tener más tiempo para hablarle, pero la fugacidad de su encuentro lo impediría.

Un hombre de poca corpulencia sostenía un niño pequeño en sus brazos, ambos de cabellos rojizos. Él pareció reconocer a Eliana, mientras que a la otra solo le dedicó una mirada llena de extrañeza.

  — Ya me voy —la mujer corrió hacia el hombre y al agarrar su brazo los anillos en sus dedos anulares, brillaron—. Ten una buena vida y procura no morir ahora, de verdad no quiero verte la cara por un largo tiempo, ¿de acuerdo? Gracias por todo, Eli.

Eli sonrió y los despidió con la mano.

  — Gracias por todo, Eliana.