En un mundo donde las jerarquías de alfas, omegas y betas determinan el destino de cada individuo, Hwan, un omega atrapado en un torbellino de enfermedad y sufrimiento, se enfrenta a la dura realidad de su existencia. Tras un diagnóstico devastador, su vida se convierte en una lucha constante por sobrevivir mientras su esposo, Sung-min, y su hija, Soo-min, enfrentan el dolor y la incertidumbre que su condición acarrea.
A medida que los años avanzan, Hwan cae en un profundo coma, dejando a su familia en un limbo de angustia. A pesar de los desafíos, Sung-min no se rinde, buscando incansablemente nuevas esperanzas y tratamientos en el extranjero. Sin embargo, la vida tiene planes oscuros, y la familia deberá enfrentar pérdidas irreparables que pondrán a prueba el amor que se tienen.
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Lee
Lee había intentado regresar a la casa de Ryu muchas veces. Desesperado, se aferraba a cualquier oportunidad para verlo de nuevo, para encontrar respuestas a la traición que lo consumía. Se disfrazó de jardinero, pensando que podría entrar sin levantar sospechas. Sin embargo, no había tenido en cuenta lo que sus feromonas delatarían. Apenas había cruzado el umbral del jardín cuando sintió las miradas de desconfianza, y en cuestión de minutos, fue arrojado a la calle como si fuera un intruso. La humillación le quemaba en el pecho.
En otro intento, se ocultó en la oscuridad, esperando la oportunidad de entrar sin ser visto. El frío de la noche lo envolvía, el viento cortante se colaba por los pliegues de su ropa. A pesar del dolor físico, el verdadero tormento era interno. Sin embargo, lo atraparon de nuevo, lo arrastraron fuera, y esta vez, los golpes fueron más duros, más crueles. La furia en cada puñetazo resonaba en el cuerpo de Lee como un eco de su propio rencor hacia Ryu. Su cuerpo dolía, pero su corazón dolía más.
La última vez, el desenlace fue más amargo. Lo golpearon, lo dejaron tirado en el suelo, y luego lo metieron preso. Las paredes frías de la celda lo rodeaban, amplificando el silencio de la noche, y con él, los pensamientos que lo atormentaban. No había cargos, así que salió al día siguiente, pero el daño ya estaba hecho. Su alma estaba hecha pedazos.
Caminó por las calles, el viento frío le golpeaba el rostro, pero lo que realmente sentía era un vacío helado en su pecho. Se sentía usado. Abandonado. Como si toda su vida hubiera sido un mal sueño del que no podía despertar. El odio y el rencor comenzaron a arder dentro de él como un fuego incontrolable. "Me vengaré," se prometió. "Voy a destruir a quien jugó conmigo."
Vendió su casa. Se despojó de todo lo que lo ataba a ese lugar. El pueblo ya no era su hogar, y no quería mantener ninguna conexión con los recuerdos dolorosos. En lugar de eso, decidió regresar a la ciudad que había dejado atrás hacía tanto tiempo, en busca de algo, cualquier cosa que lo ayudara a empezar de nuevo.
Cuando llegó a su ciudad natal, los recuerdos lo abrumaron. Cada calle, cada rincón, le recordaba el abandono que había sufrido cuando era niño. Caminó hasta la mansión de su infancia, imponente y oscura, y cuando llegó a la puerta, fue recibido con una mezcla de asombro y miedo. Los guardias lo reconocieron, pero no hicieron preguntas. Solo se hicieron de la vista gorda y lo dejaron pasar.
Frente a él apareció su madre. El tiempo había sido cruel con ella. Sus ojos, antes llenos de orgullo, ahora estaban apagados por el dolor y la pérdida. Sin decir una palabra, lo abrazó. Lee se quedó inmóvil, sin saber qué hacer. Las lágrimas de ella mojaban su hombro, pero él no podía sentir consuelo en ese abrazo. Solo podía recordar el vacío de los años en que ella lo había abandonado.
"¿Cómo estás?" le preguntó entre sollozos, como si los años de distanciamiento no hubieran existido.
Lee, con la voz rota, solo pudo preguntar: "¿Qué ha pasado?"
Y entonces, la verdad lo golpeó. Su padre, el hombre al que nunca había podido comprender ni amar, se había suicidado. Su hermano, el niño que nunca conoció realmente, había muerto. Y su madre... ella estaba completamente sola.
"No puedo más," le dijo ella, "lo lamento tanto, tanto..." Las palabras eran como cuchillos que se clavaban lentamente en el pecho de Lee. La mujer que una vez había sido fuerte, inquebrantable, ahora estaba rota ante él. ¿Cómo podía alguien cambiar tanto? El odio que había sentido hacia ella comenzó a desvanecerse, apagado por la tristeza y la tragedia que la envolvía.
Su madre lo abrazó de nuevo, pero esta vez, Lee sintió algo distinto. Era un abrazo frío, vacío. No había calor ni consuelo en él, solo amargura. A pesar de todo, no podía perdonarla. "Nunca más confiaré en palabras dulces," se dijo a sí mismo. El dolor de ser abandonado aún latía fuerte en su pecho. "No me dejaré engañar otra vez."
Aún así, ella lo ayudó a reconstruir su vida. Lo empujó a terminar sus estudios, lo vistió con la ropa más elegante, lo puso en clases intensivas, y en un año, lo convirtió en su sucesor. El poder del dinero, pensó Lee, podía cambiar cualquier cosa.
Finalmente, lo había conseguido todo. Era el dueño de la empresa, el sucesor, el CEO. Pero en su interior, el vacío seguía allí, imperturbable. Ahora, con todo ese poder, solo tenía una cosa en mente: regresar al país y encontrar al Omega que lo había traicionado.
Contrató a un espía de la mafia, alguien que pudiera descubrir los secretos más oscuros de Ryu. Lo que descubrió lo dejó paralizado. El mundo veía a Ryu como un alfa. Sus padres biológicos habían muerto. Vivía con padres adoptivos. Era inmensamente rico, mucho más de lo que Lee había imaginado. Pero también escuchó mentiras, rumores que, en ese momento, tomó como verdades.
Se decía que Ryu se había casado. Que el Omega había muerto al dar a luz. Lee sintió que el mundo se desmoronaba bajo sus pies. Todo ese sufrimiento, todas esas noches sin dormir, por alguien que lo había reemplazado tan fácilmente. Su corazón, ya destrozado, se llenó de ira de nuevo. "Lo destruiré," juró. "No me importa nada más."
Mientras tanto, su madre, la mujer que una vez lo había rechazado, comenzó a perder la cordura. El dolor la devoraba. Cinco años después, se internó voluntariamente en un centro geriátrico, dejando todo en manos de Lee.
Ahora, él tenía todo. Dinero, poder, venganza en su mente. Pero en lo más profundo de su ser, el vacío seguía creciendo, insaciable, mientras el odio lo guiaba hacia el final que tanto había deseado.
me encanta la escritura....